El Botànic en cifras: así ha gestionado la izquierda la Comunitat Valenciana

Los datos avalan la gestión socioeconómica del Consell pese a la covid y la guerra | Los principales indicadores muestran una mejoría sólida en PIB, empleo, dependencia o gasto por habitante, donde se converge con la media pese a la infrafinaciación pero a base de más deuda

El pleno de la Corts de enero en el que se aprobaron los presupuestos de 2023

El pleno de la Corts de enero en el que se aprobaron los presupuestos de 2023 / Biel Aliño

Mateo L. Belarte

Mateo L. Belarte

Como manda la tradición política, los principales partidos aprovechan la antesala de las elecciones para exponer su particular balance de la legislatura. Y como también establecen los cánones, los diagnósticos son antagónicos en función de dónde provienen, si del Gobierno o de la oposición. Así, estos días las formaciones que concurren al 28M lanzan toda una serie de mensajes contradictorios sobre la realidad autonómica capaces de confundir a cualquier valenciano de a pie. El PSPV, Compromís y Unides Podem sacan pecho de su trabajo —poniendo el foco en los departamentos que han gestionado cada uno—, mientras PPCV, Ciudadanos y Vox dibujan una Comunitat Valenciana prácticamente en ruinas.

La vivienda, la fiscalidad o la sanidad, tres de los grandes caballos de batalla de la campaña autonómica, son claros ejemplos de estas realidades paralelas que proyectan los partidos: mientras la derecha insiste en que el Consell ha construido «cero viviendas públicas» en ocho años, ha generado un «infierno fiscal» y ha «colapsado» la Sanidad, en el Botànic —concretamente en Unides Podem y PSPV, al frente de estas áreas—presumen de haber implementado «políticas vanguardistas» que hoy son «referencia» en España en cuanto a Vivienda, de haber aliviado la carga impositiva a quien más lo necesita y en que el sistema sanitario está mejor ahora que cuando mandaba el PP pese al golpe de la pandemia.

Ximo Puig comparecejunto a todo el Consell para anunciar la suspensión de las Fallas 2020 por la pandemia.

Ximo Puig comparecejunto a todo el Consell para anunciar la suspensión de las Fallas 2020 por la pandemia. / FERNANDO BUSTAMANTE

Ante estas lecturas muchas veces incompatibles, Levante-EMV ha analizado la evolución de cerca de una veintena de los principales indicadores socioeconómicos de la Comunitat Valenciana desde que gobierna la izquierda, para que sean los datos los que hablen.

Robustez económica pese al virus

En líneas generales, las cifras respaldan la gestión del Botànic pese al terremoto social y económico provocado por el coronavirus y la guerra de Ucrania, dos factores externos que derrumbaron todos los parámetros pero que la izquierda ha logrado remontar en gran medida. Eso sí, el rebote se ha producido a base de ‘ignorar’ la histórica infrafinanciación que sufre del Estado y elevar los gastos muy por encima de los ingresos para alcanzar a la media en inversión por habitante.

Un enfoque reivindicativo y keynesiano que ha desviado a la autonomía de sus objetivos de estabilidad, suspendidos por la UE tras la covid para dar oxígeno a los planes de ayuda pero cuyo regreso es ya inminente, lo que plantea un horizonte de mayor vigilancia desde Bruselas y por tanto, una mayor constricción presupuestaria.

El indicador por excelencia y que engloba toda la capacidad de generar riqueza de cualquier territorio es su Producto Interior Bruto (PIB). El Botànic heredó la gestión de la Generalitat tras 20 años de mandato del PP con el PIB autonómico en poco más de 100.000 millones y en 2019 rozaba los 115.500 millones, un 15 % más —en línea con el incremento registrado en el conjunto del país— . 

Sin embargo, la irrupción de la covid hizo retroceder el PIB autonómico de 2020 al nivel de 2016. El rebote fue potente en 2021, último año con cifras oficiales en el Instituto Nacional de Estadística (INE), y la previsión de la autoridad fiscal (Airef) es que 2022 se haya cerrado rozando el nivel de riqueza prepandemia (114.968 millones).

No es el único indicador económico que sonríe al Botànic, que cerrará la legislatura con la inversión extranjera en máximos históricos y ondeando la llegada de Volkswagen a Sagunt como el gran hito de este mandato.«Gurtel o Volkswagen», resume Puig sobre el 28M. Junto con el balance de actividad empresarial —se han creado 73.800 firmas más de las que se han disuelto— y los datos de empleo, con la tasa de paro reducida del 24,8 % en 2015 al 13,8 % a inicios de 2023 y casi 90.000 afiliados más, son cifras que el Consell exhibe para combatir el mantra de que la izquierda no sabe gestionar.

Margen de mejora social

A nivel social hay más claroscuros. Ha habido avances en muchas áreas, pero en la mayor parte de los casos estos son insuficientes a tenor de las listas de espera que sigue habiendo en Sanidad, Vivienda o Dependencia.

En esta última es posiblemente donde los indicadores son más favorables al Botànic. La Conselleria de Igualdad gestionada por Compromís (primero por Mónica Oltra y ahora por Aitana Mas) se marcó como objetivo nada más llegar al poder desatascar esta ayuda. En ocho años los beneficiarios han crecido un 210 % (de 43.000 con el PP a 133.839 a cierre de 2022) y las personas en listas de espera han caído un 72 %, pasando de 44.000 a 12.500.

Otra bandera de Compromís ha sido la de acabar con los barracones en colegios. Según la conselleria del ramo, se han destinado más de 1.500 millones a mejorar más de 500 escuelas. Pero las ratios de alumnos por aula solo han mejorado en Infantil, donde se ha rebajado en dos niños por clase, según datos del Ministerio de Educación. 

En Sanidad, el gasto por habitante se ha incrementado en 300 euros desde que gobierna la izquierda, pero indicadores como la inversión en atención primaria o las camas por persona se han mantenido casi estables. 

Los datos de Vivienda relativos al parque público hay que tratarlos con cautela. En la legislatura se han incorporado 1.200 propiedades a la cartera de la Generalitat, pero desde la conselleria de Unides Podem recuerdan que todavía se tienen que ir del parque 3.100 pisos con derechos de compra firmados hace décadas, lo que distorsiona la curva.

La tasa Arope, que indica las personas en riesgo de pobreza, es otro parámetro fundamental para medir el impacto de las políticas sociales del Botànic. Según el INE, la izquierda ha logrado reducir esa tasa en casi tres puntos desde 2015, del 33,2 al 30,6 (150.000 personas). Similar a lo que sucede con otros indicadores económicos, la pandemia ha cortado la evolución (28,2 en 2019) y provocado un cierto retroceso.

Deuda: susto o muerte

Lo que no ha parado de crecer ha sido el presupuesto de la Generalitat, un 65 % desde 2015 y casi otro 29 % en la última legislatura, alcanzando los 28.400 millones en 2023. Para cuadrarlos, el Consell ha optado por incluir partidas 'reivindicativas' o 'ficticias', según se mire, de 1.300 millones para paliar su infrafinanciación.

Estas cuentas expansivas tienen dos repercusiones directas: se ha logrado por fin igualar el gasto por habitante a la media de autonomías (ha crecido de 3.400 euros por persona a 5.500 con el Botànic) pero a su vez se ha seguido acumulando deuda y generando déficit, que quintuplica la recomendación de la Airef.

Uno de los grandes 'debes' del Consell a nivel político ha sido no lograr la ansiada reforma del sistema de financiación autonómica. Sin embargo, en cierto modo ha logrado frenar la sangría incidiendo en la reivindicación del agravio ante el Gobierno central, de quien se recibían 7.650 millones en 2015, 9.400 en 2019 y 11.670 este año.

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