El duelo de las familias de la tragedia y la realidad paralela de las Fallas

Los psicólogos municipales atienden a los damnificados de Campanar que afrontan sus traumas y pérdidas ajenos al inicio de los actos falleros

Flores, velas y peluches en recuerdo a las víctimas del incendio del edificio de Maestro Rodrigo. | FERNANDO BUSTAMANTE

Flores, velas y peluches en recuerdo a las víctimas del incendio del edificio de Maestro Rodrigo. | FERNANDO BUSTAMANTE / hortensia garcía. valència

hortensia garcía. valència

La ayuda psicológica a las familias de las víctimas y damnificados del incendio de dos torres de viviendas en Campanar, con diez fallecidos, ha sido clave en la tragedia. Lo fue en el momento de la tragedia, lo sigue siendo y será muy necesaria para afrontar el síndrome postraumático, afirman estos profesionales. Un centenar de psicólogos y trabajadores sociales del Ayuntamiento de València se movilizaron el mismo jueves para ayudar a las familias. El teléfono de Vicente Martínez, psicólogo y jefe de sección de Atención Primaria Básica, no paró de sonar esa noche y los días sucesivos.

A pesar de tener «horas de vuelo» este psicólogo municipal asegura que el incendio de Campanar ha sido «muy impactante para todos», especialmente para los que tuvieron que acompañar a los familiares de los diez fallecidos en el incendio. Los días siguientes a la tragedia fueron «de mucha carga emocional, de afrontar la pérdida de familiares, que es algo muy impactante y requiere un proceso distinto y donde los psicólogos del Servicio de Atención a Urgencias Sociales del Ayuntamiento de València han trabajado muy duro y sin horas, estuvieron al pie del cañón brutalmente», explica Vicente Martínez.

A nivel psicológico en el primer momento solo vemos la parte emocional de los afectados. «Ves los sentimientos de incredulidad y desorientacion». «Tuvimos crisis de ansiedad». «Había personas que se habían dejado a algún animal en casa». Animales que en muchas veces son uno más de la familia. «Recuerdo una chica que tenía dos gatos y había bajado con uno al veterinario y el otro se quedó arriba y no paraba de culparse». «Se quedaron muchas mascotas atrapadas».

En el primer momento de la tragedia, los psicólogos se centran en la escucha. «Conforme pasan los días ha ido apareciendo en ellos la parte racional, lo que he perdido, lo que me habría podido pasar y qué voy a hacer», detalla Vicente Martínez.

Además de las vidas perdidas, los afectados afrontan una gran pérdida material. La de su casa, a la que no van a poder volver y de la que la mayoría conserva aún las llaves porque fue casi lo único que pudieron coger, y la de sus recuerdos. «Para ellos ha sido muy importante haber podido recuperar algunos objetos como una familia que encontró unos cubiertos que eran herencia de la abuela», explica el jefe de Atención Primaria del ayuntamiento.

A la hora de afrontar el trauma, los que lo han sobrellevado quizás mejor han sido los más pequeños. «Han tenido mucha protección por parte de los padres y de los colegios, donde se activaron protocolos para que los niños que tenían que volver fueran recibidos de una manera lo más normal posible». Los más pequeños lo han vivido «casi como una aventura». Peor lo están llevando los preadolescentes. «Había mucho silencio en ellos, estaban callados, intentaban no verbalizar». «Una madre nos contaba que su hija hablaba mucho y tras el incendio llevaba dos días sin poder hablar». «Están muy impactados. Han perdido su casa y lo que había dentro. No es fácil».

A los psicólogos no les ha sorprendido que quienes en un primer momento rechazaron la ayuda psicosocial ahora la pidan porque «ven que la necesitan». «Se ven desamparados y toman conciencia de la pérdida».

La vida pasados poco más de ocho días de la tragedia sigue y la ciudad ya está inmensa en los actos de Fallas. El viernes arrancó la primera mascletà, con recuerdo a las víctimas y minuto de silencio. Preguntado sobre cómo encajan las celebraciones festivas los afectados, los psicólogos no han percibido en ellos, de momento, sentimientos encontrados. «No son conscientes de esa realidad paralela y eso que las fallas son fuego y el recuerdo sería inevitable», explica Vicente Martínez. «Las familias están en su mundo, en sus circunstancias. Creo que no se dan cuenta de que la gente va a celebrar una fiesta incluso aunque alguno sea fallero o fallera. Nadie nos ha hecho comentarios de ese tipo». «Creo que es más el sentimiento de culpa que podamos tener los que estamos fuera».

La atención psicológica no solo ha sido hacia las familias. Los bomberos que trabajaron en la extinción y evacuación del edificio también la están necesitando porque «han vivido situaciones terribles». « Ellos atienden un protocolo porque van a apagar ese fuego y a sacar a la gente de las casas. No sabían que iba a pasar lo que pasó», añade. «La reacción de las familias de las víctimas es culpar a los bomberos e incluso a sus familias por no haber salido. Tienen muchas preguntas. «Están todavía en la fase de por qué pasó», concluye el profesional.

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