Para echarse a temblar

Las victorias de Tenerife y Zaragoza dejan a los granotas en una preocupante decimocuarta posición y ya no deja margen para el error

Felipe Miñambres saluda al entrenador del Oviedo, antes de dar inicio el partido. | LALIGA

Felipe Miñambres saluda al entrenador del Oviedo, antes de dar inicio el partido. | LALIGA / Rafa Esteve. valència

Rafa Esteve

La derrota del Levante contra el Oviedo dilató una racha negativa de resultados que aleja a los del Ciutat de València de su sueño de ascender a Primera. A pesar de que el redebut de Felipe Miñambres contó con matices interesantes, los patrones que llevan condenando a los granotas a lo largo de la temporada se repitieron sobre el terreno de juego del Carlos Tartiere. Las desconexiones y la falta de contundencia se pagan caras en la categoría de plata del fútbol español, donde la lucha por escapar de la misma y escalar hacia la élite es, cada vez, más encarnizada. Nadie se atreve a dar un pronóstico sobre cuáles tendrán el privilegio de codearse entre los mejores el próximo curso. No obstante, el Levante, por muchos argumentos que pretenda exponerle a sus fieles, se encuentra, en lo que a posiciones se refiere y para preocupación de su parroquia, muy lejos de la sexta plaza. Lo mínimo exigible para un club que, hasta hace no mucho, fue un habitual en la máxima categoría del fútbol español.

Las victorias de Tenerife y Zaragoza, frente a Mirandés y Amorebieta respectivamente, colocaron a los levantinistas en un decimocuarto puesto, a seis de la promoción, que provoca tanta desesperanza como intranquilidad. El ascenso a Primera División, desde aquella fatídica noche en el Santiago Bernabéu, es la obsesión de un club que no solo siente nostalgia de sus memorables actuaciones en la élite, sino que arriesgó por encima de sus posibilidades para lograrlo cuanto antes. Su realidad, independientemente de sus urgencias de carácter económico, pasa por darle la vuelta a una dinámica preocupante. Sus seis partidos sin conocer la victoria coinciden con un tramo de competición donde los aspirantes a subir a la élite del fútbol español ha aumentado y la distancia entre los mismos es mínima, por lo que dar un paso al frente debe ser tan obligatorio como sustancial.

Sin embargo, la destitución de Javi Calleja y la entrada de Miñambres no tuvo un efecto positivo ante el Oviedo. Pese a que el equipo tuvo más soltura y fluidez que en sus últimos encuentros, el Levante sigue fallando en detalles que marcan la diferencia. Los tres goles en contra ponen nuevamente el foco en la fragilidad defensiva que tanto ha lastrado al conjunto levantinista en el desarrollo de la competición. No en vano, las desconexiones atrás volvieron a hacer daño, aunque lo preocupante habita en las formas en las que aterrizaron los tantos del Oviedo. En jugadas de balón aéreo, la diana de Dela fue remontada en un margen de cinco minutos. Y el empate de Carlos Álvarez fue replicado, también, en cinco minutos. La necesidad de reaccionar es evidente, pero si el Levante quiere escalar hacia la promoción debe corregir los aspectos que merman su rendimiento deportivo.

Los tres próximos encuentros, que se jugarán en un margen de seis días, dos de ellos en territorio local, se antojan como trascendentales para engancharse a la pelea del ascenso. Sobre todo, siendo uno de ellos el partido pendiente contra el Andorra. Felipe Miñambres deslizó la importancia de encadenar triunfos en su última rueda de prensa. Más allá del partido aplazado, necesitamos una racha de ganar partidos de seguido. Ahora vienen equipos que están en esa lucha, contra equipos muy difíciles, pero yo creo que en todos vamos a tener opción de ganar. Esperemos estar mejor, mejorar en ciertos aspectos», aseguró el astorgano.