A falta de mes y medio para que salgan a la calle, las Fallas reciben sus últimas pinceladas. Que más allá de la habitual lírica de este momento del calendario, tienen también capas de incertidumbre. La sensación en los talleres es el del final de un ciclo, aunque primero hay que plantar y quemar lo que hay en los talleres. Lo que ya está preparado y lo que tiene «toro» -basta escuchar a los artistas para recoger inputs de tranquilidad o prisas en el taller propio o en el ajeno-. Pero incluso importa mucho más lo que va a pasar a partir del 19 de marzo.

En el ejercicio 2023 se ponen muchos contadores a cero. Los suficientes como para que, tal como aseguró el maestro mayor del Gremio, Paco Pellicer, anunciara que las Fallas del próximo mes de marzo «son irreales, porque el año siguiente no habrá dinero».

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Bocetos de Sección Especial para las Fallas 2022

En las próximas fiestas se quemará el dinero invertido por las comisiones durante dos años. De hecho, los precios consignados en la clasificación de Fallas de 2022 son de verdadero escándalo: fallas en Primera A por 134.000 euros; de Primera B de hasta 70.000 euros, o de Segunda A con 40.000. Teóricamente, el 150 por ciento de lo comprometido en 2020, pero a lo que hay que recortar el dinero que se ha perdido por el camino en arreglos de las Fallas de Septiembre, gastos fijos de los talleres , aumento espectacular del precio de las materias primas y todo tipo de imprevistos. No: si las Fallas de 2020 medían diez metros, no se debe pensar que serán de quince metros. Pero nadie duda, sabiendo además de la habitual locura de los propios artistas, que serán unos monumentos de alta calidad, volumen, altura y todos esos elementos por los que son capaces de perder la estabilidad económica.

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Las Fallas que vienen en 2022. Ninots de la Sección Especial Moisés Domínguez

Pero en 2023 llegan los problemas. Se arrastra de origen el elevado precio de las materias primas. Las comisiones dejan de recibir subvenciones del ayuntamiento. Tan sólo las federaciones de Especial y Primera A han pedido, sin éxito, una subvención decelerada. No pasar del 30 al cero por ciento. El censo fallero no se ha recuperado como para recuperar los ingresos fijos. Muchos presidentes que han continuado durante los años de pandemia por responsabilidad optarán por dejar el cargo. Y en una situación excepcional, en el que hace falta cohesionar a las comisiones, recortar en falla suele ser una medicina habitual.

También se acaban los planes Resistir para autónomos, pymes y oficios a proteger. El grifo se cierra abruptamente. Son los enormes interrogantes que se ciernen sobre una profesión a la que la pandemia pilló en pleno peligro de extinción. Han sido menos de lo imaginable los talleres que han cerrado, posiblemente gracias a ese 75+75 y a la capacidad innata de supervivencia. Pero ahora viene de verdad el reto, cuando haya menos o mucho menos dinero.

Y mientras, la actividad está en su momento decisivo. El primer paso empieza mañana, lunes, con la entrega de los «ninots» de la Exposición. Lo poco que se ha visto hasta ahora, lo que han adelantado los artistas, demuestra que el listón de calidad no se aminora bajo ningún concepto. A lo largo de dos jornadas, las figuras llegarán a la Ciudad de las Artes y las Ciencias esperando la inauguración del viernes. Cuando el Museu de les Ciències vuelva a acogerles, dará la sensación de que las cosas vuelven a la normalidad. Pero, tal como decía esta semana un artista fallero, «lo mejor que puede pasar ahora mismo es estar a punto de jubilarse. Pero los jóvenes que quieren ser artistas lo tienen muy complicado».

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La Casa de Papel se convierte en falla en Noscarmientas Moisés Domínguez

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Así eran las fallas en los años 80 Archivo Levante-EMV

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El torero de la Falla de Dalí vuelve a ser "ninot" Fotos de Vicente Domínguez y archivo de Levante-EMV