El cultivo de productos autóctonos disminuye porque «no es rentable» para los agricultores

Xàtiva fomenta el consumo de su producto tradicional, el ajo tierno, ante el aumento de especies exóticas como el aguacate o el kiwi

Esta semana Xàtiva celebra el FirAll, la Feria del Ajo Tierno, un evento que, desde hace ocho ediciones, pone en valor este producto autóctono de la zona de La Costera. Sin embargo, las condiciones climáticas y económicas de este año han puesto sobre la mesa un nuevo debate: ¿es rentable cultivar variedades autóctonas que cada vez tienen más dificultades para adaptarse a un clima que no para de cambiar?

José Tormo «Pimentó», secretario de la Unió Llauradora i Ramadera del País Valencià y agricultor especializado en el ajo, explica a Levante-EMV que la campaña del ajo tierno de Xàtiva está este año al 50 % de su cosecha, pues las altas temperaturas dificultan el cultivo de la variedad típica de esta zona, la «camallarga». «El ajo quiere frío y este año no lo está haciendo», comenta.

Como solución, Tormo propone la siembra de otras variedades como el ajo morado, el blanco o el rojo, aunque todas estas son más tardías. Aunque estas variedades no sean las tradicionales de la zona, el secretario de la Unió expresa que la situación del ajo tierno no es tan «preocupante» como la de otros cultivos porque se trata de un producto que no se cultiva fuera, que «es de aquí y por eso no padecemos por las importaciones».

Un 30 % del cultivo autóctono ha disminuido

Sin embargo, la rentabilidad es el problema al que se enfrentan numerosos agricultores que se dedican a cultivos propios de la zona desde hace décadas, pero que ahora «no salen rentables» debido, principalmente, a la sequía y a las altas temperaturas. De hecho, Tormo argumenta que aproximadamente un 30 % del cultivo autóctono ha disminuido por estos motivos en esta zona.

Recolectores de ajos tiernos en Xàtiva.

Recolectores de ajos tiernos en Xàtiva. / PERALES IBORRA

Por ejemplo, esta edición del FirAll ofrece un coloquio sobre las variedades valencianas de cacahuete, que, según este agricultor, ya «casi no se cultiva, solo en algunos minifundios». Del mismo modo, el secretario de la Unió recuerda: «Hace veinte años, el fresón se cultivaba al aire libre, pero eso se ha acabado. Ahora se planta en invernaderos».

«Cada uno cultiva lo que le sale más rentable»

José Tormo «Pimentó»

— Secretario de la Unió Llauradora i Ramadera del País Valencià

Así, podemos ver cómo en el campo valenciano disminuye, entre otros, el cultivo de cítricos, producto característico de la zona por excelencia, y aumenta el de especies exóticas como el aguacate o el kiwi. «Cada uno cultiva lo que le sale más rentable», explica Tormo.

No obstante, existen ciertos peligros a la hora de producir este tipo de alimentos. Javier Ortega, profesor permanente laboral en el Departamento de Dirección de Empresas de la Universitat de València, investigador en eco-innovación del grupo INN4ALL y miembro de la Xarxa Agroecològica d’Alcoi, aclara a Levante-EMV que los productos no autóctonos necesitan adaptación al clima y al contexto de la zona. «El cultivo de aguacate, por ejemplo, necesita mucha agua. Los latifundistas a veces se instalan en territorios, queman el suelo y dejan sin agua a otros minifundistas. No es una cuestión tan científica o académica como política o económica», expone.

En la misma línea, Ortega defiende la diversidad cultural de nuestra tierra: «Cuando perdemos una variedad, al igual que cuando perdemos una lengua u otro elemento autóctono, perdemos diversidad y hacemos daño al sistema. Se trata de una pérdida simbólica, pero tiene efectos en toda la sociedad», comenta.

No obstante, el profesor admite que las variedades no autóctonas también contribuyen a la economía, pues «es necesario tirar de otros productos que no sean únicamente de kilómetro cero. Si trabajásemos solo con productos de proximidad, no supliríamos la demanda. No se puede trabajar al 100 % con productos con etiqueta ecológica», apunta.

«La decisión de comer fruta o verdura que no es de temporada tiene una serie de consecuencias»

Javier Ortega

— profesor permanente laboral en el Departamento de Dirección de Empresas de la Universitat de València, investigador en eco-innovación y miembro de la Xarxa Agroecològica d’Alcoi

Esto apunta a los hábitos de consumo de una población que, de acuerdo tanto con Tormo como con Ortega, no está educada en materia agrícola. «Nos han vendido que tenemos libertad para elegir lo que queramos cuando queramos, pero la decisión de comer fruta o verdura que no es de temporada tiene una serie de consecuencias: se aceleran los procesos, se les ponen pesticidas, de agotan los pozos de agua…», denuncia el investigador.

De manera complementaria, el secretario de la Unió señala que la ciudadanía «no es consciente de que cada vez hay menos agricultores y al final tendremos que importarlo todo». Por eso, piden «que en los institutos se fomente más la agricultura», de hecho, recuerda las distintas actividades que se realizarán en el FirAll esta semana en Xàtiva para enseñar cómo funciona todo el proceso, del campo a la mesa.

Venta de frutas y verduras en el mercado de Enguera.

Venta de frutas y verduras en el mercado de Enguera. / Borja Barberán Rodríguez

Alcachofas, cebollas, cebollines, espinacas, perejil, puerros, apios, judías, brócoli, calabazas, zanahoria, col, coliflor, naranjas, mandarinas, peras y, cómo no, ajos tiernos. Estos son algunos de los muchos productos que podemos consumir esta temporada, en nuestro territorio, de manera respetuosa con el medio ambiente y poniendo en valor el trabajo de los agricultores, visibilizado gracias a actividades como el FirAll en Xàtiva.

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