La reforma de la sección de pescadería del mercado de Russafa, que empezó a finales de enero y que se está efectuando en dos fases, cerrando primero la mitad de la zona y luego la otra mitad, ya está generando críticas por parte de algunos de los propietarios de los trece puestos.

La primera fase acabó hace unos dos meses y desde entonces los pescateros y pescateras están ya ubicados en las nuevas instalaciones. Precisamente, algunos de ellos critican que ya en este corto periodo de tiempo se han visto obligados a llevar a cabo reparaciones como las de los mostradores: «No tienen revestimiento, son de muy baja calidad. El mío lo tuvieron que reparar porque hacía condensación y se mojaba la parte de abajo. Si no nos hubiésemos dado cuenta a tiempo se habrían estropeado las neveras», denuncia Elena, una de las pescateras.

Ella también critica la reforma del suelo de la pescadería: «No tiene desagües por si se inunda. Está muy bonito, con azulejos nuevos, pero esto no es un museo, aquí vendemos pescado, no vendemos apariencia y ya cuando montas se llena todo de agua», lamenta. Sus palabras son suscritas por otras vendedoras como Francisca Expósito, una de las más veteranas, pues lleva en el mercado 48 años: «Nos han engañado a más no poder. Estamos muy disgustados porque esto es una vergüenza», asevera. Ella va más allá y llega a decir que «si hubiera venido Sanidad hubieran cerrado el mercado porque estas no son condiciones para trabajar. No tenemos alcantarillas, las neveras eran una preciosidad antes y nos han puesto ahora unas de polos», ironizaba. Sobre la reciente inauguración de toda la reforma, prevista para el 1 de julio, pero que presumiblemente se retrasará, dice que «si viene el concejal le diré que no tiene vergüenza». Otra vendedora, Natalia, tilda la obra de «chapuza», asegura que «las neveras son de juguete» y que «a los clientes se les van las ganas de venir».

Por su parte, el presidente de la asociación de vendedores del mercado de Russafa, Ricardo Juan, trata de rebajar algo la tensión, aunque sí reconoce que a la concejalía «le ha faltado más comunicación con los vendedores». Él dice que no es todo malo y que la reforma era necesaria por las filtraciones que había e insta a los vendedores a «adaptarse a una nueva forma de trabajar donde no se use tanto el agua para limpiar porque genera filtraciones».