M. Vázquez, Valencia

El gobierno municipal del PP echó ayer balones fuera e incluso presentó una holgada moción alternativa para no tener que votar la iniciativa que el grupo socialista llevó al pleno para revocar el nombramiento de Alcalde Honorario de Valencia a Francisco Franco. La propuesta del grupo popular apostaba por que "respecto al contenido y propuesta de acuerdo de la moción, o en cualquier otro caso, se tomen los acuerdos de conformidad con la legalidad y no al dictado de los impulsos emocionales". El PP votó a favor y el PSPV en contra y Franco sigue siendo Alcalde Honorario.

La moción, presentada por el socialista Juan Soto, arrancó aplausos, abucheos, reproches, alguna breve clase de Historia y muchas palabras duras, sobre todo muchas palabras duras. Soto defendió que la retirada de la distinción a Franco -"anomalía democrática" mantenida durante 70 años- era un "acto de dignidad democrática, justicia y reparación moral y política" para el que reclamó "el apoyo, por primera vez, del Partido Popular". Para fundamentar su moción, el edil citó la Ley de Memoria Histórica y se dirigió a Barberá no como ella misma, sino como "alcaldesa de una ciudad libre y democrática" a la que pidió apoyo y que abandonase su "vuelo bajo y gallináceo".

El primer teniente de alcalde, Alfonso Grau, fue el encargado de responderle. Lo acusó de "prejuzgar y condenar" para escudarse luego en la libertad y, a continuación, se extendió hablando de "los 4,5 millones de parados de España" y preguntando al grupo socialista si esos desempleados "no merecen más atención que retirar un cargo a un hombre muerto hace décadas". En esta misma línea, apuntó que el PSPV habría "recibido la consigna de crear debates esotéricos para desviar la atención de la mala gestión de Zapatero" y sugirió irónicamente que pidiesen al presidente del Gobierno que retirase "a Franco el título de Jefe del Estado que ostentó 40 años".

Y, entre medias, el concejal de Grandes Proyectos se dedicó a impartir una clase magistral de Historia acerca de la reina egipcia Hatshepsut, de su sucesor Tutmosis III y de por qué "no se retira la consideración de Patrimonio de la Humanidad a la Gran Pirámide de Keops" si ese faraón "no era un demócrata convencido".

El socialista no entró al trapo y, pese a que Grau aseguró que la Ley de Memoria Histórica "sólo" hablaba de retirar "símbolos y monumentos" de la represión franquista, le leyó el artículo 15 al completo, en el que se habla también de "menciones conmemorativas de exaltación". Soto no evitó lamentar la intervención del primer teniente de alcalde por su "pobreza y mezquindad". "No me ofende a mí -le dijo-, sino a los fusilados en las cunetas por quien dice que, si fue un buen gobernante, pasará a la Historia". A continuación exigió a la alcaldesa que explicase dónde se sitúa "porque aún no ha condenado ningún régimen totalitario", al tiempo que le pidió soltar "el plomo ideológico que lleva en las alas" y "revoque los honores al dictador".

Grau, por su parte, le replicó que quien tenía plomo ideológico en las alas era él "porque está anclado en la izquierda más trasnochada del siglo XIX" y se apoyó entonces en el reglamento de nombramientos, que no recoge los que son anteriores a 1984, y en el Código Civil, que "extingue ese título honorífico con la muerte de la persona, a no ser que el cargo tenga efectos sucesorios". Y como colofón, presentó una moción alternativa que obligó al pleno a votar algo que nada tenía que ver con Franco.