¿Cuáles serán los objetivos de su presidencia de la Organización Europea para la Ciencia de las Plantas (EPSO)?

Tenemos que pelear para convencer a toda Europa, tanto a los sectores públicos como a los privados, del valor estratégico que tiene la investigación en el mundo de las plantas. Formamos parte de una plataforma tecnológica que se llama «Plantas para el Futuro» „donde están representados los sectores empresariales europeos de las compañías que se dedican a la producción y comercialización de semillas y donde también tienen voz los agricultores„, y aspiramos a elaborar una agenda de lo que se debe investigar en Europa sobre plantas.

¿A qué reto se enfrentan?

La previsión de las empresas es incorporar a muchos científicos con grados de máster y de doctor, cosa que no es muy corriente aunque en este sector se invierte mucho en I+D. El problema es que no se está formando a la gente en las nuevas tecnologías. Hoy en día, desde el punto de vista de la mejora de las plantas, por 100 dólares, unos 80 euros, que no es nada, se puede conocer el genoma de cualquier variedad de cualquier planta. Pero, además, se desarrollan herramientas para saber para que sirve cada gen e instrumentos para introducir esa información en la planta.

¿Qué ofrecen las plantas de diseño?

Conseguir plantas nuevas que sean capaces de vivir en condiciones de estrés tanto biótico, o sea causado por agentes patógenos, o también abióticos, como el frío o la escasez de agua. El obtener plantas con mayor capacidad de adaptación en un contexto de cambio climático o que produzcan alimentos más saludables. Y, sobre todo, poder cumplir el mandato de la FAO, que nos pide producir de forma sostenible suficientes alimentos para que todo el mundo tenga acceso a ellos.

Sin embargo, la sociedad valenciana bien alimentada va por otro camino pues ahora hacen furor las tiendas «bio».

Para cualquier tecnología que se aplique a la producción de alimentos hay que ser muy exigentes en que lo que se va a consumir es bueno, saludable y respetuoso con el medio ambiente. Esto sirve tanto para los transgénicos como para lo ecológico.

¿Lo ecológico también tiene riesgo?

Cuando la agricultura ecológica no se hace bien, sí. Si uno mira anualmente las alertas alimentarias se encuentra con una casuística amplia de problemas para la salud de los consumidores por productos ecológicos mal elaborados. Esto hay que eliminarlo, pues la agricultura ecológica mal hecha mata, deja decenas de muertos al año y eso es terrible.

¿Quiere decir que esos productos no tienen tantas ventajas como nos venden?

Lo positivo de las técnicas ecológicas es que «per se», por su manera de hacer las cosas, suponen una agricultura menos agresiva con el medio ambiente. A partir de ahí, hay otro tipo de mensajes que se lanzan a la sociedad, como por ejemplo que son alimentos más saludables, que claramente no tienen un fundamento. Lo que producen, si está bien hecho, son alimentos igual de saludables que los otros, no mejores.

Entonces,¿podemos estar tranquilos cuando comemos transgénicos?

Si un alimento transgénico está en el mercado, el consumidor puede estar absolutamente convencido de que tiene encima de la mesa un alimento en el que nunca se habían utilizado tantas precauciones y se había estudiado más. Ya me gustaría a mí que todo lo que comemos tuviera las garantías que tienen los transgénicos.