Fuster para la posteridad en la caja 1.077 del Instituto Cervantes

La entidad recibe un libro de 'Judicis finals' y una fotografía del autor de Sueca como legado

Ximo López, Salvador Ortells y Verònica Cantó.

Ximo López, Salvador Ortells y Verònica Cantó. / Fernando Villar

Begoña Jorques

Begoña Jorques

La caja de seguridad del Instituto Cervantes, la Caja de las Letras, alberga desde este jueves el legado del escritor de Sueca Joan Fuster (1922-1992), el primer autor en valenciano que forma parte de ese búnker de memoria de la cultura. Como avanzó Levante-EMV, un ejemplar de su obra Judicis finals y una fotografía del autor valenciano en actitud burlesca se conservarán para la posteridad en la caja 1.077 de la institución.

El acto ha estado presentado por Carmen Noguero, secretaria general del Instituto Cervantes, que estuvo acompañada por el secretario autonómico de Cultura, Ximo López; el director del Espai Joan Fuster de Sueca, Salvador Ortells; la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), Verònica Cantó; y la directora general del Libro, la valenciana María José Gálvez.

Para Noguero, la celebración del Any Fuster en 2022 ha significado «una oportunidad para releer su obra, situarlo y actualizarlo en un contexto internacional» con las diferentes traducciones que se han hecho de su obra. «Esta conmemoración ha supuesto una oportunidad para dar a conocer de una forma amplia su obra poética, que había quedado eclipsada por sus escritos cívicos». El centenario «ha permitido ver la pluralidad de un escritor total y su compleja personalidad». Noguero, que calificó a Fuster como «agitador de ideas», destacó de él que «condensa ideas, publica miles de artículos, tuvo relación con Miguel Delibes y decide dejar de escribir versos. Abandonó la poesía y dio la bienvenida a los aforismos, dejando paso más a las ideas que a las palabras, al fondo que a la forma, al racionalismo por encima del sentimentalismo». En este año -continuó la secretaria del Cervantes- «se ha reivindicado a uno de los escritores valencianos más completos de la literatura en catalán. Fuster entendió la lectura, no solo como una evasión, sino como compresión de su tiempo, como herramienta de conciencia crítica».

El libro y foto de Fuster.

El libro y foto de Fuster. / Fernando Villar

Para Noguero, «Fuster vivió la censura en sus textos, el silencio en los medios, el menosprecio de un sector en la València gris de su tiempo». «Marcó un antes y un después en la conciencia del pensamiento crítico». Noguero añadió que «celebramos que sus escritos continúan incomodando y siendo vigentes y polémicos. La obra de Fuster nos deja un mar de cuestionamientos como solo lo hacen los grandes escritores», concluyó.

Aportación a la identidad valenciana

En su intervención, Ximo López recordó que desde la comisión por el centenario de Fuster se buscó «destacar no solo su faceta de escritor, sino también su aportación a la identidad valenciana. Es fundamental en nuestra Historia contemporánea para saber cómo éramos los valencianos, cómo somos y cómo nos gustaría ser en el futuro». López alabó que «hemos organizado centenares de actividades desde la comisión [del Any Fuster] y asociaciones espontáneas que se han sumado para poner en valor al personaje. Hemos conseguido sacar a Fuster de determinado reducto de confrontación política y ponerlo en el terreno de un intelectual europeo del siglo XXI».

Salvador Ortells, que acudió en representación de Josep Palacios, heredero y colaborador de Fuster, explicó que el autor de Sueca «fue un intelectual no ajeno a nada de lo que ocurría alrededor. Fue un alma cultural inquieta. Tenía presente el horizonte hispánico y europeo. Aquí se reconoce su universalismo. Siempre fue un heterodoxo, lucho a la contra en las adversidades de su tiempo. Esta donación es un libro de aforismos que muestra ese Fuster incómodo que interpela al lector, crítico, que quiere llegar al lector a través del diálogo. Le define su capacidad de incitar, pero no desde la mitificación, sino más bien lo contrario. Hemos donado también una fotografía de un Fuster burlesco, irónico. Tenía cultura, pero era accesible. Fue un mito, pero quería estar pegado al pueblo que le vio hacer y por el que tanto luchó. Fuster siempre fue un rebelde».

Noguero y Ortells, ante la caja 1.077.

Noguero y Ortells, ante la caja 1.077. / Fernando Villar

La directora general del Libro aplaudió que con el Any Fuster se haya «profundizado en Fuster y ensanchado su figura, dado rigor a su obra y enseñado a nuevas generaciones». «Es llevar a Fuster donde no está, más amplio, con humor, inteligencia e incomodidad, que hace que todos pensemos un poquito más y mejor. Debemos seguir. Fuster es inagotable y los próximos años debemos tener más y mejor Fuster».

"La caixa de les lletres"

Finalmente, Verónica Cantò dijo de la fotografía y el libro de la caja 1.077 que «es un pequeño retazo de la trayectoria vital y profesional de Fuster, un diálogo entre la imagen y la letra, la imagen y el pensamiento, la imagen y la provocación. Será el primer intelectual en valenciano que se sume a otras figuras como memoria viva de nuestra cultura. Con este acto finalizamos un año dedicado al Fuster pensador universal valenciano, comprometido con su tiempo y entorno y con una actitud intelectual cívica y lúcida, una actitud que no conoce límites o fronteras cuando se trata de pensamiento, de romper convencionalismos y ser revulsivo higiénico».

La caja de Fuster, bajo llave.

La caja de Fuster, bajo llave. / Fernando Villar

Para la presidenta de la AVL, «su libertad intelectual lo equipara a los mejores pensadores del siglo XX. La perspicacia y erudición de Fuster merece que su obra traspase fronteras, aspiramos a que sea reconocido por reflexiones de todos los tiempos y de contundente actualidad». Cantó señaló que el autor de Sueca «reivindicaba la duda y escepticismo como método y usaba la ironía como expresión. Este acto tiene un valor y simbología muy especial. El Instituto Cervantes abre sus puertas a una gran escritor valenciano que reivindicaba su lengua y cultura. La Caja de las Letras se convierte hoy también en ‘la caixa de les lletres’. La cultura y lenguas no tienen fronteras ni son patrimonios cerrados, cuanta más lengua, más libertad, patrimonio y entendimiento», concluyó.  

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