Obreros, policías, jardineros, barrenderos, arqueólogos y agentes de zona azul. Todos tienen una cosa en común: trabajan en la calle y sufren el calor que desata el verano.

Todos confirman combatirlo del mismo modo, "con mucha agua". Eso sí, algunos son más previsores que otros. Los que pasan el día en las obras de la calzada que invaden estas vacaciones la ciudad dicen, protegerse con gorros y cremas protectoras contra el sol. Hay quienes incluso, cargan con neveras portátiles, donde cuentan que guardan hielo con refrescos y botellas de agua que mantienen durante toda la noche anterior en un congelador para así "aguantar todo el día bien frías".

Por su parte, los arqueólogos, se han montado lonas que tapan el sol por toda la zona de las excavaciones de Viveros. Sin embargo, el verdadero calor lo sienten conforme van bajando al foso, "cuanto más profundo estamos hay mayor humedad y hace mucho más calor". Subrayan la dureza de los días de poniente pero sostienen que aguantarán. Además, disponen de agua para refrescarse y "mangueras con las que regamos para que no se levante el polvo".

En Viveros, los jardineros son más críticos, "estamos siete horas bajo el sol y no nos dan ni agua, te tienes que buscar tú la vida". Al mismo tiempo, explican que "sólo hay dos fuentes. De ambas sale el agua hirviendo durante el primer minuto, pero es que luego sigue saliendo caliente y no te refresca". "Nos tiramos el agua en la cabeza, en la nuca... Estamos siempre súper sudados". Además, recalcó que desde el Ayuntamiento "no saben lo que es eso sin agua ni nada. Hay que estar aquí y sufrirlo para saberlo".

También los policías locales se resignan y se amoldan a las circunstancias meteorológicas, mencionaron que llevan siempre agua en el coche "aunque se calienta en seguida". Dirigen el tráfico en zonas conflictivas "hasta que se soluciona". A partir de ahí, como el resto, buscan la sombra.

María Jesús, agente de vigilancia de la hora de "zona azul", calcula que camina de siete a diez kilómetros todos los días. "Me enfrento al calor con mucha agua porque tenemos que andar muchísimo y exponernos al sol es inevitable. Intento buscar la sombra".

Los barrenderos de Blasco Ibañez, combaten el calor con "agua, paciencia y buscando la sombra". Pero también padecen el poniente que levanta polvo, tierra y hojas. Trabajan duro en cualquier época del año. Son silenciosos y nunca se quejan a pesar de la dura función que desempeñan. "Tratamos de recogerlo todo con una sonrisa" señaló Andrea.

En ocasiones se olvida lo fundamentales que son y quiénes son los que de verdad mantienen la ciudad limpia y bonita. Aseguran que acaban con toda la pinocha que encuentran, "por si algún despistado tira una colilla al suelo en esta época y se crea un incendio". Para ellos, su mayor problema no es el calor, son "los gorrillas". Una de las barrenderas de Blasco Ibañez cuenta que "ensucian muchísimo porque viven aquí en el jardín. Yo he contado por lo menos doce y lo ponen todo perdido. Han llegado a hacer fuego dentro de los setos. Esta es la gran pega que tienen estos jardines".