La falta de agua complica que l’Albufera cumpla las exigencias de la UE para 2027

El humedal costero está abocado a la salinización si no se aumentan los aportes y se controlan las compuertas

El agua de l'Albufera, bajo mínimos por la falta de lluvia

J. M. López

Minerva Mínguez

Minerva Mínguez

La falta de aportes hídricos en cantidad y de calidad aleja al lago de l’Albufera de las exigencias ambientales a las que Bruselas obliga para 2027. Esa es la meta en la que el humedal ha de alcanzar un buen estado ecológico. Así lo impone la Directiva Marco del Agua para que los estados miembros apliquen medidas correctoras en sus masas superficiales y subterráneas, con el añadido de que el espacio protegido forma parte de la Red Natura 2000. A las amenazas de siempre o la presión urbanística se suma ahora, además, los efectos del cambio climático.

La vulnerabilidad de la laguna costera se multiplica dada su extensión, su cota sobre el nivel del mar y su grado de antropización. La ausencia de precipitaciones en otoño no han hecho más que evidenciar su fragil equilibrio, su dependencia de los caudales ecológicos así como una gestión de las compuertas sujeta a la normativa establecida en 2018 por la Generalitat.La propia Confederación Hidrográfica del Júcar recoge en el último plan de cuenca la afección del calentamiento global en todo el frente litoral valenciano.

Si en la actualidad l’Albufera tiene una superficie por debajo del nivel del mar en torno a 5 km², con los escenarios analizados de aumento de la temperatura del planeta podría crecer hasta los 32 km² en el corto plazo y los 73 km² en el largo. Así se contempla en el estudio de medidas de adaptación en el ámbito del Júcar elaborado por Clara Estrela-Segrelles y el Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica.

Cambio en la gestión hídrica

Los expertos coinciden en que impedir la entrada de agua marina pasa por un cambio en la gestión hídrica de l’Albufera. «Para evitar la salinización será necesario un mayor nivel en el lago del actual y, por lo tanto, un mayor volumen», señalan. La Generalitat fija en 28 los centímetros sobre el mar de mayo a octubre, en 43 de noviembre a enero y el resto del año en una horquilla de 23/28. «La tasa de renovación (del agua) es clave para el control de la eutrofización, la calidad de la laguna y condiciona la biodiversidad del ecosistema», incide el trabajo de Estrela-Segrelles (UPV).

El estrés hídrico ha estado siempre ligado a las grandes crisis de l’Albufera. El colapso ambiental de la década de los años setenta marcó un antes y un después. Entonces fueron los vertidos de aguas fecales e industriales enviadas al lago sin tratar las que llevaron a la desaparición de numerosas especies de vegetación subacuática. La mejora de los sistemas de saneamiento, el descenso de la clorofila y las entradas de agua por los desembalses técnicos en los últimos años habían propiciado la recuperación de muchos macrófitos casi medio siglo después.

El agua de la Albufera se tiñe de rojo

M. Á. Montesinos

La hemeroteca y la memoria colectiva reflejan otro momento muy crítico en 1995. «Hubo una enorme sequía con una aportación tan baja de agua en plena canícula que incluso se formaron playas alrededor de las matas, y entró mucha agua salada por lo que se produjo una elevadísima mortandad de peces», recuerda Joan Miquel Benavent exdirector -conservador del parque natural.

«Estaba lleno de cadáveres, por que cuando no hay flujo de agua dulce la entrada de la del mar es fácil y como es muy densa se va al fondo, lo cual genera muchos problemas por la falta de oxígeno», relata. Aún mantiene fresca, al igual que los pescadores, aquella imagen dantesca de los ‘petxinots’ muertos.

Episodios de mortandad

Los episodios de mortandad por la desecación del lago han venido repitiéndose periódicamente hasta que en 2016 intervino la Fiscalía Provincial de València. Las denuncias del que había sido alcalde Silla años antes, Francesc Baixauli, originaron una investigación por la que el órgano judicial acabó conminando al Botànic a establecer, y controlar, el régimen de funcionamiento del desagüe del lago. Los reiterados incumplimientos en los años siguientes llevaron a la entonces Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente a fijar en 2018 aquellas directrices provisionales en una orden además de retirar la potestad de las compuertas a la Junta de Desagüe.

«El problema es de fondo, con muchas causas, y el último clavo en el ataud es el trasvase al Vinalopó, porque no puedes estar enviando allí lo que aquí te falta y menos abrir las compuertas y soltar agua si no tienes garantizada su entrada. Es un despropósito detrás de otro», señala ahora Baixauli. «L’Albufera no es una balsa de riego, es un ecosistema natural y un estuario fastuoso que estamos arruinando», apunta. «Falta mucha pedagogía», defiende y apela al movimiento social y vecinal como palanca de cambio como en su día lo fue «El Saler per al poble».

Salinización del acuífero

Pese a todo, en 2019 el vaso de l’Albufera volvió a descender de manera alarmante. «No se puede estar siete meses al año sin aportaciones de calidad sobre todo del Júcar», incide Benavent. «El sistema de l’Albufera es salobre y si no hay aportación de agua dulce volverá a su carácter natural», remarca. «Lo que está en peligro es la salinización del acuífero de la Plana de Valencia con todo lo que ello comporta no solo para el lago, sino para todas las actividades industriales y empresas que hay en su entorno», subraya Benavent, que estuvo al frente de la Oficina Devesa-Albufera.

El investigador Héctor Moreno (UPV) ahonda también en la necesidad de ampliar la instalación de piezómetros para medir el avance de la cuña salina. «En la zona norte es más acusado que en la sur», explica, con una derivada no menor: el cultivo del arroz y la necesidad de avanzar hacia variedades más resilientes.«Si se pretende defender y adaptar el modelo socio-ecológico vigente es necesario abordar el balance de salinidad subterráneo y en superficie,monitorizar la capa freática para establecer las interacciones entre esta y el agua superficial aportada», apunta.

Carles Sanchis Ibor, presidente de la Junta Rectora del Parque Natural, tiene claro que la situación actual se repetirá si no se da un paso al frente. De ahí que reclame protocolos con mucha concreción, que abarquen múltiples escenarios pero que pasan todos por la llegada de agua en cantidad y calidad. «En un sistema extremadamente complejo como l’Albufera los problemas no se acaban nunca especialmente en un contexto de cambio climático», enfatiza.

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