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El PP de Mazón cumple un año en busca de visibilidad

El líder popular sustenta su discurso en la bajada de impuestos y el agua mientras el de las señas de identidad parece diluirse con la llegada de Feijóo

A la izquierda el líder de los populares valencianos, Carlos Mazón, habla, ante la mirada de la número dos, María José Catalá. | GERMÁN CABALLERO

Estos días se cumple un año desde que Carlos Mazón oficializó su candidatura al liderazgo de los populares valencianos con un acto ante la estatua de Jaume I que enmarcó su aterrizaje en València y la apertura de un tiempo nuevo en el PPCV. Ya se sabía entonces que el congreso de julio sería un paseo una vez que Isabel Bonig, su antecesora al frente del partido, renunciaba a dar la batalla.

Con el partido unido desde el primer día, una conexión máxima con la entonces dirección nacional de Pablo Casado y un discurso sustentado en tres ejes: bajada de impuestos, señas de identidad y agua, el escaso grado de conocimiento entre la ciudadanía ha sido su talón de Aquiles.

Así, en estos meses, la búsqueda de visibilidad en toda la autonomía del también presidente de la Diputación de Alicante se ha convertido en la constante.

Pronto, el partido sembró València de carteles con la imagen de su nuevo líder, que, al no ser diputado autonómico, no dispone de la plataforma de protagonismo que supone interpelar al president Puig o a los consellers en el parlamento valenciano cada quince días, una función que realiza la secretaría general y también portavoz en el Ayuntamiento de València, María José Catalá. Con todo, la agenda de Mazón en València se ha intensificado.

Financiación y empresariado

Un giro sobre financiación, con la entrada del PP en la plataforma social que pide la reforma del modelo, y una relación muy mejorada con el empresariado visibilizan la nueva era desde el primer día.

La ofensiva identitaria, el cuestionamiento de la Acadèmia Valencia de la Llengua (AVL), los continuos guiños al blaverismo o la denuncia del arrinconamiento del castellano cimentaron el relato del primer semestre, aunque esa baza se ha diluido desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo, el primer líder de la derecha española que se expresa sin complejos en una lengua que no es la castellana. Desde Feijóo, la batalla lingüística, que fue una cuestión clave del primer semestre del nuevo PP de Mazón, y que también lo era en tiempos de Bonig, parece haber quedado orillada.

El momento álgido de estos doce meses, admite el propio Mazón, llegó con la imagen de la plaza de toros de València repleta, como en los tiempos de las grandes mayorías, en el colofón de una convención nacional, el pasado octubre, en la que el PP valenciano sintió reencontrarse. «Ese día vimos de nuevo la ilusión que el partido volvía a despertar por un cambio en la Comunitat Valenciana», señala el dirigente. «Un momento inolvidable, un punto de inflexión, la sensación de que volvía el PP y de que llegaba el cambio de ciclo», evoca Catalá.

Semana trágica de febrero

Por contra, la semana trágica de febrero, con la defenestración de Casado tras la batalla fratricida con Isabel Díaz Ayuso a la vista de todos, es el peor momento del primer año. El proyecto parece desmoronarse por momentos, pero el partido logra recomponerse tras el acuerdo de los barones para el relevo. Su nuevo líder, Núñez Feijóo, restaña heridas territoriales abiertas y la dirección valenciana no tarda en secundarle, justo en el instante en que ve la debilidad extrema de Casado.

El congreso de Sevilla, que encumbra a Feijóo en abril, cambia equilibrios, sitúa a un valenciano como hombre fuerte, Esteban González Pons, y da alas a Catalá. Mazón se lo jugará todo en las autonómicas dentro un año.

Él mismo ha filtrado estos días un sondeo que viene a corroborar la igualdad entre bloques en la autonomía. La derecha está cerca de alcanzar una mayoría que le permitiría gobernar, pero también la izquierda de conformar un nuevo Botànic. No hay grandes cambios en dinámicas de voto, sí reagrupamiento del espacio conservador con la desaparición de Ciudadanos, que, aún así, conservaría una bolsa, sobre un 4 % del voto, que daña las expectativas del PP.

Lo que sí evidencia el sondeo es que si Mazón llega a la Generalitat lo hará con un gobierno que se parecerá más al de Castilla y León, con importante presencia de la ultraderecha, que al de Madrid de Díaz Ayuso. Una alianza con Vox es, a un año vista, su única alternativa de gobierno.

Uno de sus principales estrategas, el expresidente del PP catalán Daniel Sirera, ya ha dicho en entrevistas que, si es necesario, pactar con Vox no será un problema.

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