Yana Rose, la mujer enterrada en un palacete en ruinas de Alzira en 2021, fue estrangulada por su marido con las manos

El juicio contra el presunto asesino machista, Michael Marti Hoseyni, comienza en la Audiencia de Cádiz más de dos años después del crimen

El acusado mató presuntamente a su mujer en un apartamento cerca de Algeciras y la enterró en la Ribera al azar mientras huía hacia Milán

A la izda., el momento de la detención de Michael Marti Hoseyni a su llegada a Barajas. A la dcha., Yana Rose junto a su verdugo.

A la izda., el momento de la detención de Michael Marti Hoseyni a su llegada a Barajas. A la dcha., Yana Rose junto a su verdugo. / CASO ABIERTO

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

La causa de la muerte de Yana Rose, que tenía 40 años cuando fue asesinada, no ha tenido misterio alguno para los forenses valencianos que realizaron la autopsia: estrangulamiento con las manos. Sin ambages. Es la conclusión clara, concisa y argumentada de la autopsia definitiva, un amplio y extenso documento entregado hace casi un año, en mayo de 2023, por el Instituto de Medicina Legal (IML) de València al Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Algeciras (Cádiz), que ha instruido la causa.

Ahora empieza en la Audiencia Provincial de Cádiz el juicio con jurado contra su presunto verdugo, el estadounidense de origen ruso Michael Marti Hoseyni, hoy de 57 años y contra quien la Fiscalía ha reunido un aluvión de pruebas gracias al trabajo, principalmente, del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València.

Enterrada en un palacete en ruinas

Tal como adelantó en exclusiva Levante-EMV hace dos años, la Policía encontró el cuerpo sin vida de Yana Rose enterrado a un metro de profundidad en lo que en su día fueron los jardines de un hermoso palacete de finales del siglo XIX y que hoy es una tenebrosa ruina en el camino del Torretxó de Alzira, a 200 metros del Hospital de la Ribera.

Eso sucedía el 21 de enero de 2022. Yana, rusa nacionalizada estadounidense como su presunto verdugo, había sido asesinada mucho antes y mucho más lejos. Entre el 25 y el 26 de diciembre, data la autopsia y consta en el sumario, y en un bloque de apartamentos turísticos muy cerca de Algeciras, a 750 kilómetros de València.

Estrangulada el día de Navidad

La alerta saltó el mismo día del crimen, que casi con toda seguridad se produjo a primera hora de la madrugada del 26 de diciembre de 2021 (hora española), cuando la madre de Yana la llamó desde Estados Unidos, donde aún era 25, para felicitarle la Navidad. En vista de que no se hizo con su hija en todo el día, acabó por llamar a su yerno, con antecedentes por maltrato en su país. Hoseyni mintió descaradamente a su suegra diciéndole que habían discutido y que Yana había decidido irse sola a València a ver a una amiga.

Nada más lejos de la realidad: una cámara de seguridad a la puerta del bloque de apartamentos lo captó el 26 de diciembre por la noche sacando el cadáver de Yana por los pies y metiéndolo en el maletero del BMW alquilado días antes en el aeropuerto de Milán. Pero nadie lo sabía aún.

La denuncia en València: alerta absoluta

El 9 de enero, tras la desesperada petición de la madre de Yana, que llevaba diez días sin saber nada de su hija, la amiga de esta acudió a la comisaría de la Policía Nacional de Abastos, en València, y denunció la desaparición de la mujer. El grupo de Policía Judicial de esa comisaría realizó las primeras indagaciones y llegó al apartamento algecireño. Pidió colaboración a sus colegas gaditanos, lo que les brindó las imágenes trasladando el cuerpo, pero, ¿dónde estaba el principal sospechoso?

El rastro electrónico del verdugo

El grupo de Homicidios de València se sumó a la investigación. Lo primero fue pedir los datos de conexiones y tráfico de llamadas de los teléfonos de Yana y de Michael. Así supieron que el móvil de la víctima posicionó en paralelo al del sospechoso entre Cádiz y València, y que dejó de hacerlo en Alzira, así que ahí, en la capital de la Ribera, se centró la búsqueda, tras descartar Murcia y Alicante, donde el presunto criminal también hizo paradas y dio vueltas en su periplo hacia el norte, buscando llegar a Milán para coger el vuelo de vuelta a Sheridan, el pequeño municipio próximo a Denver (Colorado) donde residían ambos.

De hecho, la geolocalización de Google Maps en el móvil les dijo a los investigadores que ese periplo lo hizo de noche, la del 26 al 27 de diciembre, y que viajó por la AP7 siguiendo la costa.

El sospechoso ya había volado a EE UU

Sin embargo, para cuando la Policía consiguió esos primeros datos, Hoseyni ya había volado de regreso a su casa. La intensa investigación policial, que rastreó no solo los móviles, sino también las tarjetas y el GPS del coche alquilado (los datos, pedidos a la compañía de alquiler por la Policía italiana y que esta tuvo que enviar después a la española llegaron tan tarde, que lo único que hicieron fue confirmar lo que ya se sabía).

Con la información de las tarjetas y el uso de su documentación supieron que se alojó el 27 en un hotel de València, donde permaneció varios días y desde donde fue yendo y viniendo a Alzira. Según la acusación, dio con el escondrijo del camino de Torretxó el primer día, antes de llegar a la capital del Túria.

La foto en la caja con las palas y el hacha

Para minimizar riesgos, depositó el cuerpo sin vida de Yana, desposeído de ropa y de cualquier efecto identificativo, en una esquina de la parcela y lo cubrió con ramaje. Luego se fue a València y se alojó en el hotel. Un día después, de camino a Alzira, paró en un híper francés de bricolaje al pie de V-31, en Massanassa, y compró una pala, un palote (herramienta de jardinería más plana que la pala), un hacha y unos guantes. La cámara de la caja en la que pagó captó perfectamente su imagen.

A partir de ahí, fue cavando la tumba a lo largo de varios días y, una vez concluida el macabro enterramiento, huyó definitivamente. Diez días después, el 21 de enero, agentes de los grupos de Homicidios de València y de la Comisaría General, que se había sumado, entre otras cosas, para coordinar a los policías valencianos y gaditanos, y un equipo mixto de Policía Científica de València y de la central, recuperaron el cadáver de Yana.

Huyendo de la cadena perpetua

La detención de Michael Marti Hoseyni se materializó una semana más tarde en el aeropuerto de Barajas, después de que, durante siete largos días, agentes de la Comisaría General de Policía Judicial estuvieran en contacto permanente con el entorno del presunto asesino para convencerle de que, o bien regresaba a España y se entregaba, o bien acabaría siendo detenido por el FBI en su país y cumpliendo condena en una prisión estadounidense. 

Colorado abolió en 2020 la pena de muerte, la condena más habitual en los homicidios agravados, pero mantiene la cadena perpetua, mientras que en España, el cumplimiento máximo, en el peor de los casos, sería de 20 años –las penas por un crimen similar suelen ser bastante inferiores a ese tope máximo de permanencia en prisión–.

Una semana de intensas negociaciones

Así las cosas, Hoseyni contrató una abogada en Madrid que es quien cerró el acuerdo para la entrega, prevista para el 28 de enero por la mañana. Agentes del grupo de Homicidios de la brigada central de Policía Judicial se trasladaron al aeropuerto madrileño y, nada más salir del avión, lo esposaron y condujeron a las dependencias del equipo, en el complejo policial de Canillas.

Días después, sin volver a pisar suelo valenciano, ingresó en la prisión del Puerto de Santa María por orden de la jueza de Violencia sobre la Mujer de Cádiz, en favor de quien se inhibió la de Instrucción 8 de València, dado que el último domicilio en España en el que hay constancia de que Yana estaba viva es el de Algeciras. Y es ahí donde se instruye y juzga, en cumplimiento de la ley integral de violencia sobre la mujer. Ahora, el futuro de Hoseyni está en manos de las nueve mujeres y hombres que forman el jurado.