Ma Casa, la segunda vida de Ca Duart

El concepto es válido, pero me voy con la sensación de que Carlos Duart debería ser más exigente consigo mismo

Carlos Duart en la cocina  de Ma Casa.

Carlos Duart en la cocina de Ma Casa. / Urban

Santos Ruiz

Santos Ruiz

Tener un restaurante en un pueblo no es fácil. Menos todavía si ese pueblo está cerca de una gran urbe. Menos aún si pueblo y urbe están muy bien comunicados. El bar no sufre esa presión. Nadie se hace 30 kilómetros para tomarse un café. Pero el restaurante es otra cosa. Para la mayoría de los mortales el restaurante es una ocasión especial. Y cuanto más caro es, más especial. Ocurre que el vecino del pueblo no quiere celebrar nada al lado de su casa. Además la oferta de la gran urbe es muy potente. Por eso poblaciones bastante grandes como Torrent, Alzira o Xàtiva están relativamente vacías de restaurantes. Ma Casa juega con otros potenciales. Benifaió está a un paso de Ford, y ese polo económico ayuda a navegar los días laborales. 

Chuleta de vaca vieja

Chuleta de vaca vieja / Urban

Carlos Duart no acaba de empezar. Tiene 42 años y lleva mucha mili a sus espaldas. Trabajó en un puñado de buenos restaurantes e incluso con Marcelo Tejedor (en los tiempos en los que Marcelo andaba revolucionando la cocina gallega). Tampoco este es su primer restaurante. Durante una década defendió la plaza en València. Ca Duart se llamaba aquel restaurante. Hacía una cocina contemporánea con un profundo marcado acento local. Cocas de dacsa, fideuá, arroces (se habló mucho de su arroz en fesols i naps). Duart cerró aquel restaurante con cierto síndrome de Estocolmo. Era feliz porque funcionaba, pero no dejaba de sentirse secuestrado por un negocio que le absorbía las 24 horas del día. Ma Casa intenta evitar aquellos pecados. Tener el restaurante a los pies de tu casa te facilita mucho la vida. Si además abres sólo de lunes a sábado (de lunes a viernes los meses duros del verano), la conciliación se hace mucho más posible.

Huevo trufado con boletus

Huevo trufado con boletus / Urban

El comedor no es muy grande, pero más pequeña aún es la plantilla. Duart en la cocina y una compañera en la sala. Ni un pinche, ni un friegue, ni un extra para los días duros. Ellos dos frente a todo. Y ese todo a veces es mucho. Esa mínima estructura condiciona la oferta. Una carta muy corta que se ofrece por raciones o administrada en tres menús diferentes de 25, 37 y 45 euros. Imposible de otro modo. Además, todo está muy bien pensado para no cargar las recetas de demasiadas elaboraciones ni de una preparación demasiado inmediata. A veces tienen gracia, como su tomate relleno de emulsión de anchoa con lacado con vinagre de Módena. Otras, como en el caso del huevo trufado, andan un tanto faltos de tino. Ni el huevo sabía a trufa ni salió en su punto (estaba una tanto pasado de cocción). La brasa remonta ese efecto de «mise en place» en diferido. Ahí Carlos se compromete con la inmediatez. Por ella pasan buenos pescados (en mi caso un rodaballo silvestre) y carnes que, para mi gusto, tienen más maduración de la que podían soportar. 

Milhojas con helado de vainilla

Milhojas con helado de vainilla / urban

Ma Casa es un restaurante afable y amable. Sin grandes pretensiones, da respuesta a la necesidad de disfrutar de una comida en toda regla sin desplazarse a la capital. El concepto es válido, pero me voy con la sensación de que Carlos Duart debería ser más exigente consigo mismo. Es obvio que los recursos limitan las posibilidades de la carta, pero no deberían influir en la ejecución final de la receta.  A Carlos se le intuye más cocina de la que manifiesta.

¿Dónde? Regino más, 20 Benifaió

teléfono: 695 651 110

lo mejor. El pescado. Apuestan por la calidad sin importarles el precio.

lo mejorable. Algunos platos andan faltos de punto.

lo imprescindible. Optar por el vino. La carta está bien el elegido y exhibe precios atractivos.

Precio medio. 50 Euros.