En Mislata, entre las callejuelas de la antigua Morería, encontramos un edificio en cuyo interior se esconden cientos de ciudades hechas a su vez de cientos de edificios de zinc, de madera, de piedra, de aluminio, de hierro, de terracota. No es cuestión de magia sino de arte, el de Miquel Navarro, el hombre que hace algo más de tres décadas compró este antiguo almacén de droguería y lo convirtió en su taller. Algún día, más pronto que tarde, el taller de Miquel Navarro será también su museo, el lugar que resuma más de cinco décadas de una trayectoria que ni mucho menos ha llegado a su fin.

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