El gran día de las fallas infantiles

Los concursos de fallas se inician con los monumentos de los niños, que viven un momento envidiable con el nuevo y amplio elenco de artistas jóvenes que aportan nuevos recursos temáticos, aunque se mantiene el exceso de elementos

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Tras una noche frenética para plantar y rematar las fallas infantiles, los monumentos ya están listos. Ha sido todo un año de esfuerzo por parte de las comisiones y los artistas falleros que ahora culminan con el gran día de las fallas infantiles. València despierta con los monumentos preparados para que los miembros del jurado comiencen a visitarlos. No cabe el menor error. El reloj no perdona y el ritmo frenético de la fiesta encamina a los monumentos infantiles al que será uno de los grandes momentos de este año para estas comisiones: la lectura del fallo en el que se dará a conocer esta misma noche cuál será la falla infantil ganadora de 2024.

De momento, el día acompaña para disfrutar de un paseo por los monumentos. Sin tanto bullicio y con las fallas recién plantadas, las fallas infantiles lucen su mejor cara como preludio a la elección del Ninot Indultat de este año a partir de las 17:30 de esta tarde. Ayer, Duque de Gaeta se alzó con el Ninot Indultat Infantil de 2024.

El ejercicio fallero está lleno de momentos de alta emotividad, porque el aspecto humano es especialmente básico en lo que es el entramado de la fiesta. Por ello, algunos de los grandes momentos proceden de esa parte: la noche de Fonteta, la «Telefonada» o la Exaltación en términos «falleramayoristas». Y luego cualquier concurso en los que intervienen los falleros de base, y si es en un escenario, más aún.

Pero no hay que engañarse: el momento de verdad es cuando se plantan las Fallas. Y cuando son juzgadas. Porque las voces que apelan a una fiesta cursi, sin competición, viven ajenos a la realidad.

La imperfecta competición, con su reparto de premios, es la que sostiene que el arte efímero siga teniendo vigor, aunque esté muy mal gestionado.

Abren el concurso las fallas infantiles. Y se presentan con una contradicción que viene observándose desde hace años. Por una parte, la cuestión laboral no es tan asfixiante como con los artistas mayores. Aquí se trabaja en menos espacio, con menos trabajadores y menos gastos fijos. Aunque también los artistas se enzarzan en la locura de «poner la mayor cantidad posible de falla». Ahí llega el problema y la contradicción: las fallas infantiles, y no digamos en la alta competición, son demasiadas veces un jeroglífico, inasumible para los niños, que en no pocos casos se ven acobardados por unos montajes maravillosos en lo estético pero indescifrables en el mensaje.

A pesar, además, de que en las fallas infantiles está lo mejorcito del arte efímero en materia temática. Hay mucho artista joven, con ideas frescas, que prepara y guioniza unas fallas muy interesantes. Auténticos catálogos del saber y conocer, alejados cada vez más de los estereotipos del cómic y del costumbrismo rancio para los que la nueva generación de artistas suenan a otro mundo.

La Especial -un mundo totalmente diferente al de las fallas grandes, pues sólo Exposición y Convento doblan en ambas categorías- llega con varios movimientos de fichas, del que destaca, en los puestos de honor, la presencia de Sergio Alcañiz, ganador en 2023, en la siempre competitiva Maestro Gozalbo.

Este año defiende título José Gallego, en la que va a ser su despedida de la categoría, anunciada hace dos años: alternará con Iván Tortajada, quien ya está preparando el nuevo proyecto. Un difícil encaje en una competición que también observará el debut de hasta tres artistas.

La «plantà» de las fallas infantiles supera ya completamente el concepto de organizarlo todo durante la noche anterior. La «plantà» es cosa de una jornada entera y muchas fallas se prepararon ya el miércoles. No cabe duda que, en las grandes categorías, las fallas infantiles son auténticos portentos de calidad escultórica, que en cualquier otro ámbito artístico estarían mucho mejor valoradas.