No es solo negar una bandera

Rocío Saiz, con las bandera LGTBI+ en sus manos, en una imagen colgada en sus redes sociales.

Rocío Saiz, con las bandera LGTBI+ en sus manos, en una imagen colgada en sus redes sociales. / LA OPINIÓN

David Laguía

David Laguía

Ocurrió el pasado fin de semana en Murcia. La cantante Rocío Saiz decidió quitarse la camiseta en plena actuación durante las celebraciones del Orgullo LGTBIQ+. Enseñó las tetas. Las mismas que tanto molestaban a cierto sector cuando la también cantante Rigoberta Bandini hace algo más de un año las reivindicaba en el Benidorm Fest. No logró ir a Eurovisión, pero su mensaje caló en millones de españoles. «No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas», se preguntaba aquella canción.

Eso mismo debió preguntarse Rocío Saiz cuando un policía, ni corto ni perezoso -y con alguna que otra gana de volver a aquellos años en los que ni siquiera asomaba el famoso destape en nuestro cine-, cortó el concierto. O se tapaba o no se continuaba. ¿Por qué? «Porque lo dice la ley», debió pensar el iluminado policía, que en su cabeza debería tener escrito aquello de «yo soy la ley». Rocío, ante el estupor de organizadores y asistentes, decidió acceder a cubrirse y finalizar la actuación por respeto a los espectadores.

La cosa no terminó ahí. Ante el éxito de su intervención, el policía, crecido, quiso esposar a la cantante. No le parecía suficiente haber cohibido toda una celebración censurando un gesto que tan solo reivindicaba libertad en un contexto muy concreto, en el que la interpretación de una provocación sexual era totalmente incongruente. El policía abrió atestado y emitió la denuncia por los delitos de enaltecimiento del orden, exhibicionismo y desacato a la autoridad. Ahí es nada.

Ahora bien, ¿sabían que Rocío Saiz llevaba diez años realizando exactamente ese mismo gesto en sus conciertos de celebración del Orgullo? Y en diez años no había tenido este problema. Justamente lo ha tenido ahora. Tiempos convulsos... en los que recientemente hemos visto cómo el nuevo gobierno de Nàquera, dirigido por su nuevo alcalde de Vox, ha decidido prohibir -con la complacencia de sus socios de gobierno del PP- que se muestre en cualquier edificio público la bandera LGTBQI+. Que dicen que cada uno en su casa sí que puede... ¡Vaya por Dios! Solo faltaba que aquellos que han pregonado aquello de «libertad o comunismo» no vayan a dejar ahora poner a cada uno la bandera (que no infrinja la Constitución) que le plazca en su hogar.

Los vecinos de Nàquera cuelgan banderas LGTBI de sus balcones

Europa Press

¿Y qué tiene que ver lo de Nàquera con lo de Murcia? Pues mucho. Porque actos como esa prohibición -a la que, por cierto, se suma la de evitar la condena de la violencia machista para hablar solo de «violencia» en general, asunto que no es ni mucho menos baladí y parece que está quedando un poco en segundo plano- son los que dan pie a que un policía se pase de frenada. Repito. No había ocurrido en diez años... y ha pasado justo ahora, cuando mensajes como el del Ayuntamiento de Nàquera dan un espaldarazo a esta regresión de derechos que a lo mejor no se plasma en las leyes escritas... pero sí en las de la calle. Y lo que es todavía más peligroso, en el exceso de autoridad de quien tiene el poder.

Un punto de cordura

En toda esta historia, al menos, se vislumbra un punto de cordura. Y es que la Policía Local de Murcia ha anunciado que ha abierto un expediente al gendarme en cuestión y reconoce que la actuación no fue correcta, e incluso han pedido perdón a la cantante y le han trasmitido su apoyo tras la incómoda y vergonzosa situación sufrida.

Rocío ha tenido la suerte de tener a miles de espectadores (tanto en directo como en las redes sociales) para recibir el apoyo de las autoridades, pero no sabemos cuántas situaciones de represión al colectivo LGTBQI+ se suceden día a día de forma anónima. El simple, y no inocente, gesto de retirar una bandera tiene connotaciones en el comportamiento social que no podemos imaginar. De momento, si Rocío llega a leer este humilde artículo, tan solo le pido que no se detenga, ¡que vuelva a enseñar a todo el mundo sus tetas!