Opinión | Tribuna abierta
Joan Baez en València
Joan Baez, I Am A Noise, soy un ruido, documental sobre su vida, se presenta en València, este mes de abril de 2024. Recuerdo hace cinco años, otro mes de abril, en 2019, fuimos a Lisboa a escucharle decir, «hasta el último rincón donde alcance mi cantar,… para vosotros canto y lloro». Fue en el Coliseu dos Recreios, y cantó a capela, Grândola, Vila Morena, acompañada por las miles de voces que la acompañaban en aquel día, recordando el 45 aniversario de la revolución de los claveles.
Interpreta, Here’s to Life, Gracias a la vida, dedicada a su padre que le dio su apellido latino, de quien más tarde se distanciaría, al cuestionar su infancia en el marco familiar. También, No nos moverán, que introduce el poema de Pablo Neruda, Sube a nacer conmigo hermano; y la hermosa, Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara, asesinado por el régimen de Pinochet, que Raimon interpretaría en nuestra lengua, como Joan Baez hace, con, El rossinyol.
Corrían los años sesenta, jóvenes españoles, nacidos en la posguerra, apenas llegábamos a los veinte, cuando en California el movimiento hippie, y la guerra de Vietnam, como hoy la de Gaza, movilizaba las universidades, y en Europa, la obra de Marcuse, El hombre unidimensional, en 1964, sesenta años ya, se hacía sentir en el mayo del 68. En España, tras la Guerra Civil, próximo el final de la Dictadura llegaba el color, se recuperaba la alegría y, con ella, la contestación social al orden establecido. Los jóvenes en todo el mundo se enfrentaban al pensamiento único, y dos de ellos, de nombre artístico, Joan Baez y Bob Dylan, se encuentran en Greenwich Village, Nueva York.
Joan, ya conocida cantautora, descubre a Bob y queda admirada del potencial del joven de Minnesota, y de su pasión por el cambio social. Lo va introduciendo en los ambientes musicales y, al poco, una romántica historia sucede entre ambos. Joan había grabado su primer álbum en 1960 y, poco después, lo haría Bob en 1962, juntos interpretan en Newport, en ese año, Blowin’ in the wind, flotando en el viento. Ambos logran, en sus respectivos álbumes, dos preciosas interpretaciones de un tradicional, The house of the rising sun, la casa del sol naciente.
En 1963, Bob y Joan participan en la Marcha por los Derechos Civiles sobre Washington, en la que Martin Luther King pronunciaría su conocido discurso, I have a dream, tengo un sueño. La relación sentimental, entre ambos, termina, sin aparentes heridas residuales, y, tiempo después, mientras Joan Baez profundiza en su relación con el folk, Bob Dylan camina hacia otros estilos musicales, con mensajes diferentes a los temas sociales de sus inicios.
Nuestra generación creció con los sueños sociales de ambos, buscando todo lo que realmente queríamos ser. Baez, al cumplir años, en enero reciente, mantiene su compromiso con las reivindicaciones populares. Cuestiona hoy el calentamiento global, como en el pasado hiciera con la defensa de los derechos civiles. Haciéndolo frente a los abusos y las desigualdades, antes y después de Dylan, del que siguió interpretando sus canciones, y cuya relación entre ambos queda reflejada en su preciosa versión de, Diamonds and Rust. Joan Baez, mucho más que un ruido.
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