Cohetódromos improvisados: El infierno de vivir en Russafa durante las Fallas

El vecindario advierte del riesgo que se produce cada día con la cantidad de pirotecnia que se usa en las calles hasta la madrugada, donde las salidas rebotan en las fachadas

Los residentes deciden marcharse ante la imposible conciliación de la rutina y el trabajo diario con las verbenas y botellones que se producen en las calles

El cruce entre las calles Sueca y Puerto Rico se convierte en un cohetódromo improvisado

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La incomodidad de vivir en València durante las Fallas para los residentes que no disponen de vacaciones y deben continuar con sus rutinas habituales de trabajo es una de las conversaciones más recurrentes estos días. Un tema agravado para todos aquellos que viven en barrios céntricos donde se concentra buena parte de la agenda fallera y la que deriva de los actos oficiales: las verbenas y fiestas improvisadas que se crean en calles donde continúa viviendo gente. De ahí que buena parte del vecindario del centro, el Carmen y Russafa se vayan fuera, a otras residencias, de viaje o a casas de familiares ante la imposibilidad de conciliar su vida con los cientos de puestos de comida y bebida callejera, los visitantes y, sobre todo, la cantidad de petardos que se lanzan por minuto.

Los vecinos y vecinas de Russafa han dado aviso este fin de semana del tono al que la fiesta se elevaba: las calles del barrio se han convertido desde hace días en cohetódromos improvisados. El epicentro se encuentra entre las calles Sueca y Puerto Rico, donde los cientos de turistas que transitan las calles de Russafa para visitar las luces y los munumentos de Cuba y Sueca con Literato Azorín crean, de camino, una catedral de la pólvora paralela. Y es que a escasos metros de la intersección se encuentra una tienda de pirotecnia en la que los visitantes cargan de material pirotécnico que disparan en ese cruce, y el sonido de tracas y cajas de castillos es constante desde media mañana hasta la madrugada del día siguiente.

Los petardos y salidas convierten a Russafa en un cohetódromo improvisado

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"Cualquier día va a pasar algo porque por estas calles pasa mucha gente", advierta Javier Muñoz, un vecino que vive justo en el cruce, que se queja de que la situación es insostenible ya que el ruido de los petardos es constante y hasta altas horas de la madrugada, donde se mezcla fuego y gente con elevados niveles de alcohol en el cuerpo: "El problema es que están amparados por la normativa municipal, que permite tirar petardos hasta las 2:00 de la mañana desde el día 9. Puedo entender que los 'días grandes' haya más margen, pero diez días así es insufrible, porque tienes que trabajar y es imposible dormir". A este respecto, el joven cuenta que "el miércoles era la 1:30 y no paraban de tirar tracas. Les llamé la atención y me dijeron que se podía tirar hasta las 2:00". De todo ello se derivan no solo molestias acústicas, sino que cada día las calles amanecen con una ingente cantidad de restos de pirotecnia y suciedad que los servicios municipales se afanan en retirar.

Cruce de Sueca con Puerto Rico en la madrugada del domingo.

Cruce de Sueca con Puerto Rico en la madrugada del domingo. / L-EMV

Familias que deciden marcharse

Es solo uno de los testimonios que no dejan de advertir sobre una situación que por momentos resulta insostenible. No son pocas las familias que, aprovechando las vacaciones escolares, se marcharon el viernes y volverán el miércoles para que al menos, los más pequeños de la casa puedan dormir.

No solo gente con bebés, sino que otros tantos jóvenes que residen en este barrio deciden marcharse bien porque tienen mascota, como es el caso de Pandora García que vive en Cabo Jubi: "Nuestro perro no lleva bien los petardos y no podemos quedarnos, no quiere salir a la calle. Como teletrabajamos, tenemos cierta facilidad para marcharnos y nos hemos ido a pasar unos días al apartamento de la playa de mis suegros, donde almenos podemos dormir y sacar a nuestro perro a pasear tranquilamente", reconoce. Y añade: "Mis amigos que se han quedado es porque no tienen vacaciones y tienen que trabajar sí o sí, haciendo malabarismos. Los que pueden, se han marchado a algún alojamiento rural para estos días", añade.

Petardos contra fachadas

En calles como Cuba, donde no hay verbena pero sí todo tipo de paradas de alimentación y bebida además de una falla que visitan miles de personas cada día, los petardos y las salidas son una constante en cualquiera de las calles que interseccionan, como Pintor Gisbert, convertida en vía de evacuación... y cohetódromo público. Allí, durante la noche del domingo no dejaban de sucederse las personas que se concentraban para tirar petardos que rebotaban contra las fachadas en una calle con una dimensión entre edificios de no más de 30 metros, con el peligro que eso supone y con el recuerdo nítido de lo sucedido hace unas semanas en Campanar. Los vecinos y vecinas salían a los balcones a advertir a las personas que los lanzaban del peligro que suponía, pero la normativa municipal lo permite y solo queda confiar en el civismo de cada uno. Cabe recordar que el domingo, un edificio en la calle Vinalopó sufrió un incendio por una de estas salidas que quedó enganchada en un toldo.