Duende y misterio de Morante

El artista de la Puebla de Río vuelve a València después de su ausencia forzosa hasta en dos ocasiones el año pasado en la Feria de Julio y en la Feria de Octubre debido a una lesión de muñeca

Hace el paseíllo junto al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y el joven novillero Nek Romero

Morante, perfectamente liado con el capote de paseo en la Feria de la Magdalena

Morante, perfectamente liado con el capote de paseo en la Feria de la Magdalena / EFE/A.Esteban

Jaime Roch

Jaime Roch

«¿La barbarie? Bueno, la barbarie: sangre y arena, sol y moscas, vocerío, crueldad, y mucha trampa. Pero nadie que haya visto a Rafael de Paula torear a la verónica, o a Antoñete dejar parado a un toro en la esquina de una media, o a Enrique Ponce dormirlo con un abaniqueo suave delante de los cuernos puede olvidarlo nunca. Y, al contrario, el recuerdo se estira y se despereza en la memoria, y lo que fue un fogonazo se patina de lentitud y de nostalgia, y es por eso que dicen los taurinos que todo era mejor antes. No es verdad: cada vez es mejor. Nada hay más bello, y a la vez más fuerte: la fuerza -y también la violencia: una violencia mágica, armoniosa, musical- forma parte de esa belleza fugaz y duradera del toreo, que es lo más bello del mundo». Ese es el arranque del libro A la sombra de la muerte de Antonio Caballero. A ese párrafo habría que añadirle el nombre de Morante de la Puebla. Porque nadie que lo haya visto torear puede olvidarlo nunca.

Testimonios documentales

A propósito de su condición de inolvidable y en medio de la casi vertiginosa rotación de lo digital, Morante ofreció en 2023 su gran creación torera en la que se compendian todas las capacidades de su concepto del toreo y todo lo que es él como torero después de más de un cuarto de siglo en activo. Fue una obra de una manifiesta belleza portentosa. En ese momento surgió el portento, la sorpresa, incluso el irracionalismo de su misterio, las transgresiones de su personalidad, la explosión de su torería que no alteran el hilo del toreo -más bien lo continúan como si leyésemos una fidedigna crónica histórica-, pero sí hay un sustancial acopio de atributos en sus maneras, imágenes de otra época.

Sus faenas son testimonios documentales de uno de los grandes magisterios creadores que, como establece el propio Picasso, está hecho con la materia inagotable de la libertad. Pero para centrarse en una faena, frente al infortunio y la oscuridad de la historia, sobresale el miércoles 26 de abril de 2023. Miércoles de Feria. Festivo en Sevilla. Más allá de los trillados tópicos, será un día que quedará ensartado de un alfilerazo en la memoria gracias a Morante de la Puebla y que, sin ningún tipo de duda, supuso la cima torera de 2023. El vitalismo creador, esa sensibilidad histórica, la emocionante metáfora de su vida concurría en aquella faena a ‘Ligerito’, el toro de Domingo Hernández al que Morante le cortó el rabo en Sevilla.

Una verónica de Morante en el último festejo taurino de la Feria de Olivenza

Una verónica de Morante en el último festejo taurino de la Feria de Olivenza / EFE

La destreza de Morante de la Puebla para recrear -casi reinventar- el toreo de siempre se convierte así en otra maestría: el hallazgo de un molde estilístico nuevo que no obedece a más ley que la dictada por una abrumadora experiencia singularmente potenciada por su extraordinaria personalidad: «Más allá de la casquería, lo realmente importante del suceso fue que, por fin, la Sevilla taurina se reencontró con su historia», escribe con acierto Paco Aguado en Por qué Morante (antes y ahora), el libro (re)editado por la editorial El Paseíllo. Y es que el genio sigue la senda belmontina (Juan) de la hondura a la que el gallismo (Joselito) de Chicuelo (Manuel) guió definitivamente a la ligazón en redondo (Manolete). Sin olvidar esa personalidad cautivadora de Curro Puya y Cagancho.

La mejor y más soberbia torería

Sobre la faena, Paco Aguado asegura en su obra que fue «todo un despliegue, un torrente de la mejor y más soberbia torería en la que solo con las esculturas capoteras bien pudo el de la Puebla haber dado por finalizada su tarde».

Paco Aguado en el libro referenciado también señala: «Hablamos de arte, de comunicación, de expresión, eso que, amparado en el valor y la inteligencia, es la misma esencia del toreo desde Gallito y Belmonte. ¿Por qué es un torero sino un artista? Un raro artista para estos tiempos livianos, pues se expresa al borde del abismo y con el máximo compromiso posible: el de su propia vida. Un arriesgado artista que tiene la costumbre y la obligación contracultural de enfrentarse a la muerte con dos toros cada tarde». Y ese, señoras y señores, es Morante de la Puebla y hoy regresa a la plaza de toros de València.

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