La conexión de Carcaixent con la autovía suma ya tres alternativas en una década

El último trazado que proponen los técnicos del área de Carreteras conectaría la ciudad por el norte con la A-7 a través de la CV-50

Acceso norte de Carcaixent, en una imagen de archivo.

Acceso norte de Carcaixent, en una imagen de archivo. / Agustí Perales Iborra

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

El Consell y el Ayuntamiento de Carcaixent trabajan desde hace años por acabar con el aislamiento viario del municipio. En menos de una década, se han planteado hasta tres alternativas diferentes para conectar la ciudad con la A-7. Ninguna se ha materializado todavía. La opción que gana enteros en estos momentos, como ya avanzó Levante-EMV, es la que promueve un enlace desde el norte del casco urbano a través de la CV-50. El gobierno local aspira a que se recupere la conexión sur, descartada por el Botànic por ser demasiado costosa desde el punto de vista técnico y económico, ya que ofrecería más facilidades al sector industrial. También se desechó, en su momento, una posible unión a la que debía ser la segunda ronda de Alzira. 

La realidad geográfica de Carcaixent, rodeada de ríos y barrancos, la ha condenado, desde hace décadas, a quedar al margen de los grandes ejes viarios de la Comunitat Valenciana. Múltiples proyectos se han ideado en el presente siglo, pero ninguno se ha llevado a cabo, bien por la falta de iniciativa política bien por la irrupción de la crisis. Ahora, la única ciudad de más de veinte mil habitantes de la geografía valenciana sin acceso a la autovía está más cerca de cumplir su anhelo.

El proyecto que el Consell propone es la tercera alternativa diseñada en menos de una década. Hay que remontarse a finales de 2008 para hallar la que, en aquel momento, parecía la solución definitiva. El Consell trazó sobre el mapa de la Comunitat una nueva autovía que conduciría el tráfico de la A-3 hasta la costa. Esta opción incluía la que se bautizó como segunda ronda de Alzira, una carretera de 8 kilómetros que necesitaría una inversión cercana a los 70 millones de euros. Desde la rotonda el Molí Borrego surgiría un vial que rodearía la capital ribereña hasta conectar con la CV-50 en el tramo hacia la Barraca. Se añadiría un ramal que ofrecería a Carcaixent una salida más directa hacia la autovía a través de Vilella. La crisis económica fulminó esta iniciativa.

Años más tarde, se promovió otro proyecto que prometía resolver las aspiraciones de Carcaixent. Consistía en la creación de una nueva carretera en línea recta hacia Benimuslem que permitiría al tráfico rodado acceder a la autovía a través de Massalavés. Esta es la opción que más agrada al actual gobierno local, liderado por el Partido Popular. Sin embargo, el Botànic descartó esta actuación al considerarla demasiado compleja desde el punto de vista técnico y administrativo. El principal problema que frenó esta alternativa fue la condición de zona inundable de Benimuslem. Para salvar este escollo, el vial requería de unos pilares que lo elevasen, una solución que disparaba la inversión necesaria.

Al desechar dicha opción, los anteriores ejecutivos local y autonómico esbozaron un enlace que, como la alternativa de la segunda ronda de Alzira, conduciría los vehículos hasta el Molí Borrego y permitiría el acceso a la A-7 a través de la CV-50. Sin embargo, en esta ocasión, se recurría a un vial de nueva creación que discurriría en paralelo a la línea ferroviaria hasta enlazar con Carcaixent por el norte. El nuevo gobierno de la Generalitat, también encabezado por el PP, mantiene viva esta alternativa y, de hecho, el proyecto básico ya se encuentra en exposición pública. A pesar de implicar la construcción de dos puentes y otras tantas rotondas, se ha considerado, desde su concepción, como una opción viable desde el punto de vista técnico y económico. Además de suponer un menor impacto paisajístico.

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