Entrevista | Montserrat Torrent Organista

La organista más longeva del mundo toca en València: "La música ha colmado de fuerza mi vida"

Montserrat Torrent, de 97 años, inaugura el ciclo de órgano del Palau de la Música

La organista Montserrat Torrent, ante el órgano del Palau de la Música de València.

La organista Montserrat Torrent, ante el órgano del Palau de la Música de València. / Levante-EMV

Begoña Jorques

Begoña Jorques

Montserrat Torrent es la organista más longeva del mundo con 97 años. Catedrática de órgano, ha dedicado toda su vida a un instrumento del que no piensa despedirse mientras las ganas aguanten. Reconoce que alguna vez pensó en ‘tirar la toalla’. Actualmente tiene en mente grabar dos discos y seguir tocando allá donde le llamen. Su cita más inmediata es hoy en el Palau de la Música, donde participará en el concierto de reinauguración del órgano central del auditorio.

¿Qué supone su actuación en el Palau de la Música de València?

 Una emoción. La ocasión de recomponer un hilo roto ya que, muchos años atrás, era muy frecuente para mí tocar en el magnífico órgano del Palau de la Música de València. Será una mezcla de recuerdos y emoción, de reencuentro con un órgano que me dejó una huella de gran trascendencia.

¿Cómo descubrió el órgano?

Casi todo lo que me ha ocurrido en la vida ha sido, dirían algunos, por azar; otros decimos por la providencia. Pasada la guerra civil quedamos en una posición muy precaria y unos primos nos dejaron un piso en Santa Coloma de Farners para pasar el verano. No conocíamos a nadie y buscamos refugio en la iglesia. La organista sugirió que acompañásemos los cantos ya que siendo pianistas no requería mayor esfuerzo. Mi hermana y yo nos ofrecimos. Algo en mí despertó curiosidad y una sensación de gran atracción, y decidí matricularme un año. Una vez tomada esta decisión, mi intuición se convirtió en pasión. Las ganas aumentaron y me matriculé en el Conservatorio de Barcelona de órgano. Dije a mis padres que dejaba el piano y que quería hacer toda la carrera de órgano. Se llevaron un disgusto tremendo. La vida aprovecha nuestras vicisitudes y circunstancias para consumar nuestra realización.

¿Cómo es su día a día?

Madrugo a las 5 de la mañana; después, un pequeño aseo y estudio dos horas en silencio. Es el mejor despertar: tranquilidad, plenitud de energía y un órgano que espera ser tañido. Perdido casi por completo mi oído, me he acostumbrado a escuchar nota por nota y disfruto tanto como si escuchase. Sigue el desayuno, el aseo diario, lectura de la prensa y un buen descanso. Comida frugal al mediodía, un poco más de lectura y mis indispensables crucigramas del periódico, correspondencia y siesta bendita. Por la tarde, si hay concierto inminente, estudio otra hora y el resto del día, recibo a mi familia y amigos. Cena más que frugal y descanso hasta la hora de acostarme, aproximadamente a las 21.30 horas.

¿Alguna vez ha pensado en dejar de tocar?

En varias ocasiones dije «se acabó»: rotura de fémur, operación de cáncer y demás percances físicos, pero sin ninguna consecuencia efectiva. Retomaba el estudio y aceptaba conciertos. Creo que la música y el órgano han colmado de fuerza y bienestar mi vida. Sin ellos no tendría sentido vivir. Si puedo y mis interpretaciones siguen teniendo interés, no voy a dejar de tañer. Ni en cinco longevas vidas podría conocer la totalidad de obras y compositores interesantes existentes. Tenemos que hacer entender que con la cultura muchos desencuentros tendrían respuestas lógicas. La cultura es vida. Impidamos cualquier negligencia impositiva contra ella.

Tendrá muchísimas anécdotas. 

Muchas. Podría escribir un libro bastante ameno. Una que me conmovió: Después de un concierto, un ciego en silla de ruedas empezó a hablarme. Le advirtieron que no podía entenderlo por mi falta de audición y, entonces, buscó mi mano y se la puso en su corazón. Suerte que no vio mis lágrimas.

¿Ante quién le hubiera gustado tocar?

No hay ningún oyente preferido, mi intención es comunicar mi emoción y hacerla partícipe a los que escuchan mis interpretaciones.

¿Ser mujer le ha supuesto tener muchos obstáculos en su carrera?

En mi vida han sucedido demasiadas muestras de desprecio por el hecho de ser mujer. Los años «victoriosos» han conllevado un menosprecio y vejación por el hecho de género. La cultura tiene que ser para todos, sin clasismos.

¿Qué le parece cuando le llaman ‘la leyenda del órgano’?

Legendaria por edad, es mi único mérito para merecerlo. Para mí, el único legado es el de haber intentado interpretar con la máxima fidelidad cada nota que el autor ha plasmado en el pentagrama. Nunca he pretendido notoriedad ni personalismos. 

¿Cómo ven el órgano las nuevas generaciones?

Aparecen jóvenes intérpretes que aseguran el futuro del instrumento y de sus composiciones. Muy a pesar de nuestros representantes, que se empeñan en menospreciar la enseñanza de órgano en los conservatorios. Además, el problema de los jóvenes es el desconocimiento. Por motivos de envergadura instrumental, el órgano no puede sonar por doquier, y por desgracia donde más ubicaciones tiene es en la iglesia y la sinrazón asocia el contenido con el continente. La ignorancia es muy atrevida y relaciona el órgano solo con música litúrgica. 

¿Qué proyectos tiene?

Seguir estudiando, seguir visitando órganos antiguos ávidos de ser tañidos y tengo expectativas de grabación de dos discos. 

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