Educacion

Ir al cole en un barrio pobre

Las clases de repaso de Fundación Iniciativa social son el elemento que salva a los niños, muchos de ellos migrantes, del fracaso escolar

"Muchos tienen la inteligencia pero suspenden en clase porque le faltan los recursos y el apoyo", dice Elisa Tos, trabajadora de la fundación

Madres y estudiantes de las clases de repaso para familias sin recursos que ofrece la Fundación Iniciativa Social en el bario de Monteolivete, en València.

Madres y estudiantes de las clases de repaso para familias sin recursos que ofrece la Fundación Iniciativa Social en el bario de Monteolivete, en València. / JM López

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

Todo gira en torno al código postal, hasta las oportunidades educativas. Hay barrios en València donde los niños no tienen ni un escritorio para hacer los deberes, y otros donde disfrutan de Ipad y profesor particular. La renta y el barrio marcan los resultados académicos del alumno, aunque este sea inteligente.

Ezequiel es uno de esos niños que no tiene escritorio para hacer los deberes. Vive con su madre Adriana en una habitación y no tiene ni privacidad ni espacio propio para ponerse a estudiar. Según un estudio del investigador Francisco González Murillo, un alumno del quintil más pobre de renta tiene 5 veces más posibilidades de no acabar la ESO que uno rico.

Para acortar esa brecha que hay dentro de la escuela pública existen asociaciones como la Fundación Iniciativa Social, que da clases de repaso gratis en barrios como Monteolivete, Torrefiel o Orriols para familias que no se lo pueden permitir. Esas clases significan para muchos niños un espacio para hacer los deberes o un apoyo escolar para las asignaturas que le cuestan un poco más. Significan, en definitiva, que sin ellas probablemente caerían en el fracaso escolar.

Clases de repaso de la Fundación Iniciativa Social

Clases de repaso de la Fundación Iniciativa Social / JM López

La educación pública es igual para todos... sobre el papel. Cuando preguntas en determinados barrios afloran muchas diferencias. "A mi nieto le mandan muchos trabajos por ordenador, pero en casa no tenemos. Lo tengo que mandar a un locutorio cuando puedo", explica Soila Barrera. Ha preguntado en el colegio, pero no hay portátiles disponibles para él.

Muchos de los niños que necesitan apoyo específico son inmigrantes recién llegados a València. Y el principal problema, según explican sus madres son las clases de repaso. Joselin tiene tres niños y necesitan, como poco, varias horas a la semana de repaso que pueden costar 70 euros al mes por hijo que no tiene. Gracias a la fundación puede darles ese refuerzo.

Lista de espera

"Tenemos lista de espera en todos los barrios, hay muchas familias necesitadas a las que les gustaría tener clases de repaso pero no podemos ofrecérselas. Y eso que nos apoyamos en los voluntarios que nos ayudan a dar clase", cuenta Elisa Tos, responsable de la fundación.

La educación pública parece igualitaria, pero no lo es. Tos asegura que muchos de los niños que van a clases de repaso, como el nieto de Soila, son muy inteligentes, pero que antes de recibir ese refuerzo repetían curso o lo aprobaban a duras penas. "Tener los recursos para el repaso es súper importante", explica. Sobre todo porque no hay ningún recurso público para ellos.

Clases de repaso de la Fundación iniciativa social para menores en barrios empobrecidos.

Clases de repaso de la Fundación iniciativa social para menores en barrios empobrecidos. / JM López

"Las bibliotecas cierran y no están adaptadas para los niños pequeños", cuenta Soila. Todas las madres reivindican a Conselleria de Educación que debería de existir un servicio de refuerzo educativo público para familias que no tienen el dinero.

Otro obstáculo que enfrentan estas familias empobrecidas (y muchas otras) son los gastos en el material escolar, a los que a veces no llegan. Sadia, una madre, recuerda que "el año pasado mi hijo no tenía diccionarios porque no podía comprárselos. Todos sus compañeros tenían menos él". Joselín añade que "yo conseguí que me regalaran algunos libros de lectura, si no tampoco los tendrían".

Al llegar a mitad de curso, muchos colegios no tienen las plazas suficientes para empadronar a estos niños en su centro de referencia, por lo que acaban estudiando muy lejos de casa. Es el principal problema de Sulai: "tenemos que coger dos autobuses para llegar a casa, muchos días llegamos tardísimo y no quieren hacer los deberes porque están muy cansados, pero tampoco han podido durante el día", explica esta madre.

Poco deporte y mantas para abrigarse

Lo que pasa en clase no es solo lo único importante para la educación y el crecimiento de un niño. Es casi tan fundamental como eso lo que ocurre fuera, y aquí estos jóvenes también tienen muchas carencias que les pesan como una losa.

"Lo que más les falta es el deporte. No pueden apuntarlos a fútbol, o a natación, por la misma razón que por la que no pueden darles repaso, y eso es súper importante para un niño", cuenta Tos. "Nos recorremos todos los parques para que jueguen cuando tenemos tiempo ¿Pero qué más podemos hacer? A veces solo los puedes meter en casa y que jueguen con el móvil y vean la televisión", cuenta Joselin. Muchas de las madres son solteras, lo que dificulta muchísimo más la crianza y la conciliación laboral.

Clases de repaso para jóvenes de la Fundación Iniciativa Social.

Clases de repaso para jóvenes de la Fundación Iniciativa Social. / JM Lopez

La Fundación Iniciativa Social trata de extenderse en este ámbito, pero explica que está teniendo muchísimos problemas para que algunos colegios públicos les cedan sus patios para poder hacer allí actividiades gratuitas para estos niños. "Es un sitio que tienen cerrado por las tardes y que se le podría dar un buen uso", cuenta Tos.

En casa, la comida sana (que no es barata) es otro obstáculo para las madres. "En el colegio con el comedor lo tienen muy controlado, pero luego eso hay que pagarlo. A mi nieto le mandaron una dieta rica en hierro, pero llevaba alimentos que yo no podía comprarle así que no se la pude dar", cuenta Soila.

A todo este contexto para un niño hay que sumar, además, la incapacidad de mantener el hogar caliente en invierno y fresco en verano, lo que se conoce como pobreza energética. "Llegamos y nos ponemos mantas y vamos al sofá, o varias capas de ropa para no pasar mucho frío, no puedo poner la calefacción porque entonces sí que no llego a final de mes", cuenta una madre.

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