"Sin un salvaescaleras eléctrico no puedo bajar a la calle a mi hijo"

Una mujer de 70 años pide ayuda para su hijo de 29 años al que le acaban de dar el alta en el hospital tras perder la movilidad hace 10 meses

La familia vive en un tercero sin ascensor

Dos operarios suben a Pedro a su casa, un tercero sin ascensor.

Dos operarios suben a Pedro a su casa, un tercero sin ascensor. / Levante-EMV

Mónica Ros

Mónica Ros

Se llama Maria Rosa Gil Cruzan, tiene 70 años y el pasado mes de septiembre pedía ayuda en este periódico para su hijo Pedro, de 29 años, con autismo en grado 3 (el más alto) y también en dependencia. El joven estaba ingresado en el Hospital Clínico y le daban el alta en unos días. La mujer relataba en Levante-EMV que tiene un piso donde vive con su hijo, pero es un tercero sin ascensor y Pedro ha perdido la movilidad. Por eso estaban en el hospital.

Desde el Hospital Clínico, sin embargo, entendieron la situación de la familia y derivaron al joven al hospital de la Malva-rosa donde ha estado ingreso ocho meses. Sin embargo, el pasado jueves le dieron el alta. "Yo sabía que ese momento iba a llegar y no tengo más que palabras de agradecimiento para el equipo que ha atendido a mi hijo. Entiendo que ocupaba una cama y que no puede estar ahí eternamente. Pero no puede andar y eso sí es un problema porque una vez arriba, en casa, ya no podrá bajar a la calle. Sabiendo que esto es lo que me iba a pasar me puse a buscar un salvaescaleras. Cruz Roja me ha dejado uno, pero es manual y yo no puedo subir y bajar a mi hijo. Necesito uno eléctrico y rondan los 5.000 euros. Y no lo financian porque si pudiera pagarlo a plazos podría ser una opción, pero ya me han dicho que no funciona así y que se paga al contado. ¿De dónde saco yo 5.000 euros?", asegura Maria Rosa.

El pasado jueves una ambulancia trasladó a Pedro del hospital de la Malva-rosa hasta su casa. Entre dos personas lo subieron hasta el tercer piso, una maniobra imposible para su madre. Y ahí se quedó. Y ahí está porque su madre no lo puede bajar.

La ambulancia llevó a Pedro a su casa el pasado jueves.

La ambulancia llevó a Pedro a su casa el pasado jueves. / Levante-EMV

"Cuando contacté con el periódico por primera vez penseé que igual algún particular tenía un aplanta baja que me pudiera alquilar. Yo soy pensionista y la puedo pagar y además, tengo mi piso. Pero quien contactó conmigo fue la Administración. Me llamaron de la Conselleria de Servicios Sociales con muy buenas palabras. Me dijeron que me daban un piso, e incluso nos enviaron las fotos. Lloré de la emoción, nadie puede imaginar lo que significaba para mi. Pero al final fue todo una mentira. Acudí a una reunión en la conselleria y me dijeron que había mucha gente delante de mí y que no tenía el piso adjudicado. Tampoco he rechazado ningún piso y quiero que se sepa. ¿Cómo voy a renunciar yo a una vivienda si no puedo bajar a mi hijo a la calle? Me he sentido engañada pero yo me busco la vida porque siempre ha sido así. No pido un piso social. Pido ayuda para un salvaescaleras que me permitá subir y bajar a mi hijo a la calle o un piso de alquiler que sea planta baja o tenga ascensor", explica la mujer.

Con plaza en un centro de día

El joven lleva años con plaza en un centro de día, en Godella. Allí va y viene en autobús adaptado. "Es un descanso para mi y una motivación muy grande para él", explica Maria Rosa. Sin embargo, su vida cambió cuando un día, a finales de agosto, el joven se desplomó en la escalera. Le operaron de urgencia y perdió la movilidad. "Mi hijo Ramón me ayuda en lo que puede pero necesito poder manejarme sola con Pedro. En mi día a día lo hago pero ¿cómo lo voy a tener encerrado en casa, un día con otro?", explica la mujer.

Maria Rosa se reconoce desesperada. "No quiero nada gratis. Yo soy pensionista y ahora pago 600 euros de alquiler así que puedo pagar lo mismo, pero necesoito que haya ascensor. Dentro de casa ya nos apañaremos para moverlo, ducharlo... en fin, esas cosas. Pero tiene que subir y bajar a la calle. No vamos a dejarlo encerrado, muerto en vida. Soy una persona seria, una mujer que ha trabajado toda la vida (en un laboratorio de cosmética, de peluquera, de mayorista de calzado... hasta en la naranja he trabajado). No debo dinero a nadie, soy una buena mujer. Llevo toda la vida trabajando duro, cuidando de mis tres hijos y, encima, el pequeño, con una discapacidad muy grave. Me quedé viuda hace 5 años y estoy acostumbrada a los problemas, pero ahora necesito ayuda y no me da vergüenza decirlo".