Trampolín hacia el ascenso

El Levante vence por tercera vez consecutiva en el campo del Albacete y manda un mensaje hacia sus competidores

Fabrício, de nuevo protagonista, celebra el tanto del 0-1.

Fabrício, de nuevo protagonista, celebra el tanto del 0-1. / La Liga

Rafa Esteve

Asentado en la promoción de ascenso, y pisándole los talones a los clubes que se ubican en puestos que permiten subir a la élite de forma directa, el Levante se encuentra en una nube. Incluso, a veces transmite la sensación de que su ilusión por vivir el transcurso de la competición le lleva a elevar su condición de candidato a competir la próxima temporada entre los mejores a nivel nacional. Nadie, de hecho, se atreve a detectar dónde está el techo de un equipo que no difunde limitaciones. Es más, transmite todo lo contrario. Visitar el Carlos Belmonte, para enfrentarse a un peligroso Albacete, nunca será una tarea sencilla.

Nadie pisa territorio albaceteño sin ánimo de no pasar apuros, pero el Levante, en constante crecimiento, y dando golpes sobre la mesa según avanza la competición, no para de acumular alegrías en el Belmonte. Por tercera vez consecutiva, el conjunto de Javi Calleja venció en el campo del Albacete, gracias a los goles de Fabrício y Pablo Martínez, sin pasar apenas complicaciones y firme en su mentalidad de disfrutar del camino. Estos tres puntos, sin duda, serán recordados con síntomas de felicidad, tal y como sucedió en las dos visitas en la campaña 22/23. Sin embargo, lo mejor está aún por llegar. Porque este Levante no dejará de dar alegrías.

Vistos los precedentes, la intensidad sobre la que se desarrollaron los cuatro partidos de la pasada temporada, y las ganas que tuvieron Rubén Albés y Javi Calleja de proponer un encuentro ‘sexy’, tal y como comentó el técnico vigués y sedució al entrenador madrileño, el choque en el Belmonte prometió emociones por todo lo alto. De hecho, Manu Fuster, manija y faro del Albacete, avisó de sus intenciones transcurridos los primeros cinco minutos de partido. Sin embargo, el Levante, que fue de menos a más, volvió a encomendarse a las virtudes maquiabélicas de un Fabrício que, pese a que sus arrancadas y su velocidad desequilibrante se hayan destapado en el profesionalismo, no deja de sorprender. Partiendo desde la titularidad en detrimento de un Bouldini que terminó el partido ante el Villarreal B con sobrecarga física, el ‘12’ desconcertó a la zaga albacetista con sus movimientos. Daktovic fue su primera víctima.

Su giro de cadera dejó sentado al defensa y le habilitó un disparo que, raso y en dirección al palo largo, desvió Altube con una gran parada. Las fuerzas, con el paso de los minutos, se equilibraron sobre el césped del Carlos Belmonte, con un Albacete que, sutilmente, fue ganando terreno en territorio granota, aunque, en el minuto veinte, una pérdida fue castigada por un Fabrício que, definitivamente, ya es una realidad en Orriols mediante un impacto diferencial. Lozano robó el esférico y, con un pase preciso, encontró a un ‘12’ que, al galope, fue imposible de detener. Una vez halló la posición idónea para golpear no defraudó, ante una afición desplazada que se rinde ante las aportaciones de Fabrício como levantinista. Tres goles en los últimos tres partidos. Números que confirman un impacto y una capacidad de ser trascendental como pocos se recuerdan en el Ciutat de València. No obstante, el Albacete, lejos de arrugarse, se negó a ser dominado en su estadio, a pesar de que el Levante transmitió la sensación de controlar el guion del duelo. Insistió en encontrar el gol que equilibrase la contienda. Entre medias, Fabrício estuvo muy cerca de sumar un nuevo tanto a su cuenta particular.

Quiso ajustar tanto una proyección en ataque de Álex Muñoz que se marchó rozando el palo. Pese a ello, el Albacete, a través de las botas de Higinio, casi empata en el marcador, pero su intento de superar a Andrés Fernández picándosela por encima fue intuído por el ‘13’, que respondió con un manotazo que ahuyentó el peligro. Superado el descanso, el combinado dirigido por Rubén Albés buscó las cosquillas de su adversario mediante la movilidad de Manu Fuster, quien de fuera hacia dentro, investigó los desmarques de sus compañeros en las proximidades del área. La previsión fue la de resistir y aprovechar escenarios al contragolpes. Sobre todo, con la presencia de Fabrício. No en vano, una acción idéntica a la de su gol terminó en una lesión muscular que le obligó a ser sustituido. En el instante del golpeo, no solo Altube le negó su doblete estirando el pie, sino que sintió un tirón que auguró una segunda parte de sufrimiento al no contar con el desequilibrio del brasileño. Sin embargo, la tranquilidad aterrizó, de color azulgrana, a las profundidades del Carlos Belmonte.

Alcanzado el minuto 56, Bouldini, en la media luna del área resguardada por Andrés Fernández, le robó el cuero a Riki, Lozano recogió la posesión y habilitó un contragolpe que Pablo Martínez, con maestría, finalizó en el fondo de la red. El ‘10’, quien entró en el intermedio, amagó un disparo que, una vez ejecutó, colocó dentro de la portería. Su sacrificio, esfuerzo y empeño en sentirse futbolista nuevamente tuvieron su recompensa a través de un gol que nunca olvidará. Fue el mejor ingrediente para seguir resistiendo las embestidas de un Albacete que, pese a verse dos goles por debajo, no tiró la toalla. Fuster, alcanzado el 70 de partido, exigió, con un lanzamiento abajo, a Andrés Fernández, pero el guardameta despejó la posibilidad de que el Albacete recortase diferencias.