Tribunales

Tres informáticos de Imelsa hicieron el trabajo del "call center" que debía haber ejecutado Servimun

Un amigo personal del funcionario que elaboró los pliegos, ya fallecido, hizo trabajos previos al contrato

Cuatro de los siete acusados juzgados por el call center: Rus, Benavent y los dos funcionarios de la Diputación de València.

Cuatro de los siete acusados juzgados por el call center: Rus, Benavent y los dos funcionarios de la Diputación de València. / Miguel Ángel Montesinos

Tres trabajadores de la empresa pública de la Diputación de València, Imelsa, fueron quienes realizaron los trabajos previos de informatización de la gestión tributaria del «call center» que se adjudicó a la empresa Servimun en 2013. Los tres informáticos comparecieron ayer en calidad de testigos en el juicio del caso Taula por el presunto amaño del contrato del call center

«Servimun no incorporó el material informático. Fue Imelsa quien contrató todo el material», declaró el informático J. R. S. C. Por parte de Servimun colaboró con los informáticos de Imelsa el propietario de la empresa, Fernando Palomares, «pero informáticamente no dijo nada». Una vez puesto en funcionamiento el centro de llamadas, este mismo testigo declaró que «no existía respaldo de personal de fuera de la diputación. Cuando no estábamos, el servicio se apagaba». 

También el informático D. M. M. confirmó que ambos trabajadores, como subordinados de Salvador Deusa, el jefe de sección de Evaluación y Planificación de la Diputación de València juzgado en esta causa, recibían órdenes de él. Y ratificó que fueron ellos quienes dieron los cursos de formación al personal del call center que correspondía ofrecer a la empresa Servimun. 

Por último, J. C. S. R. confirmó, al igual que J. R. S. C., que realizaron trabajos previos de diseño del call center junto a Salvador Sansano, amigo de Salvador Deusa ya fallecido por lo que la causa se archivó para él. «Yo trabajé con Sansano. Y Deusa se interesaba por detalles como personas y mesas necesarias. Y desde que se recibía la llamada hasta que se atendía». Una discrepancia técnica con Sansano provocó que «me dejaran seis meses en un despacho leyendo el periódico y después me despidieran», declaró. 

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