Las aportaciones de agua a l’Albufera finalizan sin volver a su color habitual

El lago mejora pero no acaba de perder el tono marrón que adquirió en otoño por un microorganismo nuevo aunque lleva dos meses estabilizado

Las aportaciones de agua a l’Albufera finalizan sin volver a su color habitual

Las aportaciones de agua a l’Albufera finalizan sin volver a su color habitual / minerva mínguez. valència

Minerva Mínguez

Minerva Mínguez

Entre marrón y verdosa. Sin el rojo escandaloso del otoño, pero tampoco sin el verde clorofila que la caracteriza. Así está a día de hoy el agua del lago de l’Albufera, tras detectarse la presencia de un microorganismo que otorgó a la laguna una tonalidad chocolate entre finales de septiembre y enero. La entrada de un caudal ambiental de urgencia ha permitido la renovación parcial del vaso, que lleva estabilizado desde hace dos meses como confirman a Levante-EMV varios expertos y corroboran las imágenes.

«El de ahora no es aún el color habitual, pero es cierto que mejoró y es más claro», señalan. En las últimas semanas se han enviado 2,5 hm³ desde la Acequia Real del Júcar por el ahorro de la modernización del regadío. El próximo lunes 1 de abril, sin embargo, finalizan esos aportes con lo que se dará por cerrada la reserva comprometida en el plan de cuenca. De los otros veinte hectómetros cúbicos consignados en la planificación hidrológica 2022-2027 – diez del sistema Júcar y otros diez del Túria- nada se ha sabido por el momento, pese a las peticiones al Gobierno por parte del Ayuntamiento de València y la Conselleria de Medio Ambiente.

Los reiterados episodios de viento de poniente en los últimos meses, además, han removido mucho el agua incrementando su turbidez. Los puntos de mayor transparencia son aquellos por los que ha ido entrando nuevos recursos hídricos, como la Sequiota del Palmar. En cualquier caso, esos 4m3/segundo se saben un volumen exiguo en un otoño e invierno muy cálidos, donde la ausencia de precipitaciones ha sido la tónica dominante. La crisis ambiental se ha cebado en enclaves como los humedales, donde se dejan sentir en mayor medida los efectos del calentamiento.

Nunca antes identificado

Como se recordará, un microorganismo nunca antes identificado está detrás del color rojizo que siguen presentando las aguas de l’Albufera. Se trata de una cianobacteria capaz de captar la luz que otras no aprovechan, lo cual le confiere una ventaja muy competitiva en un medio poco transparente como es el caso. La investigación la está llevando a cabo la Universitat de València, con Antonio Camacho como máximo experto al frente del estudio.

Camacho, catedrático de Ecología y director del grupo de Limnología del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, ya dejó claro desde un principio que no se trata de una mutación, que no hay referencias que identifiquen a este microorganismo en la literatura científica y que por supuesto «no se había visto nunca en l’Albufera».

Detrás de esa coloración anómala está un tipo de fitoplacton, una cianobacteria, que es capaz de captar mejor la luz ya que posee un pigmento específico, la ficoeritrina. «Ha aprovechado mejor las condiciones de la laguna somera y se ha impuesto», remarcaba Camacho hace meses a este periódico, destacando que en las analíticas llevadas a cabo el nivel de clorofila se había prácticamente duplicado respecto a los valores habituales. Mientras se aguarda a la secuenciación genómica completa, el enclave de l’Albufera sigue a la espera de agua en cantidad y calidad del Júcar.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se comprometió con la consellera Salomé Pradas el pasado mes de enero a la elaboración de un protocolo de emergencia para el humedal. El objetivo no era otro que garantizar la estabilidad en la gestión del parque ante situaciones como la vivida en los últimos meses. Su inclusión en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera fue otro de los anuncios del departamento que preside la ministra Teresa Ribera. El Consell sigue aún a la espera.