El optimismo insobornable de Gennaro Gattuso empieza a surtir efecto en el Valencia. En un primer cuarto de hora hurcanado el equipo blanquinegro ventiló su duelo contra el Getafe con tres goles en solo 8 minutos, del 7 al 15, a cargo de Toni Lato, Samuel Lino y Samu Castillejo. Todo ello en mitad de un juego alegre y coral, con tramos de dos minutos de posesión al primer toque en campo contrario, con Hugo Guillamón y Yunus Musah desplegando todo su talento en el primer encuentro sin la brújula de Carlos Soler. Fue el triunfo de un grupo quizá demasiado joven y seguramente inexperto, pero liberado por el mensaje de su entrenador. Al contrario que sus precedesores, Rino no se ha protegido las espaldas en un mal mercado (“mis jugadores son los mejores del mundo”, dijo el sábado), ni se refugia en la tentación de un planteamiento rácano por no ser tan grandes como en otras épocas. Ni dos derrotas en tres jornadas han matizado el plan. A tocarla y con convicción, que sois el Valencia y jugáis en Mestalla. El estadio recuperó los “olés” y cánticos de los años 90. Nico y Hugo Duro redondearon una velada inolvidable. No se ha logrado nada, claro. Gattuso no regaló ni una sonrisa desde el área técnica, sabedor que tiene entre manos un grupo tierno que no se debe descentrar. Pero el boceto es el correcto. Mestalla, que lleva tres grandes entradas de público, ha recuperado el orgullo, a falta de Cavani.

Antes de la lluvia de goles, en cada movimiento del Valencia en los primeros minutos se detectaba que el ánimo de los locales es otro. Guillamón pivotaba con sabiduría y cambios de orientación y Yunus Musah maniobraba en el oficio del fantasista, asumiendo el liderazgo en tres cuartos, conectando con los dos Samus, muy traviesos en el uno contra uno. Y llegó el gran gol de Toni Lato, una demostración que este equipo se ha quitado miedos y complejos y se atreve a intentarlo todo. En el vértice del área, el lateral zurdo recortó con un toque de espuela y, con la derecha, buscó el palo largo de David Soria. La pelota entró suave por la escuadra. Todo un premio para el futbolista de la Pobla de Vallbona. Un pequeño recordatorio: al Valencia hay que defenderlo y quererlo como lo hace siempre Toni Lato. Aunque te manden cedido, aunque sumes meses sin ser convocado, aunque partas como el tercer lateral y en pretemporada te pongan de interior derecho. La militancia incondicional de Lato por un equipo con el que en categorías inferiores celebraba cada gol llorando, es ejemplo de honrar el escudo con independencia del reparto accionarial.

A los 14 minutos, fue Musah, con el seleccionador norteamericano en el palco, el que descosió la zaga azulona con un pase de cuchara que Samu Lino enganchó sin dejarla caer con un remate elástico. Y 25 minutos después, con los espectadores todavía aplaudiendo, Samu Castillejo enviaba a la red un temerario despeje de David Soria, fruto de la presión desaforada de los locales nada más sacar el Getafe de centro. Mestalla se frotaba los ojos. En mitad del festival, hubo que lamentar la retirada de Marcos André, aturdido después de un cabezazo. Con el partido ya resuelto con 74 minutos por delante, el Getafe pagó su frustración con patadas y tarjetas, mientras el Valencia tocaba, tocaba y tocaba y Gattuso no dejaba de dar órdenes, con alguna colleja incluida.

Quique Sánchez Flores renovó su equipo tras la reanudación con varios cambios y retocó el dibujo con tres centrales, pero el Valencia seguía encerrando al rival en su área. En el 65, luego de un saque de esquina, el remate de cabeza de Nico González se le escurría entre las manos a David Soria. Y tres minutos más tarde, en otra jugada inventada por Musah, Hugo Duro marcaba el quinto, que no celebró. Con Mestalla en éxtasis, refrescando en la memoria aquellas goleadas de los tiempos de Hiddink, Lubo, Arroyo, Fernando y Quique (anoche entristecido), Gastón Álvarez reducía distancias al enganchar un rechace.

Solo quedaba tiempo para paladear el resultado, para disfrutar de la noche centenaria de Mestalla, para corear el nombre del murciélago Lato en su sustitución, de que Munuera Montero rectificase desde el VAR un penalti de Foulquier. Y también de ver los primeros minutos de Almeida y del regreso de Ilaix, muy impulsivo y expulsado en una doble amarilla con solo 17 minutos en el campo, que encolerizó a Gattuso, como buen mediocentro que nunca ha dejado de ser. En el barro del descuento, Arambarri también fue expulsado. Quizá porque a pesar de tanto cambio estético, no dejó de ser un Valencia-Getafe.