La conselleria de Bienestar Social reconoce que más de 5.500 niños de la C. Valenciana son víctimas de malos tratos en el entorno familiar. La cifra es igual de estremecedora que imprecisa, ya que es la cantidad de niños que tienen bajo la tutela de los servicios sociales y no todos aquellos casos en los que los pequeños son maltratados pero que no se ha denunciado, por lo que la cifra, es mucho mayor y desconocida.

Entre las causas más frecuentes del maltrato infantil, la negligencia por parte de los progenitores es la que encabeza la lista. Hasta el 58% de los casos se debe al mal cuidado de los padres. Tras esta cifra, llegan los números referentes al maltrato físico y emocional, que alcanza un 27%.

La renuncia a la guarda y custodia del menor, los abusos sexuales, el abandono o la explotación laboral completan el abanico de problemas que afecta a los pequeños.

La actuación de la conselleria suele estar precedida de diversos protocolos. Dos, en concreto, para poder detectar signos de maltrato infantil. En caso de que un menor llegue a tener una situación dañina, debe detectarse bien a través de los servicios sanitarios -porque presenten golpes, desnutrición, o demás- o bien a través del entorno educativo, ya que el maestro se convierte en el aliado más próximo al menor y el que suele generarle mayor confianza para contarle sus problemas.

Ambos servicios actúan para alertar a las fuerzas de seguridad en los que interviene la Policia. Tras un parte de denuncias, la tutela puede pasar tanto a familias educadoras -en la C. valenciana hay unos 700 menores en esta situación- como al acogimiento familiar -hay unos 3.500 niños en esta situación-. Este caso, suele consistir en buscar el entorno más próximo al menor, y se suelen escoger familiares directos que garanticen un buen cuidado del niño. A partir de ahí, el seguimiento lo realizan los servicios sociales municipales.

Cifras por provincias

Desglosado por provincias, alrededor de 3.500 menores son custodiados en Valencia por haber sufrido malos tratos en su entorno familiar, otros 1.500 en la provincia de Alicante y algo más de 500 en Castellón. Las cifras, no son exactas, cada día se suelen detectar nuevos casos.

Se sigue castigando con azotes y bofetadas

Los españoles siguen teniendo asociado a la educación de sus hijos el cachete, la bofetada o el azote. Todavía sin una connotación demasiado negativa y con la excusa de que es puntual, como último recurso, para marcar el límite a un niño o a un adolescente, un buen número de personas lo ven como algo eficaz. Gran cantidad de pedagogos y psicólogos muestran sus discrepancias; insisten en no criminalizar a los padres que los usan aunque la ley de Protección del Menor lo deja claro. Los expertos rechazan tajantemente este comportamiento como herramienta válida para educar a los niños, primero, por reprobable en sí mismo, porque si no se consiente en el ámbito de la pareja mucho menos ante un menor indefenso, y segundo, porque no funciona. Al menos con efecto a largo plazo. Una encuesta del CIS de 2005, afirmaba que en torno al 60% de los adultos con hijos considera que "un azote o una bofetada a tiempo puede evitar más tarde problemas más graves". Un azote, es considerado por la ley como maltrato físico y es denunciable como delito de lesiones.