"Lo que me mantuvo fuerte frente a los insultos fue el gran amor que sentía por Alberti"

La escritora valenciana Asunción Mateo presentó ayer su última obra "Mi vida con Alberti" en el Col·legi Major Rector Peset, donde recoge sus vivencias con el escritor

Rafael Alberti y María Asunción Mateo.

Rafael Alberti y María Asunción Mateo. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

Han pasado casi veinte años desde la muerte del escritor Rafael Alberti. Sin embargo, su viuda, la valenciana María Asunción Mateo reconoce que "no ha vuelto a tomarse un café con un hombre". El amor que vivieron durante dos décadas, que "no es fácil de entender desde fuera", se recoge en su última obra "Mi vida con Alberti", donde cuenta "sin tapujos ni pelos en la lengua" esta relación y las acusaciones que sufrió por parte de algunos amigos del escritor.

¿Cómo está siendo la acogida del libro "Mi vida con Alberti"?

No me lo acabo de creer, porque yo he publicado varios libros, pero jamás ninguno había tenido esta resonancia. Yo estoy un poco sorprendida, ha sido una acogida muy buena. Te tengo que ser sincera porque no hay ninguna sola crítica que sea negativa. Nadie duda de lo que cuento y dicen que es verdad. Además, aporto una serie de documentos de cada cosa que digo, que es muy importante.

Reconoce en varias ocasiones que el único deseo era mantener viva la obra de Rafael, pero a los 80 años decide romper el silencio con esta obra. ¿Qué le impulsa a dar este paso?

Jamás había querido escribir un libro de memorias y menos de una de viudedad. Siempre me he negado, hasta que me ocurrió una cosa que realmente es muy literaria e incluso muy cinematográfica. Organizando una estantería, me cayó en la cabeza una carpeta que la cogí en el aire. Era una carpeta de las muchas que Rafael me había decorado para guardar fotos, recuerdos, notitas, flores disecadas que me mandaba... Encontré allí un folio escrito por Rafael, donde me pedía que escribiera nuestra vida en común, siempre que lo que contara fuera bello y bueno para los dos. Yo cuando leía aquello sí que recordaba el día que lo había escrito, pero ni me acordaba. Él me daba un plazo de tiempo para escribir las memorias, que era el año 2015, pero era el 2021. Al leerlo no pude, lógicamente, evitar la emoción y me fui corriendo a la habitación de al lado y delante del ordenador me puse a escribir un 3 de junio y a finales de octubre acabé el libro. No podía dejar de escribir. Era empezar a contar todo aquello que yo llevaba acumulado, que nunca me había imaginado que iba a publicar, pero realmente en mi cabeza lo tenía organizado y en mi corazón. O sea, que Rafael me obligó... Me obligó a escribir el libro.

Su relación empezó el 10 de abril del 1983. ¿Qué recuerda de aquel día?

Un recuerdo maravilloso porque yo fui a un congreso que se celebraba en homenaje a Antonio Machado. Yo era profesora de un instituto. En el anuncio del acto leí que iba a asistir Damaso Alonso. Para mí era una persona muy admirada, lo había leído mucho, me gustaban mucho sus ensayos sobre Góngora, sobre la poesía del 27... Junto a una amiga cogimos el tren y nos fuimos a Baeza. Llegamos allí y empiezo a buscar la venerable cabeza de Damaso Alonso y no la veo por ningún lado. Y veo mucha gente porque era un acto que se había suspendido hacía 20 años, en honor a Antonio Machado, pero por ideología política lo suspendieron, ya que era la época de Franco. Empiezo a mirar y veo una cabeza cana, blanca, y digo es Rafael Alberti. Rafael había ido en lugar de Damaso. Y ahí empezó todo, ahí empezó la película. Me acerqué, pedí un autógrafo y me preguntó de dónde era. Me dijo que iba a venir a València a dar un recital. Y así empezó la historia. La historia que se prolongó hasta el el año 2000 casi, porque él murió dos meses antes de acabar el siglo.

Han pasado 40 años desde aquel momento, y a pesar de que ya no está, ¿sigue vivo ese amor?

Cuando se quiere a una persona, este sigue vivo. Cuando se quiere a una persona, yo creo que se le quiere para siempre. Siempre que esa persona no deje de amarte a ti o te defraude en muchas cosas. Nuestra felicidad fue sostenida a través de casi 20 años. Cuando se quiere a una persona mucho, se puede querer de muchas formas. Se puede querer con el corazón y se puede querer con el alma. Y yo a Rafael lo quise, con el alma, con el corazón y con todo mi yo. Conocer a Rafael y olvidarlo es imposible, dificilísimo. Yo no lo he superado.

Supongo que el momento de la despedida fue uno de los más duros que ha vivido.

Pues sí, la verdad. Pero también una tiene sentido común. Rafael había vivido casi un siglo y de alguna forma era un privilegiado. Había vivido varias vidas porque hay gente que se muere con 20, con 30 o con 40. Dentro de todo el dolor, el sentido común me decía que tocaba ya, que era casi un siglo de vida. Esas cosas hay que razonarlas. Pero yo siempre he llevado ese dolor de una manera muy discreta. Todo eso lo he llevado a la intimidad más grande, que es como yo viví con él, mi intimidad y mi felicidad. Fue una historia de las que hoy en día casi no se lo cree nadie porque parece una novela o una película, pero yo te garantizo que es verdad, porque lo viví y lo sentí. Si tú has querido a esa persona con tanta intensidad, esa persona jamás se irá de tu vida, nunca. Por muchas personas que conozcas. Y yo no he querido conocer a ese nivel a nadie más.

¿Escribir el libro habrá sido una montaña rusa de emociones?

La verdad es que sí. Yo nunca he ido al psicólogo ni he ido al psiquiatra, pero fue algo similar a eso. Como si me hubiera sometido a unas sesiones porque es volcar todo, lo bueno y lo malo. Pero ha sido muy bueno, ha sido sano, sano para mí.

Pero, como cuenta en las memorias, no todo fue fácil con el entorno de Rafael.

Mientras vivió Rafael, todo fue maravilloso. Pero determinadas personas, que no hace falta ocultar el nombre, como Luis García Montero o Benjamín Prado montaron una batalla que no se puede creer. Es de una crueldad tremenda, porque yo no les había hecho nada. Solo me había casado con Rafael Alberti. Pero eso no lo perdonaron. Pensaron que yo les había quitado un sitio en la vida de Rafael, el salir en la foto, el protagonizar escenas de su vida... Yo me enamoré de él y yo venía de un mundo totalmente diferente. Yo era una profesora de instituto, una persona con una vida rutinaria, normal, divorciada, con dos hijos. Y la literatura me llevó a Alberti. O sea, Antonio Machado fue el que de alguna forma nos unió. Ahí no había otro tipo de interés. Y además Rafael no tenía dinero tampoco. Tenía 79 años cuando yo lo conocí. Si eso no es amor, ¿qué puede ser? Toda esta gente se ha intentado vengar de lo que dicen que yo les quité. Lo único que hice fue hacer feliz a un hombre que se lo merecía. Y él a mí también me hizo muy muy feliz. Por eso a mí me asombra. Porque esta gente que se llamaba amigos no se alegraba de la felicidad de Rafael. Todo lo que cuentan, además de mentira, es una cosa que jamás pueden demostrar. Yo demuestro todo lo que digo con documentación. Ellos dejaron de ver a Rafael desde el día en que nos casamos. Nunca más lo vieron. ¿Cómo podían saber cómo vivíamos? ¿Cómo estaba él? Me hicieron daño, mucho daño. A mí y a mis hijos nos hicieron mucho daño. Pero hay una cosa que esta gente nunca podrá tener, que es autoridad moral. Y yo la he tenido y he estado hasta el último segundo de vida de Rafael a su lado. Respetándolo, queriéndolo y cuidándolo.

Vivió un maltrato psicológico.

Claro, lo que pasa es que es un maltrato psicológico sistemático mantenido en el tiempo. Pero en esos momentos la gente no decía nada. A mí nadie me apoyó. Todo lo que ponía en El País, era palabra de Dios. Y entonces todos los periódicos se contagiaban y contaban lo mismo. Fíjate la amistad. Si de verdad lo hubieran querido, como Rafael se merecía que lo quisieran, aunque yo hubiera sido una mala persona y a él lo hubiera hecho feliz, tendrían que estar contentos.

¿Y todos estos medios que difundían estas noticias, en algún momento llegaron a ponerse en contacto con usted para saber su versión?

No, nadie pide nada. El olvido lo borra todo. Nadie me ha pedido disculpas. Pero me compensa que ahora todo lo que sale en prensa acerca del libro es bueno. Y pone que los otros son malos, que me odiaban... Se han dado cuenta un poco tarde. Todo lo que a mí me hicieron pasar es muy difícil de soportar. Yo creo que a mí lo que me mantuvo tan fuerte fue el gran amor que sentíamos Rafael y yo hacia el otro. Eso fue lo que me mantuvo, porque yo sabía que yo no había hecho nada malo. Yo sabía que la autoridad moral era la mía y que a mí de ahí no me bajaba nadie. El amor sirve para mantenerte ante las adversidades, ante situaciones injustas. Yo creí que esto nunca se iba a solucionar, pero la vida es tan extraña que ha sido escribir el libro que jamás quería escribir y ahora todo son alabanzas.

¿Cree que ahora se hubiese producido algún movimiento feminista, si hubiese ocurrido en estos momentos?

En estos momentos, se les cae el pelo a todos. Se quedan calvos. Fíjate lo que ha movido lo de Rubiales. Imagínate estar aguantando durante tantos años estando sola, rota de dolor, porque la persona que tú quieres ya no existe en este mundo y que te estén pegando. Escribió un abogado para que desmintieran porque hay derecho a la réplica en los periódicos. Cuando se les llamó por teléfono contestaron: "Demándenos". Ya sabía que tenían todas las de perder. Era el periódico más leído, el más respetado...

¿Ha podido cerrar la herida con este libro?

No lo sé. La herida es una herida. Sí, la cicatriz está ahí. Tú tienes un accidente y tienes algo gravísimo, pero luego te cosen, ¿no? Pero siempre están cosidos. A mí en el fondo nunca se me va a quitar eso de haberme sentido una mujer maltratada. Pero creo que he hecho bien escribiendo el libro porque, según dice la gente de alrededor y la gente que me quiere, ahí se ve que lo que cuento es verdad.

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