No es la última fiesta que se suma a la plena normalidad, pero sí que es una de las principales, por no decir la que más, a la que se le debía esa vuelta a la rutina, tan añorada. A falta de que la Navidad se pueda encender sin más restricción que los horarios por cuestiones de ahorro energético, y algún acto fallero que hace doce meses aún era con mascarillas, el calendario festivo avanza en su plena recuperación. Y llega a una fiesta, la de la Comunitat Valenciana, que recupera sus rituales.

Acabaron las distancias de seguridad y los comedimientos. En este caso, además, se une la recuperación absoluta de los recorridos en la calle tras la reapertura de la plaza de la Reina y la calle de la Paz. Es el 9 d’Octubre de 2022 un viaje en el tiempo, a la fiesta de 2019, cuando nada hacía prever lo que iba a ocurrir en los meses siguientes. Lo único que es de esperar es que como normalidad se entienda la ausencia de incidentes en las manifestaciones reivindicativas de la tarde.

La procesión recupera el trazado habitual

Es la misma ciudad y son los mismos actos de siempre. El más importante, la Procesión Cívica, recupera definitivamente toda su liturgia, enfilando su recorrido tradicional -siempre quedará la ausencia de la Catedral para el Te Deum, cuyo retorno anunciará, como todos los años, María José Catalá-. El vicealcalde Sergi Campillo ve recompensada su fidelidad con el cargo de abanderado de la «senyera», la centenaria, pero recién restaurada, bandera que, si todo va según las previsiones, apura sus últimos años como emblema procesional antes de que una nueva tricolor sea utilizada para evitarle más deterioros y convertirse en la nueva «peregrina». La calle de la Paz, remodelada en parte y ancha como siempre, acogerá los miles de curiosos que contemplarán el pase.

Curiosamente, la única novedad en este acto será el cordón de seguridad para que parte de la comitiva o curiosos no sigan la ofrenda en los jardines debajo justo del enfermo y centenario ficus.

El regreso se hará por Pintor Sorolla antes de que, en la plaza (rozando las dos de la tarde), Pirotecnia Valenciana dispare la «mascletà». Han acabado, de este modo, los rodeos que hubo que hacer el año pasado, o la más que simbólica celebración en octubre de 2020, aquella que apenas salió del Salón de Cristal y también ha desaparecido la pirotecnia por barrios (salvo el controvertido castillo de anoche, desterrado en la avenida de Tarongers). Se regresa a la fórmula del disparo convencional en el centro de la plaza «antes de comer».

Por lo que respecta a la Entrada de Moros y Cristianos de la ciudad, ésta llega a su mayoría de edad (18 años la contemplan ya) y también recupera su trazado habitual (el de la Procesión Cívica, pero al revés), con todas sus comparsas y con todos sus componentes al completo, incluyendo unas capitanías que el pasado año no pudieron lucirse.

El año que viene, la fiesta hace puente

El 9 d’Octubre (día habitualmente soleado pero que esta vez amenaza un poco la lluvia) es mucho más, porque es fecha elegida por entidades de todo tipo para organizar actividad, especialmente comisiones de falla. Pero el protagonista es el pueblo, tanto el que se queda como el que se ha ido. Que el próximo año lo tendrá mejor: este año, la fiesta de los valencianos no supone ningún asueto suplementario porque cae domingo y ya se disfrutó para ello el Jueves Santo. En 2023 hará puente.