José Claramonte: "Las cuencas del Júcar y el Segura evolucionan hacia un estrés severo"

«Hay que intentar cambiar y hacer cosas diferentes para buscar resultados diferentes». Así valora José Claramonte, director general de Facsa, la evolución que debería tomar la gestión del agua en España. No seguir la senda actual, sino caminar hacia una mayor inversión en infraestructuras hídricas, la eficiencia y la centralización de la gestión. La valoración no es baladí, sino que se basa en las conclusiones del primer informe sobre el modelo de la gestión del agua, realizado junto a Asuntos Públicos Red2Red.

Un estudio alerta de la falta de infraestructuras en gestión del agua

Desde Facsa, reivindican mayores inversiones en infraestructuras. ¿En qué sentido?

Una apuesta por nuevas, pero también renovación del parque que tenemos, cuya antigüedad es de 30 o 40 años. En su gran mayoría, hay que renovarlo, pero no hay recursos. De hacerlo, permitiría mejorar la eficiencia y generar recursos nuevos. También se debe invertir en generar un volumen de aguas residuales potencialmente reutilizables. Y, por otro parte, hay que potenciar la desalación como una fuente de recurso de agua para abastecer a todos los sectores.

¿Cómo están las infraestructuras en la Comunitat? 

Tenemos unas instalaciones muy antiguas y hay filtraciones de nivel freático, incluso en zonas de agua de mar. Si queremos luego aprovechar el agua para reutilizarla, no nos interesa porque tendremos un agua salobre y luego tendremos que buscar tratamientos para quitar esa sal. Si se renuevan las infraestructuras, podremos tener el recurso lo más consumible posible.  

"Debemos plantear este debate pensando en el futuro y en garantizar el agua para las siguientes generaciones"

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En las dos últimas décadas, el nivel de facturación se ha incrementado, pero la inversión ha caído un 46,5 %. ¿De dónde ha de salir la inversión?

Una fórmula es incluir en la tarifa del agua un porcentaje para la renovación de las infraestructuras. A lo mejor podría ser del 2 o el 3 % de la tarifa y, aún así, seguiría siendo un precio razonable de la tarifa. Pero, para ello, sería necesario regular una tarifa homogénea para todos, con una tarifa unificada para todo el territorio. 

¿Significa esto un incremento en las tarifas?

La estructuración de las tarifas es un debate que debemos abordar para incluir costes sociales o ambientales. Ahora tenemos unas tarifas que dependen un poco de decisiones políticas. Eso quiere decir que unos van a invertir parte de la tarifa y otros no. Pero debemos plantear este debate pensando en el futuro y en garantizar el agua para las siguientes generaciones. Por eso, pedimos una estructura consensuada de las tarifas, validada entre todos, para mantener las infraestructuras en condiciones, que contemplen todos los costes.

Según el informe, España es el tercer país en estrés hídrico de Europa. ¿Se agudiza en autonomías como la valenciana? 

La situación de nuestras cuencas nada tiene que ver con las del norte, de Galicia o el Cantábrico. Estas tienen menor estrés, aunque es ya moderado, pero otras cuencas como la del Júcar o el Segura, caminan hacia un estrés severo y la proyección es de sobreexplotación; es decir, que consumiremos más agua que el recurso que tendremos. Es un poco la inercia y lo que queríamos apuntar en el informe, que sirviera de reflexión y de punto de partida. Hay que intentar cambiar y hacer las cosas diferentes, de otra forma, para conseguir resultados también diferentes. 

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Más que hablar de futuro es ya una realidad en regiones como Cataluña o Andalucía.

El cambio climático ya lo estamos viendo. Hemos pasado de unas sequías coyunturales a unas estructurales. Las temperaturas que tenemos, la forma de llover, con episodios torrenciales de mucha intensidad... Nos hacen ser conscientes de las perspectivas y los informes avalan estas tendencias. Si continúan, habrá que buscar recursos y ahorros para afrontarlo. 

Buscar la eficiencia es una de las claves. ¿Estamos gestionando mejor?

Se ha hecho un gran esfuerzo hacia la digitalización; en las ciudades y, también, en el sector agrícola con el objetivo de ahorrar agua. Se ha invertido mucho en digitalización, pero no nos podemos quedar al ritmo actual. Tenemos que buscar el siguiente nivel, perseguir mayores eficiencias porque, cada vez, tenemos menos recursos. Si no tendremos problemas y limitaciones.

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