Jaume I decidió el rumbo del Pueblo Valenciano en la Navidad-Epifanía de hace 786 años

Jaume I realiza “el jurament del Puig” a principios de enero de 1238

Jaume I realiza “el jurament del Puig” a principios de enero de 1238 / Obra excepcional de Garrido Méndez.

Julio Badenes

Julio Badenes

Me pregunto, ¿qué hubiese sucedido si en aquella aciaga Navidad del año 1237 Jaume I no hubiese tenido la valentía de, a pesar de la opinión contraria de la mayoría de los nobles, dirigirse a El Puig de Santa María para enterrar a su tío Bernat Guillem de Entença, nombrar un nuevo alcaide del castillo de la Patá o de Enesa, y seguir adelante con su proyecto de conquista, a pesar de tenerlo casi todo en contra? La respuesta es clarísima, nosotros tendríamos una identidad cultural bastante diferente, dependiendo de si el reino de Valencia hubiese permanecido en poder de los musulmanes, o de si algún otro rey cristiano, diferente del Conquistador, hubiese tomado el territorio valenciano.

De hecho en el año 1099, tras la muerte del Cid Campeador, doña Jimena tomó el mando de todo el territorio valenciano que había conquistado su esposo. Pero, en 1102, el empuje almorávide era tan potente que doña Jímena pidió ayuda al rey Alfonso VI y le ofreció gobernar el señorío de Valencia pero, el rey de Castilla y León, tras una profunda reflexión no quiso aceptar este reto. Imaginemos, por un momento, que Alfonso VI y sus sucesores hubiesen sido capaces de mantener en sus manos el señorío cidiano-valenciano. Hoy no hablaríamos valenciano, nuestras costumbres serían bastante diferentes, etc., etc.

La muerte de Bernat Guillem de Entença

Tal día como hoy, hace 786 años, Jaume I se enteró de la muerte de Bernat Guillem de Entença, que debió ocurrir entre finales de diciembre de 1237 y los primeros días de enero de 1238. Jaume I recibió la noticia de dicho fallecimiento cuando “feia huit dies o més que érem a Saragossa” (Fets, cap. 231), y la documentación señala que se encontraba en Zaragoza el 27 de diciembre de 1237 (Miret i Sans, Itinerari, p.129). El anuncio de esta gran pérdida caía como un jarro de agua fría sobre los planes de Jaume I, pues Bernat Guillem de Entença, hermano de la madre del Conquistador, María de Montpellier, fue el encargado de preparar la conquista de Valencia. Y cumplió su cometido tan bien, como alcaide del castillo de El Puig de Santa María, que incluso obtuvo la victoria en la batalla de El Puig, gracias a su inteligencia como estratega.

Jaume I y su ejército se dirigen al castillo de El Puig de Santa María.

Jaume I y su ejército se dirigen al castillo de El Puig de Santa María. / Museo Militar de Montjuic

Aquella Navidad de 1237 se convirtió en la más funesta de la historia vital de Jaume I. Él mismo confiesa que cuando oyó las palabras de la muerte de su tío “ens torbàrem molt, i per una bona estona no els poguerem respondre, per la gran dolor que sentíem de la seua mort”. Todo quedaba en suspenso y el rey y los nobles debían decidir cuál sería el futuro de El Puig de Santa María (Fets, cap. 231). Jaume I decidió acudir a El Puig de Santa María, prácticamente, al día siguiente de enterarse de la descorazonadora noticia.

Ya en El Puig de Santa María, tras haber enterrado a Bernat Guillem de Entença y haber elegido como nuevo alcaide de la fortaleza a Berenguer de Entença, alrededor del día de Reyes de 1238, fray Pere de Lleida avisa al rey de que, presos por el temor y la cobardía, “més de seixanta cavallers i homes honrats, dels millors d’aquest lloc, han parlat amb mi, i diuen que se n’aniran de dia o de nit, quan vós us n’anireu’’ (Fets 236). Jaume I era totalmente consciente de que si el castillo de Enesa era abandonado sería imposible conquistar Valencia y su Reino (Fets 241). De manera que, tras pasar casi toda una noche en vela pensando cómo solucionar esta traición, el monarca tuvo una especie de iluminación divina, a modo de regalo de Reyes, y decidió “ser al matí a l’església de Santa Maria, i convocàrem a consell els cavallers i tots els altres’’ y promete “a Déu i a aquest altar que és de la seua Mare, que nós no passarem Terol ni el riu d’Ulldecona fins que haurem pres València” (Fets 237). Este juramento, ante la imagen de la Mare de Déu del Puig, fue decisivo, fundamental, porque sin él la conquista de Valencia se iba al traste. Así, tras esta promesa, el castillo no será abandonado, pues los caballeros se llenaron de fuerza y valor y “se n’anaren tots contents i alegres ’’ (Fets 238), dispuestos a sitiar Valencia.

Festividad de los Reyes Magos

Como podemos percibir, claramente, el nuevo rumbo histórico-cultural del territorio valenciano había sido decidido por Jaume I entre las Navidades de 1237 y la Epifanía, o festividad de los Reyes Magos, de 1238. Por tanto, nuestra personalidad e identidad como Pueblo la decidió el rey de Aragón en El Puig de Santa María, hace 786 años. Y ello ocurrió “en temps de gener, que fa gran fred” (Fets 237), ese frió que tras ocho siglos seguimos padeciendo en la actualidad y que, a modo de advertencia, debe despertar nuestra interés por el conocimiento histórico-patrimonial, para, seguidamente, poder reflexionar sobre él desde la conciencia histórico-ética y, de ese modo, construir entre todos una sociedad valenciana más democrática y solidaria.

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