"La voluntad es que no haya ninguna restricción que no sea necesaria. Estamos mejor y no tiene que haber más restricciones que las necesarias". Este nuevo mensaje lanzado por el presidente de la Generalitat sirve como argumento prometedor de que las Fallas 2022, que conocerán sus normas prácticamente definitivas el próximo lunes, seguirán sin ser normales al cien por cien, pero que no serán para nada una versión descafeinada. Unas normas que servirán también para otras fiestas, como la Magdalena, y para el resto de Fallas de la Comunitat Valenciana.

Y uno de los elementos principales de la misma, si no cambian demasiado las cosas, será especialmente relevante: sí que habrá "mascletaes" en la plaza del Ayuntamiento. Eso sí, los asistentes tendrán que llevar la mascarilla y no se podrá llevar comida o bebida. Es la aplicación del nuevo Real Decreto del uso de los cubrebocas, que señala la obligatoriedad de las mismas en lugares de grandes concentraciones humanas, pero que no prohibe éstas. Tanto es así, que en principio se apunta a que los disparos serán sin aforo. Entre otras cosas, porque el operativo de "cerrar" la plaza municipal, además de los problemas técnicos que suponen (así lo advertía la Policía Local), supondría simplemente reducir el aforo en un 15 por ciento. Más aún, a pesar de la euforia que puede suponer recuperar los disparos, también la sensación es que no habrá los grandes llenos de antaño, por la aprensión que, de todos modos, seguirá teniendo una parte de la población. Y la plaza no es lo mismo que, por ejemplo, el concierto en la Ciutat de les Artes i les Ciències del 5 de marzo, que registrará un llenazo

Esta normativa tiene su repercusión también en otros actos. Las verbenas parece aseguradas y el hecho de que se celebran en recinto abierto les permitirá celebrarlas con mascarilla y sin aforo (salvo en los casos en que se cierren, naturalmente). El problema será, en todo caso, el incumplimiento de la norma. Es decir, que el propio asistente, en una zona con mucha gente, decida no taparse.

Crida, con mascarilla, pero Crida

Por lo que respecta a la Crida, ley en la mano queda autorizada su celebración, regresando a las Torres de Serranos tras una edición virtual. Eso sí, con prohibición también de consumo de bebida -uno de sus grandes objetos de debate entre los propios protagonistas de la fiesta-. Otra cosa es que se decida aforarla. Es más fácil en este caso y señalar un determinado número de asistentes por falla. Con determinados requisitos, como ser proporcional o no al censo, dar más para las comisiones con falleras en la corte... pero eso ya es una decisión dentro del ámbito fallero.

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Falleras (y falleros) voladores. La otra cara de la Crida (2016-2020) Moisés Domínguez / Fotos: Germán Caballero y Eduardo Ripoll

Ofrenda con un deseo

La otra gran pata de la mesa es la Ofrenda. Que está todavía por resolver porque tiene su intríngulis, ya que combina momentos de desfilar con distancia y otros de concentración humana. El escenario ideal en la parte fallera sería la de asegurar el paso con las flores. Dicho de otra manera, que se aceptaría llevar mascarilla durante la llegada y la concentración previa, pero quitarla durante la ofrenda propiamente dicha, para volver a ponerla una vez la comitiva ha pasado por la plaza.

Por lo que respecta a las carpas hay que recordar que la idea siempre es acoplarse a las normativas de hostelería, como pasó en septiembre. Más allá de que sea más que conveniente airear su interior.

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Búscate en el primer día de la ofrenda por la Calle Caballeros de las 21:00 a las 22:00 F. Bustamante / G. Caballero / M. Á. Montesinos / F. Calabuig

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Búscate en la ofrenda por la calle del Mar de las 17:00 a las 18:00 F. Bustamante / G. Caballero / M. Á. Montesinos / F. Calabuig