Nuria Tendeiro Parrilla, Valencia

Madres inmigrantes es el perfil en el que Nora Rodríguez indaga en su nueva propuesta editorial para arrimar el hombro a un colectivo ya muy presente en la sociedad española, y cada vez más protagonista en sus respectivos países de origen. Más de dos millones de mujeres emigran cada año. Sin opciones, estas nuevas vecinas de nuestro barrios, han dejado a sus hijos a recaudo de abuelas, tías, hermanas y maridos para, desde aquí, poder dar a sus vástagos la oportunidad de puentear el empobrecimiento y asegurarles, así, el acceso a la alimentación, a la educación y a la sanidad de calidad. Y todo eso a costa de la lejanía, soledad, y desarraigo de sus madres, las heroínas del nuevo siglo.

La autora de "Educar desde el locutorio. Ayuda a que tus hijos sigan creciendo contigo" (Plataforma editorial), de origen argentino, aunque residente en Barcelona desde hace 18 años, pedagoga y experta en violencia juvenil, ha abierto la caja de las lamentaciones para que éstas se disipen, y ha concretado en un libro-guía un protocolo de actuación para que las madres inmigrantes no permanezcan ausentes y puedan seguir desde la distancia la educación de sus hijos, a través de las nuevas tecnologías, redes de apoyo y sobre todo de la propia autoestima. Caminó por decenas de locutorios, entrevistó a 130 mujeres que le contaron sus respectivas historias y con ellas ha elaborado un sencillo y práctico libro de unas 140 páginas en las que muestra testimonios de mujeres de todo el mundo, así como pistas de cómo educar a los hijos desde la nueva realidad.

Al emigrar no se rompe la familia

Nora Rodríguez afirma que cuando una mujer emigra "no se rompe la familia, sino que se produce una ruptura de un determinado proyecto familiar"; y defiende la necesidad de esta publicación puesto que "permite que la madre que se va no esté ausente".

"Las madres que emigran generalmente realizan un gran sacrificio por amor a sus hijos y afrontan grandes choques culturales e identitarios. Trabajan sin descanso, algunas entre 16 y 18 horas al día, sufren el estrés del emigrante, para conseguir vivir aquí y enviar dinero allá. Además se sienten culpables y también responsables de la escuela y la manutención de sus hijos y también del marido que en ocasiones lapida el dinero que se le envía", contextualiza la situación general de estas madres que ahora ostentan el peso de sus familias sin disfrutar de ellas.

Cambios y autoridad compartida

Se producen cambios de rol, la mujer maneja el dinero, y la autoridad se reparte: "ocurre que los hijos pueden encariñarse más con las abuelas que con sus madres y ahí se han de establecer pactos por el cariño compartido, que es inagotable y hace bien siempre que la madre se sienta apoyada. Aquí la figura de la abuela es determinante". El machismo es otro de los problemas que han de afrontar. El libro establece tres lecturas: "La primera de historias que muestran a estas mujeres que no están solas y que otras pasan por lo mismo; la segunda, de indicaciones sobre cómo educar en la distancia que hasta ahora nunca se había hecho; y la tercera que da paso a la reflexión sobre lo que significa la inmigración y lo maravilloso que puede aportar tanto en las sociedades de acogida como en las de origen", detalla Nora Rodríguez.