Al otro lado del lienzo

Las artistas conquistan museos tras siglos ‘ocultas’ en los talleres de padres y maridos

Una de las piezas que se atribuyen a las hermanas Macip.  levante-emv

Una de las piezas que se atribuyen a las hermanas Macip. levante-emv / begoña jorques. valència

Begoña Jorques

Begoña Jorques

Desde campesinas hasta reinas. El mundo del arte ha representado a la mujer a lo largo de los siglos independientemente de su clase social, origen o aspecto físico. Ha sido musa de grandes artistas y protagonista de las mayores obras maestras de la pintura. Su presencia como ‘objeto’ artístico es indiscutible. Sin embargo, ellas -desde siempre- han estado también al otro lado del lienzo, en muchas ocasiones, ocultas tras sus padres o maridos o relegadas a pintar flores y bodegones.

Algunas obras 
de la artista 
de Alicante
Juana Francés, 
en la exposición 
«A contratiempo», en el IVAM.   miguel ángel montesinos

Algunas obras de la artista de Alicante Juana Francés, en la exposición «A contratiempo», en el IVAM. miguel ángel montesinos / begoña jorques. valència

Aunque la primera mujer pintora reconocida como tal fue Safonisba Anguissola, nacida en Cremona (Italia) en 1535, no tenemos que viajar muy lejos para encontrar ejemplos de mujeres pioneras que destacaron en el mundo del arte. Es el caso de Margarita y Dorotea, ambas hijas del reconocido artista valenciano Juan de Juanes. Margarita es considerada hoy la primera pintora valenciana. La primera vez que se le menciona como pintora es en un poema de Cristóbal Virués, autor del siglo XVI. «En pincel y colores, Juan Vicente, en ingenio y pintura Margarita, en distinción y gracia, Dorotea», cita el texto del poeta y contemporáneo de Juan de Juanes. Así, parece documentado que tanto Margarita como Dorotea trabajaron en el taller de su padre, cuya fama eclipsó el trabajo de las hermanas que ha dejado, según las atribuciones de expertos, obras como las pinturas de la Capilla de San José en la Parroquia de la Santa Cruz de València o La conversión de San Pablo de la Catedral.

Joaquín Sorolla observa cómo
 pinta su hija María, autora de
 obras como «La chula» (arriba). 
museo sorolla/ l-emv

Joaquín Sorolla observa cómo pinta su hija María, autora de obras como «La chula» (arriba). museo sorolla/ l-emv / begoña jorques. valència

Artistas «de afición»

La artista Manuela 
Ballester, que fue pareja del 
cartelista Josep Renau, vio 
reconocido su trayectoria.  levante-emv

La artista Manuela Ballester, que fue pareja del cartelista Josep Renau, vio reconocido su trayectoria. levante-emv / begoña jorques. valència

Las mujeres han sido apartadas históricamente de la actividad intelectual y profesional del arte. El bloqueo de la mujer a la educación artística comenzó a resquebrajarse en el siglo XVIII gracias a la proliferación de las Academias, aunque fueron consideradas durante mucho tiempo artistas de afición. En España no fue hasta bien avanzado el siglo XX cuando fueron valoradas.

Al otro lado del lienzo

Al otro lado del lienzo / begoña jorques. valència

El pasado año el Museo de Bellas Artes de València abrió una sala -hoy ya desmantelada- dedicada a las mujeres artistas. Manuela Ballester (1908-1994), María Sorolla (1889-1956) o Elena Carabia (1880-1897) fueron algunas de las valencianas protagonistas. Ballester, pese a tener una trayectoria reconocida llevó tras de sí el ser la pareja de Josep Renau, mientras que María Sorolla vivió siempre bajo la sombra de su padre, Joaquín Sorolla. De la hija del ‘maestro de la luz’ el Museo de Bellas Artes de València exhibe La chula. «María había practicado desde su primera juventud la pintura, apreciándose en ella la influencia del estilo paterno. Sin embargo, la artista también supo encontrar un estilo propio y personal», señala el museo valenciano.

Tras esos comienzos de siglo, la mujer tuvo que seguir recorriendo un espinoso camino para conquistar su visibilidad y profesionalización desde el final de la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República -momento de verdadera emergencia de las mujeres en la vida pública-, pasando por el franquismo -periodo en el que este proceso sufrió un parón- hasta la década de los años 80, cuando su integración y posicionamiento experimentó una consolidación. Este fue el punto de partida de la muestra «A contratiempo. Medio siglo de artistas valencianas (1929-1980)», que el IVAM inauguró en 2018 y en la que reunió 240 obras de más de 40 artistas. Jacinta Gil, Juana Francés, Ana Peters, Monika Buch, Isabel Oliver, Ángela García Codoñer, Victoria Civera o Soledad Sevilla fueron algunas de las artistas seleccionadas.

Catorce mujeres y 53 hombres

Precisamente, la valenciana Soledad Sevilla (1944) ha sido una de las pocas mujeres que han logrado el Premio Nacional de Artes Plásticas, que han reconocido a 53 hombres frente a 14 mujeres en los 43 años que lleva entregándose. Carmen Calvo (1950), también valenciana, es otra de las artistas que han logrado este reconocimiento que entrega anualmente el Ministerio de Cultura.

Las dos han marcado hitos para las mujeres artistas: Carmen Calvo expuso en una de las instituciones artísticas de mayor reconocimiento internacional, el Guggenheim de Nueva York, en la muestra colectiva «New Images from Spain», mientras que Soledad Sevilla viajó a la Universidad de Harvard con una beca, lo que denota una normalización creciente de la participación de las artistas en eventos públicos, ferias y exposiciones.

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