Entrevista | Javier Calleja Entrenador del Levante UD

'La herida del Alavés ha cicatrizado'

Javi Calleja nunca olvidará el que fue el peor momento de su carrera «con mucha diferencia», fruto de una acción que, según su criterio y con argumentos, «no es penalti». Ahora vive el día a día muy feliz e ilusionado con su nuevo equipo

Calleja habla del ascenso en su segunda temporada en el Levante UD

Calleja habla del ascenso en su segunda temporada en el Levante UD / ED

Rafa Esteve

Javi Calleja no tuvo unos días sencillos después del cruel revés sufrido ante el Alavés. El entrenador granota le dio muchas vueltas a su continuidad, pero, tras reflexionar en profundidad, cogió fuerzas gracias a su familia, apoyo incondicional para el madrileño, y al respaldo del club. 

El ascenso deja de ser una obligación, pero Javi Calleja sabe de primera mano que tiene un equipo que, además de transmitirle buenas vibraciones, puede ganarle a cualquiera. Con la mentalidad de ir partido a partido, el técnico no quiere ponerse límites, mientras vive inevitablemente con la ilusión de devolver al Levante, club en el que quiere estar muchos años, a la élite.

¿Cómo está?

Estoy disfrutando del momento y del proceso. De lo que hemos creado. Estoy ilusionado y feliz.

Pese a lo feliz que se encuentra, ¿se imaginó estar en esta situación hace seis meses?

Hace seis meses me hubiera imaginado en Primera División. Era el objetivo que nos marcamos, pero, por las circunstancias que todos sabemos, no lo conseguimos. Cuando uno lo acepta y se da cuenta de la realidad, entiende que donde uno quiere estar es en el Levante.

¿La herida del Alavés sigue doliendo? O ya no escuece tanto?

Ha cicatrizado, pero siempre que hay una herida de esa proporción viene bien, de vez en cuando, ver la cicatriz para saber qué has vivido, qué ha pasado, de dónde vienes y la realidad que tienes. Para lo bueno y para lo malo hay que mirar hacia adelante y no echar la vista atrás.

¿Fue el golpe más duro en su carrera deportiva?

Sí. Con mucha diferencia. Lo he analizado bastante, tanto de mi etapa como jugador como durante mi etapa como entrenador. No tengo un recuerdo, ni mucho menos, que se acerque a la crueldad que pudimos vivir ese día en casa contra el Alavés. Si uno se pone a pensar en un desenlace más cruel es difícil encontrarlo. Era un empate que nos valía para ascender, para conseguir el objetivo, para hacer felices a muchísimas personas… Creo que era la consecuencia de un grandísimo trabajo durante toda una temporada y a la capacidad para superar muchas dificultades que tuvimos. Y en una jugada polémica, donde parecía que estaba todo listo para poder celebrarlo, se truncó el sueño, la ilusión y la alegría de toda una afición. Tienes que intentar pasar el duelo lo más rápido posible, analizarlo con detenimiento y, sobre todo, coger fuerzas.

¿Cómo vivió aquellos últimos minutos?

Tengo un recuerdo muy doloroso de ese momento. Tengo en la mente el ver bajar a aficionados y jugadores de la grada para prepararse para la celebración. Cuando la jugada continúa, porque el árbitro no pitó nada, Joni Montiel se le acerca a Luis García y le dice que esté tranquilo. Había mucha tensión en ese momento, pero Luis nos da, prácticamente, la enhorabuena, dando por hecho que todo se había acabado. Y, de repente, pita el árbitro y fue como si se parase el mundo. Tuve la impresión de que todo el estadio se quedó en shock. En el momento en el que señala penalti, dio la sensación de que no era verdad. Incluso, de que ese penalti era imposible de pararlo. No teníamos ni esperanzas. Fue como si nos quedásemos sin fuerzas. La dureza del instante nos dejó helados. Una de las cosas que más recuerdo fue el silencio que se produjo antes de que se señalizase el penalti. Fue un silencio sepulcral.

¿Para usted es penalti la acción de Róber Pier?

Para mí no. Es que es una jugada en la que se da todo para no pitarlo. El árbitro, en directo, interpreta que no es suficiente. No ve la mano. No sé si realmente piensa que es una acción para pitar penalti, pero la realidad es que en directo no la pita. Después, cuando lo revisas en la televisión, tienes que ver toda la jugada. Viene de un rebote, Róber Pier intenta esconder el brazo que va por delante para protegerse, y el otro lo deja descolgado sin ir voluntariamente hacia el balón. Le toca el balón a él, no es él el que va al balón. No era una acción decisiva, en el sentido de que no era un disparo a puerta ni nada por el estilo. Se daba todo para no pitar penalti. Esa jugada marcó el devenir de un club y el de otro. Hay que estar muy seguro para señalar una acción que trascienda tanto.

¿A qué le dio vueltas después del partido?

Después del partido necesité tiempo para reflexionar, para pensar, para coger fuerzas y para poner cada cosa en su sitio. Necesitaba tomar una decisión: si seguir adelante o pasar página. Pienso que el respaldo y la confianza que me ha mostrado Felipe Miñambres y la gente del club, al igual que el cariño de la afición y de los trabajadores, fue decisivo para seguir.

¿Se arrepintió de algo?

Durante una temporada pasan muchas cosas que, a posteriori, nos hubiese gustado cambiar. Es algo evidente. Hay muchas situaciones en la temporada que parecen surrealistas. Un penalti que no tira un jugador y lo lanza otro, después el gol que le anulan a Vicente Iborra en Lugo… Era cuestión de que un detalle cayese a nuestro favor. Está la crueldad con la que no asciendes, pero también, que en primera instancia no lo consigues por una diferencia de goles con Las Palmas. Contra ellos, por ejemplo, nos empatan en el último minuto. Y, sin ir más lejos, está el partido ante el Ibiza. Tienes ocasiones y no marcas. Las diferencias en Segunda son mínimas. Cualquier detalle es clave. Hay diez equipos, o más, que pelean por estar, mínimo, en promoción. No hay favoritos.

¿En quién se refugió?

En mi mujer y en mis hijas. Lo hago siempre. Me conocen más que nadie. Son las que me mantienen siempre en pie. Consiguen que no tire la toalla, que no deje de luchar y que vea el futuro con optimismo. Son el motor de mi vida. Siempre que tengo que tomar una decisión lo consulto con mi mujer. Me siento respaldado por mi familia. Es fundamental y necesario, y si no hubiese contado con ello, no hubiera seguido. Sin embargo, hay también un reto personal. Un desafío con uno mismo. Las grandes decisiones las tomo con el corazón. Y el corazón, esta vez, me pidió seguir. Esto me ha hecho cambiar y ser mejor persona.

Sin embargo, Felipe Miñambres también le respaldó.

Es un director deportivo top. Gestiona muy bien los recursos de los que dispone. Respiramos y sentimos el mismo fútbol. Siempre me transmitió que los números respaldaban mi trabajo, pero la decisión no se tomó solo por los números. Él está día a día con nosotros, ve cómo trabajamos, ve la metodología que practicamos, nuestra forma de entender el fútbol… Todo eso es lo que le convence para que confíe en mi continuidad.

¿Cómo fue la reunión que tuvieron después de no conseguir el ascenso?

Me llamó y quedamos para reunirnos y esclarecer todo. Él necesitaba saber si me sentía con fuerza. Si iba a ser una decisión realmente meditada, firme y con el convencimiento de que podíamos hacer una temporada buena. Después, me expuso cómo quedaba el club y me puso las cartas encima de la mesa para trabajar de la mano. Sabiendo que iba a ser un año complicado y que se iba a vender.

¿Sintió incertidumbre en la planificación debido a la situación del club?

De lo que no tenía dudas era del perfil de jugador que buscábamos. Iba a ser la primera vez que íbamos a trabajar juntos en la confección de la plantilla. Teníamos que ir en la misma dirección. Con las limitaciones que teníamos fuimos a por el mejor equipo posible. Y creo que lo hemos conseguido.

¿Le dolió no poder contar con algún futbolistas de los que tuvo el año pasado?

No solo fue lo que nosotros queríamos, sino lo que LaLiga nos permitió. Lo de Iborra lo trabajamos y lo hablamos mucho, pero fue imposible. Después, sabía que Montiel había acabado muy bien con nosotros, con el club y que su rendimiento había sido alto, pero su situación contractual con el Rayo Vallecano impidió que pudiese volver. En cuanto a las salidas fue cuestión de ser transparentes y de hablar claro. Y en ese sentido, Miñambres lo fue.

¿Por qué hay un cambio de discurso sobre el objetivo de la temporada? ¿Se quiere evitar la presión del curso pasado?

Una cosa es meternos el ascenso como obligación. El año pasado lo fue así. Esta vez, lo que vamos a hacer es luchar por subir, por estar ahí. Tenemos la ilusión, pero somos precavidos. No queremos meternos ninguna carga de más en la mochila, pero tenemos equipo para ganar a cualquiera. Es una situación muy diferente a la temporada pasada.

¿Está contento con el equipo del que dispone?

Muchísimo. Hacer una plantilla mejor es difícil con todas las limitaciones que teníamos. Estoy muy feliz. Me han ilusionado y me identifico con el equipo que se ha formado. Me hacen disfrutar, son jugadores que contagian alegría y buenas vibraciones. Son muy conscientes de no mirar muy lejos, de que nuestros objetivos son muy a corto plazo y de que tenemos que sacar nuestra mejor versión cada domingo.

Nunca ha dicho que sea una plantilla peor a la del año pasado, pero sí diferente. ¿En qué lo es?

Las fortalezas del año pasado son muy distintas a las de este. A nivel defensivo, la plantilla del curso anterior era muy difícil de superar. Fuimos de los menos goleados. Era un equipo muy maduro y que, sin balón, transmitía seguridad. Con balón era muy práctico. Nuestra propuesta era llevar la iniciativa con él, pero no se sentía incómodo si no lo tenía. Este año es todo lo contrario. El equipo tiene un juego combinativo muy bueno, jugadores con mucha alegría ofensiva, dinámicos, que tienen buena visión de juego, que les nace jugar en campo contrario… Son valientes, atrevidos… Sin embargo, nuestro aspecto de mejora, que cada vez estoy más contento con cómo están respondiendo, es en defensa. Nos tenemos que reorganizar cuando perdemos el balón y empezar a defender por detrás del mismo. El año pasado mostramos muchas tablas y, esta vez, han habido momentos de fragilidad. Pero cada vez estoy más contento.

Independientemente de la prudencia que quieren tener, ¿ve a este equipo ascendiendo?

Sinceramente, no quiero mirar muy lejos. De verdad. No quiero hablar de ascensos. Quiero luchar por él. Pelear cada encuentro para estar lo más arriba posible. No quiero ver antes el ascenso que el juego, el partido o el entrenamiento. Quiero que nos fijemos en entrenar, en mejorar. De esa forma, ver hasta dónde nos da. Por lo que yo percibo, y por lo que me transmiten, pienso que vamos a estar arriba.

En pretemporada, hizo unas declaraciones en las que confesó que quería estar muchos años en el Levante.

Así es. En el fútbol es una utopía hablar de proyectos, de largo plazo, de crear algo que quede en el tiempo, pero ese siempre ha sido mi sueño. Mi ideal. Creo que es el club perfecto para poder desarrollarlo. Soy feliz, me siento valorado y hay un conjunto de profesionales que me ayudan a creer en el largo plazo. En construir algo bonito. Además, te dan la libertad para poder trabajar.

¿Sueña con dejar un legado en el club?

Sin duda. Que se ayuden del trabajo que se ha hecho, tal y como estoy haciendo gracias a todas las personas que han trabajado aquí. Quiero que el club siga creciendo, aunque, sin duda, mi gran sueño es devolverlo a la élite. Eso sí, devolviéndolo con algo más que el resultado. Con un método y una forma de hacerlo.

Entonces, ¿qué significa para usted el Levante?

Ya forma parte de mi vida. El Levante es una parte importante. Es un club que llevo en el corazón, que me llena y que me hace feliz. Me gustaría devolverle todo lo que me está dando porque, realmente, me encuentro a gusto, feliz y valorado.