Llegar a la corte o fallera mayor es una carrera de obstáculos. Mar Vercher parte con la ventaja de que pasó su semana fallera entre obstáculos: los de las obras de Isabel la Católica. «Fueron días con muchos nervios. Iba al cruce a ver si habían puesto más adoquines, cuantos agujeros había. Por la noche íbamos al cruce pensando donde plantar la falla infantil, la carpa, los baños, si entraría el camión, si estaría asfaltada la calle... si: tengo unas fotos espectaculares de mi cena de fallera mayor, entrando en la calle flanqueada por los pilones de plástico de la obra. Y como no podían pasar los coches, no hemos tenido molestias». Se lo toma con humor porque «las falla son mi particular válvula de escape». Necesario: No siempre es fácil el día a día. «Estoy acabando el primer año de Residencia en Oncología Radioterápica en el IVO. Soy feliz en mi trabajo, aunque no sea sencillo. Son pacientes que también son agradecidos. Te dan lecciones de vida todos los días. Cuando ves un paciente que sale adelante es una satisfacción enorme. Lo has acompañado todo el proceso y verle salir del hospital, aunque su vida todo lo plena que sería deseable, pero poder volver a convivir, reconforta y lo vives». 

El de Mar es un reencuentro con la fiesta. «Fui infantil en Norte-Doctor Zamenhoff y mi familia había sido de Na Jordana. Se perdió la tradición por el camino, pero hace seis años, una de mis amigas es de Isabel la Católica y me dijo que me acercara. Fui, tuve «feeling» y desde entonces». Con relación familiar en lo más alto estos años: mis sobrinas Loida y Celia, que han sido corte infantil en 2015 y 2019, son hijas de mi primo Juanvi». Y su nombramiento como fallera mayor, inesperado. «La chica que iba a ser se comprometió con su pareja y, ya en septiembre, la presidenta Ana Ebri me lo ofreció. Pensé que era mi momento. Al día siguiente hablé con mi Jefe de Servicio, con Eduardo Cervera para saber si me haría los trajes... y en dos semanas pasé de ni planteármelo a estar ejerciendo». Si saliera en la corte tendrá que aplicar otra artesanía a su vida: «el encaje de bolillos. De turnos y guardias, pero no me han dado más que facilidades».

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Su inicio de pandemia la pilló muy lejos de casa. «Estaba en Camerún de voluntaria, con una ONG dedicada a la ortopedia y la cirugía traumatológica. Cuando se cerraron las fronteras de Marruecos con España estaba en Casablanca intentando volver. Finalmente lo hice por París, en el último vuelo permitido». Más que una experiencia de vida es «la experiencia de mi vida. Son quince días los que pasé en Yaundé y que repetiría una y mil veces. Una parte de mi corazón se ha quedado allí».

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Conoce a todas las candidatas a Fallera Mayor de València 2023 Fotos de Armando Romero (JCF) y Moisés Domínguez