XX aniversario de los atentados de Atocha: Valencianas en el epicentro del drama

Eva Lucas: "Nadie está preparado para una tragedia como el 11M"

Un grupo de 21 psicólogos de València y Castelló apoyaron a las familias de las víctimas en el inicio del duelo

"Llamaba la atención la gran cantidad de gente mayor que venía al Tanatorio Sur a velar a sus hijos o nietos"

Eva Lucas, psicóloga especialista en emergencias y catástrofes.

Eva Lucas, psicóloga especialista en emergencias y catástrofes. / Miguel Angel Montesinos

Rafel Montaner

Rafel Montaner

"Nunca se está totalmente preparado para una catástrofe de esa magnitud, no hay nadie que esté preparado para una tragedia como el 11M", cuenta la psicóloga Eva Lucas, una de las integrantes del grupo de especialistas en Emergencias del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana (COPCV) que hace 20 años prestó atención psicológica en el Tanatorio Sur de Madrid a familiares de las 192 víctimas mortales de los atentados terroristas de Atocha. El COPCV, en la madrugada del 12 de marzo desplazó a Madrid un grupo de 21 profesionales de València y Castelló, que estuvieron apoyando durante más de 15 horas seguidas a las familias que lloraban a sus muertos tanto en el tanatorio de la M30 como en el Tanatorio Sur, el más grande de la capital.

Eva Lucas tiene 48 años y actualmente es profesora del Máster de Psicología General Sanitaria de la Universitat de València (UV), donde imparte el módulo de Intervención psicológica en catástrofes y emergencias. Sigue formando parte del grupo de especialistas en emergencias y catástrofes del COPCV y también del equipo que Renfe ha constituido para tal fin, y además es psicóloga de la Asociación de Víctimas de Terrorismo de la Comunidad Valenciana (AVTCV).

Eva Lucas, a las puertas de la Facultat de Psicologia de la UV, dond es profesora del Máster de Psicología General Sanitaria

Eva Lucas, a las puertas de la Facultat de Psicologia de la UV, dond es profesora del Máster de Psicología General Sanitaria / Miguel Angel Montesinos

Durante sus 26 años de carrera profesional, se graduó en Psicología por la UV en 1998, ha intervenido en varias de las grandes tragedias que han conmocionado a la sociedad española prestando primeros auxilios psicológicos a víctimas y familiares, pues además de los atentados del 11M también participó en el equipo que atendió a las familias de los 43 muertos en el accidente del metro del 3 de julio de 2006 en València, donde acompañó a alguna de ellas en el trance más duro que puede vivir una persona en su vida: la identificación del cuerpo de un familiar fallecido.

Viaje en autobús a Madrid

Recuerda que el 12 de marzo, a las seis de la madrugada, partieron en autobús desde la explanada de Nuevo Centro. Hacía seis años que había acabado la carrera y, aunque ya había acumulado muchas horas de formación y experiencia en situaciones de emergencia como accidentes de tráfico, incendios y desalojos, señala que el 11M "era la primera gran tragedia que afrontaba por la magnitud del número de víctimas y la intensidad emocional que ello conlleva". Relata que las cuatro horas largas de viaje "fueron de intensa preparación a cargo del coordinador del grupo, Marcelino Yagüe, para hacer frente a las situaciones y las reacciones emocionales que nos íbamos a encontrar".

Su grupo llegó al Tanatorio Sur sobre las 11.00 horas de la mañana del 12 de marzo, "cuando ya estaban empezando a entrar familiares de las víctimas" y hasta las 4.00 horas de la madrugada del 13 de marzo estuvieron acompañando a las familias. Llevaban casi 24 horas sin dormir. Trabajaron en parejas, junto a trabajadores sociales de Madrid, y cada una de ellas tenía asignadas dos salas del tanatorio. "La labor que desplegamos fue de acompañamiento de las familias en el inicio del duelo con el objetivo de amortiguar su dolor y sufrimiento psicológico, ayudarles a expresar sus emociones en ese contexto de dolor y hacerles ver que esos sentimientos son totalmente normales en la situación totalmente extraordinaria que estaban viviendo".

Un coche fúnebre saliendo del Tanatorio Sur de Madrid el 12 de marzo de 2004.

Un coche fúnebre saliendo del Tanatorio Sur de Madrid el 12 de marzo de 2004. / J. L. Pino

Recalca que en situaciones así "normalmente las personas aceptan el apoyo psicológico que ofrecemos, pero si alguien lo rechaza tenemos que respetarlo y apartarnos a un lado, pero haciéndole saber que le podemos ayudar en el momento que nos necesite". Aquel día, en el Tanatorio Sur, nadie les dijo que no. "La verdad es que aquellas personas agradecieron mucho nuestra presencia y la atención psicológica que les prestamos", rememora Eva Lucas.

"No puedes sentir otra cosa que mucha pena"

Su recuerdo de aquel 12 de marzo de hace 20 años es de "mucha pena, no puedes sentir otra cosa aunque cuentes con formación para hacer frente a estas situaciones". "Una de las cosas que más me llamaba la atención era la cantidad de gente mayor que venía a velar a sus hijos o nietos", revive Eva Lucas. Esto es algo que va en contra del ciclo natural de la vida y añade mayor sufrimiento, detalla la psicóloga: "Cuando muere un ser querido que es mayor lo asumes de una manera diferente, pero en el caso de la pérdida de un hijo la carga emocional es mucho más intensa y duelo más complicado".

Eva Lucas también tiene palabras emocionadas para sus compañeras y compañeros del grupo de especialistas de emergencias del COPCV y "la sensación de dolor que vivimos aquel día mientras desarrollábamos nuestra labor profesional; fue un trabajo muy intenso, con una gran carga emocional de la que te tienes que autoproteger para que no te haga daño". De hecho, el equipo tuvo que desplegar dos jornadas, una en Madrid antes de regresar el día 13 de marzo, y otra ya en València en plenas Fallas, de ejercicios de ventilación emocional en grupo con el fin de desactivar las emociones tan intensas que vivieron.

Un equpio de Cruz Roja acompañando a un familiar de una víctima del 11M en la morgue de IFEMA el 11 de marzo de 2004.

Un equpio de Cruz Roja acompañando a un familiar de una víctima del 11M en la morgue de IFEMA el 11 de marzo de 2004. / J. J. Guillén

Igualmente, el recuerdo "del trabajo en equipo, el apoyarnos entre nosotros y delegar las tareas para la que no te veías suficientemente preparada en aquel compañero o compañera que pensabas que estaba más capacitada". En este sentido, Eva Lucas quiere destacar la labor de una compañera, la doctora en Psicología Mónica García Renedo, creadora del Observatori Psicosocial de Recursos en Situacions de Desastre (Opside) de la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló de la Plana, asesorando a las familias de las víctimas sobre cómo dar la noticia a un niño de la muerte de su madre o su padre.

Cómo dar la noticia a un niño de la muerte de su madre o su padre.

"En el Tanatorio Sur hubo familias que nos pidieron ayuda para transmitir el fallecimiento de un ser querido a los niños y pensamos que Mónica, que en ese momento estaba trabajando en su tesis doctoral sobre el impacto psicológico de las catástrofes en la infancia, era el miembro de nuestro equipo mejor capacitado en ese momento para hacer esta tarea", apunta Eva Lucas.

"Con el fin de reducir el impacto emocional en el niño, la información la debe de transmitir un miembro de la familia cercano al menor con palabras adecuadas a su edad y sin eufemismos, pero con tacto y delicadeza. Por tanto, es aconsejable hablar de muerte y no de fallecimiento, para que el niño comprenda lo sucedido. Tampoco hay que darle la noticia directamente, sino ir poniéndolo en situación con aproximaciones sucesivas", detalla la psicóloga. Así, en el 11M recomendaron a las familias en esta situación que le explicaran a los niños que su familiar "había quedado muy muy malherido y que los bomberos y los médicos han hecho todo lo posible para salvarle la vida, pero... y que estuvieran preparados para las reacciones del niño".

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