A Marina Gandia, enfermera en el Hospital La Fe de València, el inicio de la pandemia de coronavirus le pilló preparándose "a muerte" las oposiciones. Después de meses cubriendo vacaciones en hospitales públicos y trabajando en centros privados, esta joven de 25 años estaba decidida a ganar un puesto en la sanidad pública valenciana. Y ese momento llegó cuando fue reclutada, en marzo de 2020, para reforzar la plantilla de este centro hospitalario de referencia cuando el panorama de ingresos por covid desbordaba al sistema.

Tras prestar sus servicios de enfermera en la planta covid de La Fe e incluso haber sido trasladada durante un tiempo al antiguo hospital de Campanar ("mi experiencia allí fue totalmente positiva", aclara), Marina se encuentra de nuevo en primera línea, pero en este caso, de la solución contra el coronavirus. Esta joven de Alaquàs es una de las enfermeras que está vacunando en el hospital de campaña a los valencianos y valencianas contra el terrible virus.

Para formar parte del equipo de vacunadores contra la covid, estos sanitarios han recibido una formación específica. "Siempre que se empieza a suministrar un fármaco nuevo se nos prepara e informa de las peculiaridades de ese nuevo tratamiento", explica.

Actualmente, tal como marca el calendario de vacunación, están inoculando la solución de AstraZeneca a las personas de entre 60 y 69 años. Al escuchar el nombre del antídoto resulta inevitable la pregunta: ¿hay inquietud entre quienes acuden a recibir la dosis? Marina se ha encontrado con dos tipos de pacientes en el hospital de campaña: "los que vienen muy decididos y con un alto sentido de la responsabilidad a aportar su granito de arena para que salgamos de esta situación, y los que tienen un poco de inseguridad". Estas dudas vienen provocadas o bien porque padecen algún tipo de patología y están con tratamientos, o porque determinadas informaciones en medios de comunicación les ha generado inquietud. Marina se refiere a las noticias de los casos de trombos en personas que habían recibido la vacuna británica, pero que todavía no se ha confirmado la relación causal entre ambos hechos.

"Se ha dado 'bombo' a algunos personajes que han hecho declaraciones muy perjudiciales", explica, "mucha de la gente que viene con miedo es por lo que han visto u oído en los medios". Pero estos profesionales sanitarios cuentan con 'armas' muy efectivas para combatir ambos casos.

En el caso de que el paciente tenga un historial clínico que les dé pie a preocuparse por qué efectos tendrán sobre ellos la vacuna, el equipo médico se encarga de valorar si resulta adecuado recibir la dosis del fármaco, aunque previamente se facilita un cuestionario a cada uno para que indiquen si situación clínica y cribar. Si por el contrario, el desasosiego viene fundado por las dudas externas, son los enfermeros y enfermeras quienes responden a los interrogantes e insuflan seguridad y tranquilidad convirtiéndose en el punto de apoyo necesario para que todos nos involucremos para volver a una vida lo más parecida posible a la que teníamos antes de marzo del año pasado.

"Vienen con dudas y se van agradeciéndonos el trabajo"

Marina recuerda un caso en concreto. "Una señora vino y no estaba nada segura de vacunarse por lo que había estado escuchando en televisión. Se sentía un poco ansiosa así que la calmamos, le explicamos que los beneficios superan con muchísimo a los posibles contratiempos que pudiera padecer y acabó con la vacuna puesta y agradeciéndonos todo el trabajo que estamos realizando". Una parte del trabajo que a esta profesional de la sanidad le resulta muy importante. "Lo que me da fuerzas para seguir trabajando es el agradecimiento de las personas. Que la gente reconozca nuestra labor es lo que me insufla energías para seguir vacunando", cuenta emocionada.

Energías que necesita sin duda visto el ritmo de vacunación que se ha alcanzado en el hospital de campaña de La Fe. El pasado martes se llegaron a inocular cerca de 3.000 dosis de vacuna en una tarde, "una cantidad superior a la habitual", así que parece que en València el miedo no se ha apoderado de la población, "aquí no hemos notado un descenso de pacientes, al contrario".

El camino hasta el hospital de campaña ha sido duro para Marina. "El trabajo en una planta covid era agotador, no solo por la tarea en sí y los momentos que vivimos, sino porque quienes trabajamos allí asumimos una responsabilidad extra aislándonos pese a que ya se habían flexibilizado las restricciones". Estar en primera línea de batalla contra la covid exigió un esfuerzo añadido a estos trabajadores esenciales que nos cuidaron, nos curaron y nos trataron con todo el cariño. Marina y sus compañeros se vieron abocados a mantener un distanciamiento más prolongado en el tiempo para evitar contagiar a sus familiares. Sobrellevar esa situación sola no es sencillo, pero los compañeros de lucha reconfortaron tantos momentos de incomunicación, "hemos sido familia durante el tiempo en la planta covid y en el hospital de campaña, recibir el calor humano y la comprensión de los que estamos pasando por la misma situación es esencial".

Tan esencial como es su papel hoy. Estos profesionales se han convertido en un eslabón primordial para conseguir que recuperemos nuestra vidas. Pero, ¿eso será posible al final de verano, como pretende el Gobierno? "Pues eso dependerá de si vacunamos todos los días y hay dosis suficientes", por el momento Marina tiene un contrato temporal hasta el 31 de mayo por 'acúmulo de tareas' y no sabe si se lo prorrogarán. La viabilidad de que se logre el 70 % de la población vacunada para septiembre se tambalea si el personal de refuerzo solo se queda hasta mayo.

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Marina Gandia es enfermera en La Fe y actualmente vacuna en el hospital de campaña

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