"Soy una persona obsesivamente limpia y, aún así, cogí sarna"

A diferencia de la creencia general, la infección dermatológica está relacionada con lugares con convivencia de muchas personas, el contacto y no tanto con la suciedad

Los dermatólogos destacan que "los tratamientos están fallando o no se aplican correctamente" y esto prolonga la infección

Una persona infectada de sarna en la Comunitat Valenciana en una imagen de archivo.

Una persona infectada de sarna en la Comunitat Valenciana en una imagen de archivo. / Axel Álvarez

Lluís Pérez

Lluís Pérez

"Es absolutamente falso que la sarna tenga que ver con tener poca higiene o un número elevado de relaciones sexuales. He cambiado mi visión después de vivir la experiencia". La que habla es Aitana Palomar, quien prefiere relatar su experiencia bajo un nombre ficticio. Ella ha sido sincera con sus amigos y familiares sobre la infección y se define como una persona "muy abierta", pero prefiere reservar su identidad oculta en los medios de comunicación por cuestiones laborales. En su vida cotidiana, es "obsesivamente limpia"; pero, aun así, se infectó de sarna a través de un amigo con el que mantenía relaciones sexuales.

Su testimonio coincide completamente con la explicación de la Dra. Cristina Galván, dermatóloga especializada, quien afirma que "al ácaro le gusta la piel humana viva" y resalta que más que por la suciedad y la falta de higiene, la transmisión de la sarna encuentra su escenario de propagación ideal en espacios donde hay convivencia estrecha entre muchas personas, como las residencias de ancianos o los campos de refugiados en países con bajos recursos. "Hay mucho estigma al respecto", añade.

La sarna no es una infección de declaración obligatoria y, por tanto, no hay un registro oficial de casos. Se reportan los brotes en residencias, por ejemplo, pero las estadísticas no permiten discernir su evolución en el tiempo. Aun así, la Dra. Galván, asegura que "en Europa, nos parece que la curva es ascendente" y, en la actualidad, "seguimos detectando casos que nos hacen pensar que la incidencia sigue siendo alta". El personal médico desconoce el número exacto, pero haciendo una comparativa concluyen que "hay muchos más casos que hace ocho o diez años". Para muestra, un ejemplo, las ventas de los tratamientos por vía tópica, las cremas, "se han multiplicado e forma importante", asegura la especialista.

Dificultad de diagnóstico

Aitana ha convivido durante un par de meses con la infección aunque, afortunadamente, ha sido de forma leve, con picores durante una única noche y con un pico máximo de cinco granos simultáneamente. Comenzó en la zona baja de la espalda y se propagó hasta casi el hombro porque los médicos tardaron en acertar con el diagnóstico; fue en su tercer consulta, a pesar de que ella les alertó del contacto mantenido con un contagiado. "El médico de Atención Primaria me lo confirmó gracias a un compañero -, explica-. Se excusó en que no lo había visto nunca". Le dieron tratamiento. No funcionó a la primera; tampoco a la segunda. Pero a la tercera consiguió erradicar la infección con una combinación de fármacos.

Su amigo, por el contrario, lo ha pasado "extremadamente" peor con "picores muy fuertes por las noches" y la consecuente falta de sueño; pero, sobre todo, por una enfermedad extendida durante más de siete meses. "Llevaba desde verano y se la ha quitado ahora", cuenta ella. Y no ha sido por falta de tratamientos aplicados: varios medicamentos por vía oral, vaselina de azufre o cremas varias, entre otros.

Una infección de larga duración

Como explica la Dra. Galván, la sarna es una infección que puede prolongarse si el tratamiento del afectado y sus personas cercanas "no es correcto o no es completo". Y añade que "es muy fácil volverse a contagiar de un allegado que no se ha tratado o, incluso, no curarse". De hecho, un estudio reciente que indagaba por qué los tratamientos están fallando. Ante un infectado, tanto el afectado como sus contactos estrechos (de un mes antes del comienzo de los síntomas) se debe «aplicar el tratamiento a la vez». Por ejemplo, en el caso de parejas como la de Aitana y su amigo, se debe "aplicar el tratamiento a la vez" y repetirlo a los siete o 15 días porque de no hacerlo, puede que no se eliminen los huevos del ácaro y no se consiga cortar la infección. "Te puedes contagiar todas las veces que haga falta", explica la dermatóloga.

Es importante seguir las indicaciones médicas, como por ejemplo guardar la ropa en bolsas de plástico negro durante siete días o lavar las sábanas a un mínimo de entre 50 y 60 grados durante al menos 10 minutos. El médico de cabecera le dio un folleto explicativo a Aitana, pero no fue suficiente: "Tuve que buscar mucha información en Internet", explica ella. De hecho, el clima de València -con altos niveles de humedad y mucha luz- provoca que "haya que tener la ropa más de cuatro días en bolsas cerradas; hasta quince días la tuve la última vez".

La garrapata es uno de los transmisores de la sarna.

La garrapata es uno de los transmisores de la sarna. / L-EMV

La levedad de la sarna de Aitana no le impidió continuar con su vida normal, aunque sí que vivió circunstancias particulares. "Me fui de viaje con unas amigas y dormí sola aunque no estaba previsto", comenta. En el caso de su amigo, llegó a mudarse durante quince días a un domicilio familiar vacío y cerró su casa para tratar de eliminar los ácaros de la sarna. "No sabe dónde la cogió. Cree que en una caravana de viaje alquilada", indica antes de añadir. "Si yo soy una persona obsesivamente limpia, él es aún peor".

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