Opinión

Golpe de timón al franquismo

Carlos Mazón sí parece de acuerdo con Sánchez en esto. Sus movimientos de estos días pasan pantalla del franquismo, ponen el foco en cuestiones más pedestres y dejan mensajes más blancos para su Ejecutivo

Mazón en la reunión con representantes de los bomberos forestales

Mazón en la reunión con representantes de los bomberos forestales / Fernando Bustamante

Se puede afirmar un día «Franco es un personaje histórico. No puedo decir más» al ser preguntada sobre si el franquismo era una dictadura (la entrevistaba Alberto Rallo en Las Provincias) y 24 horas después sostener que Franco fue «un dictador» y esa época, «una dictadura», siendo la misma persona y no un doble, como los del citado? Evolucionar en las opiniones es síntoma de sabiduría, pero con un día de diferencia no hay evolución. Es un volantazo de tal magnitud como para pensar que algo ha ocurrido entre una afirmación y otra. ¿La consellera de verdad era la de la primera afirmación o la de la segunda? Después de este episodio, Elisa Núñez (Vox) queda en situación delicada. ¿Amortizada? En cuestión de alianzas, ese adjetivo es de difícil uso, pero parece complicado que pueda levantar la cabeza. Mazón y Abascal dirán.

Más allá de la marejada, la cuestión de fondo es si bastan las palabras en este debate. No debería. Son importantes, pero lo relevante es, además de reconocer lo que dicen los libros de historia, actuar en función de ello y poner los medios para ayudar a las víctimas de esa dictadura y reprobar a los opresores. Si no, todo es táctica y fuegos artificiales. Relato y más relato. Y lo serio no es el relato.

La política valenciana navega estos días entre dos aguas. Las Corts pisa firme en el barro de lo simbólico, con la memoria histórica como gran asunto, pero también con la recuperada polémica de las banderas Lgtbi y las conmemoraciones, como la del 25 d’Abril, la del Día del Niño y alguna más. Todo ello es buen alimento para el festival parlamentario, pero alguien debería advertir que quién más cómodo se encuentra en este marco de actuación es Vox. Es el campo de juego en el que la derecha radical busca agitar la política.

Algunos parece que se dan cuenta. Tras todo lo de Bildu y ETA y una vez visto el resultado de las elecciones vascas, Pedro Sánchez ha pedido a su ejecutiva extender el ‘modelo Eneko Andueza’. O sea, huir de los debates de grandes palabras y conceptos que gustan, dice, a la derecha y dar prioridad a la «agenda ciudadana». Habrá que ver. Los pupilos valencianos no lo tienen fácil y Cataluña está al giro de la esquina. El barro se pega mucho a los pies.

Carlos Mazón sí parece de acuerdo con Sánchez en esto. Sus movimientos de estos días pasan pantalla del franquismo, ponen el foco en cuestiones más pedestres y dejan mensajes más blancos para su Ejecutivo. El decreto del distrito único, del que ha subrayado los beneficios para colectivos desfavorecidos; el pacto con los bomberos forestales (en el que él ha aparecido como el factor necesario, mientras -otra vez- la consellera Núñez fracasaba), y el acuerdo marco con los sindicatos de Sanidad, Educación, Justicia y Función Pública para negociar sus grandes reivindicaciones suponen no solo enderezar una gestión que empezaba a generar focos de conflicto, sino un golpe de timón frente al franquismo. No lo tendrá fácil, porque la ley de Concordia está ahí, sigue su trámite, y a nadie se le escapa que no se puede poner en la agenda la memoria histórica sin que se hable de dictadura y franquismo. Sería como pretender promulgar una ley del agua sin hablar del trasvase Tajo-Segura. ¿A que no?