De Bocairent a Jerusalén andando como peregrino a favor de la paz
Alberto Castelló, de 60 años, ha comenzado un viaje a pie que se dividirá en tres etapas y donde también visitará Santiago y Roma
Hay momentos en la vida que cambian a las personas. Circunstancias personales que causan un giro de 360 grados en nuestras vidas. Es lo que le ocurrió en 2013 a Alberto Castelló de Perera, de 60 años de edad y nacido en Bocairent. Tras un par de reveses, decidió coger la mochila y emprender su camino. Ha convertido al peregrinaje en su modo de vida. Tras seis años recorriendo Europa, volvió a la localidad de la Vall d’Albaida por culpa de la pandemia. El pasado 14 de mayo reinició su peregrinaje «por la paz». De momento ha programado tres etapas diferentes, con Santiago de Compostela, Roma y Jerusalén como destinos principales.
Ayer atendió a Levante-EMV y explicó que el camino se ha vuelto en su modo de vida: «Estaba en un momento difícil de mi vida, no tenía trabajo y me había divorciado. Decidí coger la mochila y salir a andar. He ido cinco veces a Roma. He completado siete u ocho veces el camino de Santiago. Ahora, vuelvo a las sendas».
Consultado sobre las limitaciones de vivir sin ingresos regulares, explicó que sobrevive gracias a la providencia:«Yo no tengo casa ni un trabajo fijo.Todo lo que tengo está en mi mochila, que pesa casi 22 kilos».
El parón por la Covid lo vivió en Bocairent, donde volvió tras complicarse la situación sanitaria: «La pandemia me pilló en Italia. Y retorné a Bocairent. He estado viviendo en una casa alquilada y ahora he vuelto a salir».
En una primera fase del peregrinaje ha completado el llamado «camino de la lana» entre Burgos y Bocairent. Luego, hará el «camino francés» hasta León y allí seguirá el «camino de salvador» hasta Oviedo, última parada previa a Santiago por el «camino primitivo». Roma y Jerusalén serán los siguientes objetivos.
«Antes no llevaba teléfono, pero me pidieron que tuviera uno. Me han regalado un dispositivo y una empresa (Replus) me cede ropa y me da una pequeña ayuda. Me defino como un peregrino por la paz porque creo verdaderamente en ella, aunque el ser humano haga siempre la guerra. También he estado en Ucrania ofreciendo ayuda humanitaria, pero me tuve que volver», expuso. Destaca que en todo el tiempo que lleva en el camino nunca le ha pasado algo grave: «Hay veces que estás días sin comer, pero no es duro, es algo que has elegido tú. Lo mejor es el trato de la gente, que te ha ayuda sin pedirlo. En Caudete conocí a un fraile, don Ángel, que tiene 85 años y también es de Bocairent. Me enseñó su monasterio».
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