El pueblo de Borbotó ha iniciado su ciclo de festejos taurinos, con los que el término municipal de València dará por finalizada la temporada después de que, durante el verano, lo hicieran tanto Benifaraig como Carpesa. Y en este caso, además, reivindicando su carácter taurino, la celebración de los festejos como una tradición de la ciudad y ateniéndose a las disposiciones de la Generalitat Valenciana en lo tocante a los festejos de este tipo. Todo ello, a pesar de que, durante los meses anteriores, el alcalde mostrara su cada vez menor entusiasmo por la celebración de este tipo de festejos, sea por el posible maltrato animal como por el peligro al que se someten los propios asistentes.

Joan Ribó ha mostrado este verano cada vez más reticencias por los espectáculos taurinos en la ciudad de València

Los festejos se celebraron dentro del larguísimo y extenso calendario festivo del pueblo. Empezaron el pasado sábado y tendrán continuidad los dos próximos. El 15, en horarios de tarde y noche y el 22, en sesiones matinal y vespertina. En los primeros se anuncian «vaques i bou en puntes», procedentes de sendas ganaderías de La Paloma de Xalò y Germán Vidal de Cabanes, mientras que el remate a estas jornadas serán vacas y toros cerriles de Victoriano del Rio y Dani Machancoses de Picassent.

El alcalde del pueblo, José Ramón Giménez, no ha puesto ningún impedimento a la celebración porque «por mucho que guste o disguste, no podemos olvidar que se trata de una seña de identidad del pueblo. En Borbotó somos 780 personas con un sentimiento taurino muy arraigado». Eso, en lo espiritual y en lo material «porque se cumple de forma escrupulosa la normativa. El pasado fin de semana empezó y aquí vino la policía, hizo las mediciones de las barras... todo de acuerdo con lo que establece la Generalitat Valenciana. El festejo se celebró sin incidentes, además de en las modalidades que no se puede poner ningún pero. No es embolado, no es en cuerda... y la gente se lo pasó bien».

El alcalde recuerda en ese sentido que «no sólo es una cuestión de identidad. Claro que pueden pasar cosas. Pero en ese caso, ¿qué podemos hacer que nos garantice que nadie va a resultar dañado? ¿Una carrera a pie o en moto? ¿Una verbena, como la de cerca de aquí, que salieron navajas? Lo que se debe hacer es cumplir las normas: que no haya menores, o que no se meta en las calles gente que no está en condiciones». Tampoco se ofrecen alternativas. Y además, como digo, porque es algo que los habitantes quieren. Puedo decir claramente que, con la gente que somos, si mañana me encuentro en la alcaldía, no sé, quinientas firmas de vecinos del pueblo en contra de los toros, tendríamos que plantearnos las cosas».