"Benimàmet será el barrio más pobre, pero no el más peligroso"

La pedanía del oeste estrenó el miércoles una cámara contra la delincuencia que no arregla, lamentan los vecinos, su mayor problema: las rentas bajas y la falta de oportunidades laborales

Lluís y Rafaela pasean por la zona de los bloques del histórico «Padre Botella». | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

Lluís y Rafaela pasean por la zona de los bloques del histórico «Padre Botella». | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS / claudio moreno. valència

Claudio Moreno

Claudio Moreno

El ayuntamiento ha instalado una cámara en Benimàmet y pretende instalar dos más bajo el precepto, dijo la alcaldesa, de convertir València en «una de las ciudades más seguras de España». Su iniciativa de controlar la delincuencia por la vía tecnológica comenzó hace tres meses en Orriols tras varios incidentes con machetes y una víctima mortal, y desde entonces las actuaciones de la Policía Local en este barrio habrían caído un 30%. Significa que las cámaras previenen el crimen en los puntos negros. Entonces, ¿por qué se ubicó la de Benimàmet a las afueras de la pedanía?

Vivienda en la frontera del asentamiento chabolista en les Carolines, junto al velódromo. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

Vivienda en la frontera del asentamiento chabolista en les Carolines, junto al velódromo. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS / claudio moreno. valència

Pasó algo más desapercibido, pero Catalá también explicó que en los puntos vigilados por las tres cámaras, cercanos a centros educativos, hay quejas relacionadas con la alta velocidad de los vehículos. Lo explicaba el profesor de una autoescuela situada en el Camí Nou de Paterna, justo al lado de la primera cámara: «Por esta intersección deben pasar a 30 km/h y muchos van a más de 70. Es cierto que la gente corre.

Más dudas plantean la media docena de vecinos consultados sobre la peligrosidad en una pedanía de tradición agrícola que después de la gran riada de València absorbió mucha migración, sobre todo de trabajadores manchegos. Eran los años del desarrollismo, de demoler casas bajas para levantar bloques baratos destinados a la población trabajadora. Son los bloques que hoy -varias generaciones después- albergan a los vecinos más vulnerables.

«Hace un par de años un tipo recién salido de la cárcel empezó a cometer atracos en los comercios. Entonces se generó un clima de alerta, pero al chico lo detuvieron y desde entonces Benimàmet está más o menos tranquilo», relata Lluís, de la asociación Cantarranes. «En cambio sí tenemos un problema importante de falta de oportunidades. Parte de la huerta fue arrasada, la industria ha desaparecido, el pequeño comercio está cerrando en masa y la Feria de València, que era donde estaba empleada buena parte de la población, ha caído en picado».

En octubre de 2023 salió publicado un estudio informando de que Pla del Real quintuplicaba en renta al barrio más pobre de València, es decir, Benimàmet. Según datos del INE, la pedanía del oeste tiene una renta neta por persona de 11.217 euros. Según datos de la Policía Local, las actuaciones anuales por cuestiones relacionadas con seguridad ciudadana en 2022 en esta pedanía de 13.000 habitantes fueron 954, mientras que en el barrio más rico de la capital del Turia —con 30.000 habitantes— superaron las 1.800.

«Abandono histórico»

Los datos hablan de un barrio con espíritu de pueblo que está a 15 minutos en metro del centro de València, pero a mucha mayor distancia de su realidad socioeconómica. Los vecinos lamentan el abandono histórico al que han sido sometidos y los contrastes urbanísticos les dan la razón. El chalet de Panach cuenta una historia, el asentamiento que crece junto a un velódromo con aspecto destartalado relata otra. Las villas de Felipe Valls denotan esplendor y los bloques sociales del «Padre Botella» desmienten esa impresión.

«Benimàmet será el barrio más pobre, pero no el más peligroso. El problema aquí es otro. La población está muy envejecida y nadie contrata a los mayores de 45 años. Y la feria de la que se nutría la pedanía ha perdido mucho tirón», dice Rafaela Torres, una vecina del Parque Camales e integrante de un colectivo de parados de larga duración. «Yo hago talleres para desempleados en el Espai Obert y no viene nadie. Muchos parados están deprimidos, aislados y les da vergüenza acudir a Servicios Sociales porque no quieren ver la realidad».

Y tampoco los jóvenes encuentran futuro en esta pedanía en la que se suele poner el foco de la inseguridad, considera la estudiante de Sociología Celia Garcés, por cuestiones que nada tienen que ver con la peligrosidad: «Las cámaras no muestran la desigualdad que hay en València e intuyo que en Benimàmet se pone el foco de la inseguridad porque hay bastante okupación y somos uno de los distritos con más migración, superior al 21%. Pero es un análisis injusto».

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