Va de bo

Éxitos en silencio

éxitos en silencio

éxitos en silencio / Alberto Soldado

Alberto Soldado

Alberto Soldado

Egoitz Amantegui, natural de Abadiño, (Bizcaia) llegó al Mundial de Alzira 2023 con dos días de retraso. Maestro de profesión, hubo de pedir permiso por asuntos propios y los trámites se retrasaron más de lo previsto. No pudo desfilar con su selección vasca en la ceremonia inaugural pero acabó en la cena de entrega de distinciones y trofeos, a hombros de sus compañeros. A los 38 años fue elegido, por votación de los seleccionadores, como el «mejor jugador del mundo». Nadie cuestionó una elección justa.

Egoitz había ofrecido todo el repertorio de su clase en los juegos de pared, indirectos, con una exhibición en la semifinal de frontón valenciano contra los anfitriones, hasta conseguir el título de campeón mundial. Había destacado en One Wall con el acceso a la final tras derrotar a los valencianos. Incluso destacó en el juego a Llargues. Fue el pelotari en el que todos se fijaron, ese que no erró ni una sola vez, que siempre estaba perfectamente colocado.

Había sido el más responsable en la serie de entrenamientos dirigidos por Jose Mari Mitxelena, un apasionado de los juegos de pelota a largo, tan arraigados en la historia profunda de la Pelota Vasca. Tiburcio Arraztoa, en la Navarra que habla euskera y Jose Mari Mitxelena en el resto del territorio euskaldún son dos referentes en el titánico esfuerzo de recuperar las modalidades que gastan las rayas y cantan en euskera lo que en La Marina se canta en valenciano. Toda esas vivencias satisfactorias del Mundial más numeroso de la historia de la CIJB han tropezado, sin embargo, con una reacción de indiferencia en los medios informativos vascos que, es de suponer, produce cierta melancolía entre, por ejemplo, las pelotaris vascas, que han sido campeonas del mundo absolutas tras conseguir el oro en Juego Internacional- directo- y frontón valenciano, y la medalla de bronce en One Wall. Decepción extensiva al equipo masculino y al seleccionador. Estos días el foco de atención está en la petición de la Federación de Euskadi para ser reconocida en la Federación Internacional de Pelota Vasca. Hay convocada una asamblea general para decidirlo. La Federación Española que preside Julián García Angulo ya ha comunicado su radical oposición a esa propuesta impulsada por el PNV. El debate está servido. Curiosamente la selección vasca ya está reconocida desde 2016 en el mundo de la CIJB fundada en Bruselas en 1928, con modalidades diferentes a las que acoge la FIPV. Sus éxitos en el pasado mundial de Alzira no se han traducido en reconocimientos mediáticos. El gobierno vasco no ha organizado ninguna recepción oficial, en ningún pueblo de las campeonas del mundo se ha visualizado un apoyo público. En Valencia, el presidente Ximo Puig recibió a la selección en el Palau de la Generalitat. Contrastes llamativos. Sabor agridulce entre los que lograron un reconocimiento internacional con apoyo de federaciones como las de Paises Bajos, Bélgica, Francia, Italia, Inglaterra…, entre los que se han emocionado escuchando el himno vasco en Alzira, entre los que han trabajado por recuperar modalidades perdidas en la historia…como el Bote Luzea, el Laxoa o la Pasaka, juegos directos...

Ni siquiera un apretón de manos, un agradecimiento a quienes han demostrado responsabilidad y amor al deporte heredado de Perkain o de Simón de Arraioz.

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