Pasaban sólo siete minutos de las once de la mañana cuando el vehículo en el que circulaban Rafael Mocholí, de 20 años y natural de Gandia, y Víctor Da Silva, brasileño de 21 años, era arrollado por un tranvía que circulaba en dirección a la Malva-rosa por la rotonda de la avenida de Cataluña, en Valencia. Ambos murieron en el acto. Sólo el conductor del convoy necesitó ayuda debido al estado de ansiedad que tenía tras el accidente.

El chófer del tren trató de avisar a los jóvenes. Los pitidos alertaron del peligro a los transeúntes que pasaban por la zona pero no a Rafael y a Víctor. Cuando vieron el tren era demasiado tarde. El impacto fue de tal magnitud que el tranvía arrastró el coche cerca de 30 metros hasta empotrarlo y deformarlo por completo contra uno de los postes de la catenaria.

El vehículo quedó absolutamente destrozado. De hecho, la parte frontal del mismo y la trasera quedaron en paralelo tan sólo separadas por el poste eléctrico. Las causas del siniestro deberán ser determinadas por expertos pero, según explicó el jefe de bomberos de Valencia, Julián Rodríguez, las primeras hipótesis apuntan a que fue una imprudencia por parte de Víctor, que era quien conducía, por saltarse un semáforo en rojo.

La versión aportada por Rodríguez y por el concejal de Seguridad de Valencia, Miquel Domínguez, fue la misma. Al parecer, los jóvenes vieron un convoy que circulaba en sentido a Benimaclet y lo dejaron pasar. Una vez creyeron que la vía estaba libre cruzaron con el semáforo en rojo y fue entonces cuando un segundo convoy, que circulaba en sentido opuesto, los arrolló.

Hasta el lugar del siniestro se desplazaron numerosas dotaciones de la Policía Local y de la Nacional, una ambulancia del SAMU, dos camiones de bomberos, los responsables Ferrocarrils de la Generalitat (FGV) y Fomento, el fiscal, el forense y la juez de guardia, así como el concejal de Seguridad.

Excarcelación de los cuerpos

Debido a lo aparatoso del choque y a la posición en la que quedó el vehículo, las labores de excarcelación de los cadáveres fueron muy costosas y laboriosas. Para evitar que el vagón del tranvía sufriera más daño del que ya había recibido con el impacto, los responsables de Bomberos decidieron volver a dar la luz en la catenaria y mover cada uno de los dos vagones en un sentido diferente. Una vez tuvieron el vehículo liberado del tren, el siguiente paso fue excarcelar los cuerpos.

Los bomberos tardaron cerca de una hora en poder rescatar el cuerpo sin vida de Rafael. Era la una y media de la tarde. El cadáver de Víctor tardó un poco menos en salir, una media hora, pero para poder realizar las extracciones, los encargados del rescate tuvieron que utilizar cizallas, pinzas especiales y cilindros, todo ello material pesado y de uso habitual en este tipo de situaciones.

Una vez finalizado el rescate de los cuerpos, se retiró el amasijo de hierro en el que se había convertido el coche con una grúa, se limpió la zona de la tragedia y, a las tres menos diez de la tarde, se restableció el servicio de tranvías de FGV. El siniestro también provocó largas colas de vehículos en la entrada a Valencia desde la V-21, ya que hubo que desviar todo el tráfico procedente desde dicha carretera por el túnel que hay bajo la rotonda donde se produjo el accidente, y en la Ronda Norte, hasta el cruce con el acceso a Alboraia.