Opinión | Reflexiones

Seas quien seas

Últimamente, resulta extraño, por no decir imposible, poder reflexionar de forma sosegada, sin dogmas ideológicos sobre la profundidad o no, que atesora nuestra Carta Magna.

Quiero hacer hincapié en un detalle que pasa desapercibido para la mayoría. Como bien dice D. Pedro Tenorio (Catedrático de Derecho Constitucional de la U.N.E.D. y exletrado del Tribunal Constitucional, 2001-2011) en su obra ‘Libertades Públicas’ 2013, Ed Universitas: «Si hubiera que reducir a un solo artículo toda nuestra Constitución, este debería de ser el articulo 10 en su párrafo primero, que textualmente dice: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social».

La ‘dignidad’ de la persona resume la totalidad de sus derechos fundamentales. Acertaron nuestros constituyentes al incluir este articulo 10 en la Constitución. Sin embargo, la mayoría de españoles desconocen que esos constituyentes no dotaron al artículo de máximas garantías constitucionales, como, acceso al recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.

No lo ubicaron como derecho fundamental, entre los artículos, 14 al 29, ambos inclusive. La gente de a pie lo ignora, pero ahí está, en nuestra Constitución. Y por no mencionarlo ¿deja de importar?

En Alemania, la Ley Fundamental de Bonn, que es la Constitución alemana, reconoce en su artículo 1º el derecho a la dignidad de la persona.

Además, es derecho fundamental y por tanto, objeto de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional Federal. Esto ha tenido como consecuencia que se haya desarrollado una rica jurisprudencia acerca del concepto de dignidad y, gracias a ello, se han podido reconocer nuevos derechos fundamentales no previstos antaño, incluyéndolos en su ordenamiento jurídico.

Por ello, al hablar de dignidad desde un punto de vista constitucional, es conveniente referirse a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán.

Nunca debemos olvidar que los grandes ejes sobre los que ha girado la fundamentación de los derechos humanos han sido los valores de dignidad, libertad e igualdad. Veamos: Dignidad es el valor sobre el que están ensamblados todos los derechos de la personalidad y es el germen de los derechos de la persona.

Aceptar lo que uno, en realidad es, constituye un acto de dignidad hacia uno mismo y de respeto hacia los demás. Sin embargo, hechos como afirmar tener un máster al que ni has asistido, o alcanzar un doctorado mediante un tribunal evaluador compuesto por íntimos amigos, o incluso, afirmar ser periodista por haber cursado estudios sin finalizarlos, no constituyen actos dignos por mucho prestigio social que otorguen los cargos que ostentas, seas quien seas.

Cuando en una asociación o partido político su máximo órgano directivo incumple sus propias normas éticas, culpabilizando a un miembro, sin ser escuchado ni otorgar el minimo derecho a defensa, sin que medie imputación alguna, se está rompiendo la dignidad de las siglas que dicen representar pues las normas están para cumplirlas, seas quien seas.

Libertad es un valor fundamental para la convivencia y el progreso. Por ella se ha vertido excesiva sangre a lo largo de la historia. Los socialistas hemos gobernado más años que nadie en democracia y, sin embargo, miles de personas siguen enterradas en cunetas y barrancos, cuyo delito fue luchar por la libertad.

El tiempo no lo tapa todo. Avergüenza que esos españoles no reciban la sepultura que todo ser humano merece. Libertad no es hacer lo que uno quiera, libertad es ser consecuente con nuestros valores, somos lo que hacemos, no lo que decimos que haremos, seas quien seas. Igualdad.

No hay valor que más cohesión social genere que el de la igualdad. En todos los ámbitos: igualdad ante la ley, entre hombre y mujer, entre la diversidad de razas, nacionalidades, religiones, tradiciones y pensamientos.

Nadie es más que nadie, por tanto, tampoco nadie es menos que nadie, seas quien seas y ostentes el cargo que ostentes, nunca olvides que la dignidad y la Constitución son el camino.