Amparo, Pilar y Vicente, tres nombres al borde de la extinción

De las 16.900 niñas nacidas en 2020 y 2021 residentes en la provincia de Valencia apenas 13 se llaman Amparo y Pilar solo 11, mientras que entre los 18.200 niños únicamente 31 son Vicente

Perchero de una aula de la 'escoleta' de la Universitat Politècnica de València (UPV) con los nombres del alumnado.

Perchero de una aula de la 'escoleta' de la Universitat Politècnica de València (UPV) con los nombres del alumnado. / Francisco Calabuig

Rafel Montaner

Rafel Montaner

Dicen que no hay mal que cien años dure. Una fecha de caducidad que, al parecer, también sería de aplicación a la onomástica valenciana pues muchos de los nombres propios de moda hace un siglo han desaparecido en la actualidad o están al borde de la extinción, como es el caso de Amparo, Pilar y Vicente. Basta un dato para dar fe del ocaso de estos tres nombres: según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la provincia de Valencia de las 16.900 niñas nacidas en 2020 y 2021 apenas 13 se llaman Amparo y Pilar solo 11, en ambos caso menos de una de cada mil niñas. Mientras que entre los 18.200 niños únicamente 31 son Vicente, no llega a dos de cada mil. 

Un descenso que ni siquiera han paliado las versiones en valenciano de dos de estos tres nombres. Pues Empar solo se llaman cinco niñas de todas las nacidas en los dos primeros años de esta década, mientras que Vicent está levemente por encima de su homónimo castellano con 40 niños.  

Estos no son los únicos casos de declive, pues todos los nombres propios masculinos más populares hace un siglo en la provincia de Valencia han desaparecido de la lista de los 20 más habituales en la actualidad mientras que en el ‘Top 20’ de los femeninos apenas resisten dos de ellos, María y Carmen

Póquer de ases del santoral valenciano

En los años 30 del pasado siglo entre los chicos los nombres más frecuentes eran, por este orden, José, Vicente, Francisco y Antonio. Hasta tal punto que más de la tercera parte de la población masculina valenciana nacida antes de 1930 lleva alguno de estos cuatro nombres. 

El reinado de este póquer de ases del santoral valenciano va desde antes de los años 30 del pasado siglo hasta la los años 60, ya que durante estas más de cinco décadas están entre los cuatro nombres de pila más frecuentes. Por ello, los valencianos que llevan alguno de estos cuatro nombres equivalen a una décima parte de la población masculina. Sin embargo, estos cuatro nombres en su conjunto entre los nacidos en 2020 y 2021 no llegan a representar ni el dos por ciento del censo.

Entre los nombres de mujer que arrasaban hace un siglo hay 11 que en los primeros dos años de la actual década ni siquiera los han recibido al menos cinco niñas en toda la provincia de Valencia. Estos nombres que se puede decir que ya han pasado a la historia son Concepción, Dolores, Vicenta, Consuelo, Francisca, Rosario, Encarnación, Ángeles, Asunción, Desamparados y Josefina

No me llames Dolores, llámame Lola

Incluso uno de ellos, Dolores, ha visto como le supera Lola, su hipocorístico. En 2020 y 2021 se inscribió este diminutivo como nombre oficial en la partida de nacimiento de 170 recién nacidas en la provincia de Valencia, 10 de cada mil. Estas 170 Lola nacidas en los últimos dos años suman más que todas las Dolores que vinieron al mundo en los 32 años que van desde 1990 hasta 2021 en la provincia de Valencia.

Nombres propios bordados en baberos para bebés.

Nombres propios bordados en baberos para bebés. / David Revenga

La onomástica en valenciano, aunque ya sitúa algunos nombres claramente identificables en el ‘Top 20’ de ambos sexos como Marc, Pau, Aitana y Laia, no ha salido al rescate de los nombres tradicionales. Hay 32 Josep entre los niños nacidos en 2020 y 2021, no llega a dos de cada mil, mientras que los Manel, Francesc y Antoni, con 27, 10 y menos de 5 casos, son muy escasos. Solo Joan, con 136 niños entre los nacidos en 2020 y 2021, está por encima de Juan, con 78. 

Más de la mitad de los 20 nombres de mujer más populares hace un siglo, un total de 11 ya no se usan entre las generaciones nacidas en la década actual y cinco de ellos (Amparo, Josefa, Rosa, Pilar y Mercedes) ni siquiera dan nombre a una de cada mil niñas. Sin embargo, en el caso de los nombres de varón solo ha dejado de usarse Pascual y han caído por debajo de uno de cada mil nacidos Emilio y José María. Esta disimetría se explica por el mayor arraigo de la tradición patriarcal de perpetuar el nombre del padre entre los hijos varones.