Tres procesiones simultáneas recuerdan a San Vicente Mártir y su aciago final

El patrón de la ciudad completa un puente festivo a la espera de su posible traslado de fecha

Procesión de San Vicente Mártir en València

Germán Caballero

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Una estancia más bien corta y llena de dolor en la ciudad de València fue suficiente para convertir a Vicente de Huesca en patrón de la ciudad del Turia. Se le concedió un día para recordarle y se bautizó a su nombre la calle más larga de la trama urbana. Y aunque han pasado más de 1.700 años desde aquello, todavía sigue generando confusión con el otro San Vicente, el fraile de las predicaciones y el traje blanco y negro, aunque sus vidas se entrecrucen circunstancialmente.

Clérigo en el incipiente cristianismo cuando en la península no existía ni el Reino de España ni la Corona de Aragón ni el Reino de València, fue víctima de una de las persecuciones romanas, en éste caso de Diocleciano. Y la tradición narra el martirio al que fue sometido: huesos rotos, piel desgarrada y, finalmente, condenado a la hoguera. La catedral de València conserva una hornacina con un brazo tiznado que, a la vista de todo el mundo, se dice que forma parte de su cuerpo, aquel que habría sido enterrado donde ahora está la parroquia de Cristo Rey. Se ha buscado, pero nunca ha aparecido un enterramiento que responda a estas características.

El caso es que la ciudad acabó por dedicarle la jornada del día 22 como fiesta de la ciudad. Esa que, probablemente, acabe trasladándose a domingo en busca de la practicidad.

La fiesta se celebra con una serie de procesiones que no chocan entre sí por muy poco, casi milagrosamente (aunque los "miracles" corresponden al "otro San Vicente", el Ferrer). Como todas las fiestas de la ciudad de este tipo, empieza con una misa de Pontifical en la Catedral a las diez y media. Una hora después, la imagen del santo recorre estaciones que la tradición atribuye a su desdichado final, incluyendo su prisión y martirio. Callejea por Reina, Mar, Palau o Almoina.

Cuando esta procesión está en su momento álgido, a las 12 del mediodía, del «pouet de Sant Vicent» sale, en dirección a la calle de la Paz, otra: el «bateig de Sant Vicent». Una representación de como debió ser en 1350 el bautizo de San Vicente Ferrer, que recibió ese nombre por nacer un 23 de enero. Los personajes de la València del Siglo XIV acompañarán hasta la iglesia de San Esteban a un niño, éste de verdad, al que se le impondrá el nombre de Vicente, que recibirá el agua en la misma pila que su antecesor.

Mientras, y por otro recorrido y a la misma hora, el Gremio de Sastres acudirá desde su sede en María Cristina hasta el Santo Cáliz para celebrar su fiesta mayor. Asombrosamente, las tres manifestaciones son capaces de confluir sin molestarse unas a otras.

Y, a su vez, la plaza de la Reina acogerá a las 13 horas una "mascletà" a cargo de la Pirotecnia Tomás.

En la parroquia de Cristo Rey, por su parte, se celebrará a las 12 horas la misa solemne cantada por la coral universitaria Sénior, una ofrenda de las comisiones falleras y bendición y reparto de panes. Y por la tarde, a las 18:30 horas, misa en rito hispano mozárabe.

En la parroquia de San Vicente Mártir (en la calle Ermita, al otro lado de la Plaza de España) también habrá misa mayor a mediodía.

Compromís insiste en cambiar el día

Joan Ribó tomó la iniciativa de negociar con el Arzobispado el traslado de San Vicente Mártir a fin de semana y Compromís mantendrá en la oposición esta idea, para liberar ese día festivo para Fallas y, por extensión, para, según el edil Pere Fuset, «permitir mayor participación en los actos vicentinos», además de, en el caso de las Fallas, «beneficiar al conjunto de la ciudadanía, que podrán conciliar mejor su vida con la gran afectación que generan las Fallas, tanto para disfrutarla como para no tener que ir a trabajar». El nuevo equipo de gobierno rechazó materializar el cambio este año, entre otras cosas porque este año hace puente- y ahora se instará de cara a 2025, «porque se consensuó, después de años de diálogo fluido, entre el gobierno de Joan Ribó el Arzobispado, y sería coherente con lo que ya se hace con éxito con la Virgen o el Corpus».

El concejal de la formación valencianista anuncia que reabrirán el debate de cara a 2025 «para hacer valer un consenso que permitirá que menos gente tenga que trabajar en una ciudad que las Fallas transforman. Ni las mentiras sobre falsos consensos con entidades relativas a un festivo distinto pueden eclipsarla falta de gestión de la Concejala de Vox ni la inacción del concejal de Fallas de PP que, entre otros efectos, obligará a niños y niñas a tener clase el día 15 de marzo».

Aparte, hay que recordar que el festivo del lunes 22 no lo podrán disfrutar -salvo que hagan absentismo laboral- los miles de niños de la ciudad que estudian en colegios de otros términos municipales.

El pasado viernes, María José Catalá mostró su disposición a seguir dialogando con las entidades afectadas, lo que se interpreta como una forma de materializar el cambio.